Amor Sobre Ruedas

Maik, sus conquistas de una noche siempre eran mujeres rubias, las buscaba muy similares a ella, a Gabriela, fue muy duro para él, el que ella terminará con la relación. Su padre fue muy duro con él, su madre lo consolaba y su hermano parecía un terapeuta.

Poco a poco fue saliendo de ese abismo en el que cayó, pero la noticia de que ella se había comprometido y que se iba a casar, lo destrozó de nuevo. Pensó que la había olvidado pero no fue así.

Al verla en el restaurante y con su prometido le dolió más, mucho más y lo único que se le ocurrió fue besar a Valeria, no negaba que ella tenía su encanto, sus labios eran suaves lo llevaron a un lugar tranquilo.

El restaurante se ha desvanecido y solo quedaban ellos dos en aquel lugar, lo que comenzó por darle celos a una mujer, él lo estaba disfrutando. Esa pequeña era calma total.

- Te divertiste anoche.

- De que estás hablando.

- Sé lo que hiciste, y porque lo hiciste Maik, no la arrastres a ella en este camino.

- Tú no sabes nada así que cállate.

- Sé muy bien lo que pasa por tu cabeza, yo hice lo mismo.

- Lárgate no estoy de humor.

- Mira hermano, lo que sientes por ella no es amor, es odio y tienes ganas de vengarte, pero Valeria es una chica inocente.

- No estoy haciendo nada, solo la besé porque me apetecía hacerlo, y besa muy bien te lo digo.

- Solo espero que el tiro no te salga por la culata.

Era un día antes del viaje, y como siempre Valeria se encontraba en el taller, revisando los últimos detalles.

Maik al verla, se quedaba admirándola por mucho tiempo, la veía tan concentrada, la ropa que usaba le quedaba bastante ajustada y acentuaba su preciosa figura.

- Descansa un poco.

Asustada levantó la cabeza golpeándose la cabeza con fuerza.

- Maldición. - Maik no sabía si reírse o salir corriendo a ayudarla. - Nunca avisas cuando vas a llegar.

- Porque tendría que hacerlo, este lugar es mío y entro cuando yo quiera.

- Pareces un maldito fantasma, siempre que llegas me asustas.

Mientras ella se sobaba la cabeza, él se acercó lo bastante para poner sus manos en las caderas de ella.

- Te fascina que te asuste, veo en tus ojitos un brillo travieso cuando lo hago.

- Un brillo como que quiero enterarte un destornillador en el ojo.

El olor a aceite que ella tenía lo excitaba mucho, Maik podía sentir como la respiración de Valeria se hacía errática, desde la noche del beso Maik no perdía el tiempo y cuando la tenía cerca la besaba, o solo la tocaba haciéndola estremecer.

Pero las cosas se estaban saliendo de control él ya no podía quedarse quieto, quería poseerla por completo, su miembro era el que más sufría aquella situación, pues como no podía sobrepasar los límites, él solamente se masturbaba. Ya no aguantaba la situación era ahora o nunca.

- Andas ansioso. - Valeria podía sentir el miembro erecto en la parte baja de su espalda.

- No sabes cuánto pequeño.

- No soy así de fácil así que aléjate por favor.

Valeria alejó las manos de Maik y se fue a terminar de organizar el taller, estaba tentada a seguirle al corriente, cada vez que él se le acercaba su intimidad se humedecía al punto que ella también al llegar a casa se masturbaba pensando en Maik.

- Sé que quieres lo mismo que yo.

Su voz sonaba en un susurro, ella no lo podía negar, ¿cómo fue que llegaron a este punto?, ¿desde cuándo se sentía así?, solo llevaban trabajando cinco meses.

Los labios de Maik fueron dejando un rastro de besos por el cuello de la chica, tratando de controlarse ella se mordía el labio para no soltar un gemido.

- Por... Favor...

- Mierda, si hablas de esa manera como Puedo alejarme de ti.

- En... Entonces.

- Vamos de este lugar, no pienso cogerte en un lugar tan sucio.

Maik tomo de la mano, a Valeria y la llevo hasta su auto, en dónde la arrinconó y de oro su boca una y otra vez.

- Si seguimos acá, no creo controlarme.

A regaña dientes se aleja de ella y ambos se suben al auto, apenas entraron a la casa en la llevo directamente a su habitación, en dónde la acorraló contra la puerta y nuevamente se apoderó de sus labios.

Sin mucha delicadeza Maik comenzó a desvestirla y ella no se quedó atrás, los botones de la camisa de Maik, salieron a volar.

La ropa de ambos estaba ya en el suelo, Maik imaginaba a aquella mujer tan hermosa, con cabello rubio y ojos azules. Maik cerro sus ojos y en su mente veía a Gabriela.

Los besos no paraba, Maik tomo el pecho de Valeria, sus pezones ya estaban endurecidos, él jugaba con ellos, provocando gemidos de placer en ella.

Tenía que sentirla de una vez, sabía que en su mente estaba la imagen de Gabriela, necesitaba satisfacer ese deseo, eso era muy masoquista de su parte, tener a una mujer tan hermosa en sus manos y pensar en otra.

Maik la tomo en sus brazos y la llevo a la cama, sus ojos se habían tornado negros, él no era el mismo, la inmovilizó y la penetro con tanta fuerza que el grito que ella soltó no fue de placer sino de dolor.

Una y otra vez sus estocadas eran fuertes, lo estaba haciendo con rabia, apresar de las súplicas de Valeria él no se detuvo, continuo su ataque, por qué eso era un ataque hacia ella.

Los ojos de Valeria se nublaron por las lágrimas que amenazaban por salir. Ella había pensado que estar con él iba a ser algo tierno. Pero todo fue una desilusión completa.

Cuando el término, quedó sobre el pecho de Valeria, ella no tuvo la valentía de moverse, sus lágrimas empezaron a caer.

Cuando al fin recupero la conciencia, se levantó y salió de la habitación, Valeria lo único que hizo fue tomar su ropa y correr.

Con lo que no contaba era que al momento de abrir la puerta se iba a estrellar de frente con Lorenzo, que al verla en ese estado se asustó bastante.

- Vale que paso porque sales de esa manera.

Él vio marcas en su cuello, en sus muñecas y sabía lo que había pasado, su hermano había hecho eso.

- Sácame de acá por favor.