De la novela " Los hijos que me dió la vida", tuvimos la oportunidad de conocer la historia de David Montes, en "Amor a diez mil metros de altura"el hermano mayor de tres hermanos, ellos tuvieron que vivir una terrible perdida, pero gracias al amor incondicional de Alejandra, su segunda madre y Fernando, quienes cumplieron el rol de padres, ellos salieron adelante, ahora es el turno de Duvan y Dominic.
Se verán enfrentados a dos hermosas chicas, con personalidades totalmente opuestas, pero que poco a poco, van a demostrar, que la teoría de que los polos opuestos se atraen, es cierta, acompáñame en esta increíble historia.
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CAPITULO 6
Dominic Montés
Mi hermano había sido la cereza del pastel, andando desnudo en la casa, no sé que es lo que tiene en su cabeza, y aún más sorprendido por las palabras que dijo aquella loca en cuanto vio el pen* de Duvan.
Gracias a eso, estalle, y no de forma positiva, sé que fui un patán, ella intentó irse y la única solución que encontré, fue tomarla en mis brazos y subirla en mi hombro, ella forcejeó un poco, pero no pudo lograr nada, la llevé a mi habitación y al entrar cerré la puerta con fuerza, la puse en el piso, pero ella intentó salir, de nuevo la agarré, pero está vez de la cintura, hice un medio giro y estampé su espalda a la pared.
- ¡Ya! Deja de ser tan terca, me vas a volver loco, y aquí la loca eres tú -- le dije.
- No soy loca, deja de decirme así, me llamo Sara-- su enojo era evidente, pero me dejó desconectado, no podía creer que había llevado a alguien a mi casa solo sabiendo su nombre.
Comencé a reír, mis pensamientos intrusivos, fueron demasiado invasivos, que hicieron un corto circuito en mi cerebro produciendo una descarga de serotonina que me hizo comenzar a reír sin poder controlarlo.
- y dices que la loca soy yo, y mírate -- dijo y yo reaccioné.
-Créeme que no me río por qué quiero, estoy sobre estimulado, mi tranquilidad fue interrumpida, todo esto es producto de haberme encontrado a alguien como tú -- la señalé.
- Pero he querido irme y no me has dejado, tu mismo te obligas a tenerme aquí-- reprochó -- no sé que es lo que pasa por tu cabeza, y no sé en que momento acepté que me ayudarás y me trajeras a tu casa, lo único que he recibido de tu parte, son insultos y malos tratos, y yo no pienso aguan...-- su voz era como un taladro perforando mi cabeza, cada una de las palabras que salían de su boca iban haciendo hueco en mi cerebro, no tuve otra opción que callarla, y no precisamente con mi mano.
Puse mis manos a los lados de su cabeza y acerqué mis labios a los suyos, abrí mi boca para encajar perfecto a su tamaño y comencé a besarla, al principio se resistió, pero de a poco fue cediendo, yo también cerré mis ojos y me permití disfrutar de aquel beso.
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Ya llevábamos un buen rato en aquel beso, incluso mi amigo cobro vida, y estaba a punto de perforar la parte alta de mi pantalón, luego sentí sus manos sacando el blazer, yo dejé que me lo quitará, ella lo tiró al piso, luego fue el turno de mi camisa, comenzó a desabotonarla, cuando logró abrirla por completo, el frío del aire acondicionado me hizo volver de golpe a la realidad, agarré las manos de Sara y me aparté de ella.
- Esto no está bien, este no soy yo -- le dije un poco consternado.
- Eso me pasa por dejarme llevar, ahora quedaré como una ofrecida y provocadora, definitivamente, lo mejor es que me vaya-- de nuevo intentó salir de la habitación, pero volví a retenerla.
- Espérate, está vez la culpa fue mía, lo acepto, pero quédate, ya es muy tarde -- ella relajó su cuerpo, la solté y caminé hacia el closet, de allí saqué unas sabanas y agarré una almohada de la cama-- puedes dormir en mi cama-- dije y abrí la puerta para dirigirme a la sala.
- Es... Espera-- hizo una breve pausa-- tu cama es lo suficientemente grande, como para poderla compartir, yo me haré en una esquina, y tú puedes usar la otra, yo suelo dormir en una sola posición y sé que no te molestaré, me sentiré mal si dejas la comodidad de tu habitación por mí-- comentó y la verdad, para mí no es cómodo dejar mí cuarto, siempre he dormido en él y no había tenido que compartirlo con nadie.
- Está bien, lo haré, yo también prometo que no invadiré tu espacio personal -- le dije y ella asintió.
Le presté una de mis camisetas, ella fue al baño y tomó una ducha, luego salió y se acostó como dijo, en el extremo de la cama, luego me levanté y fue mi turno de tomar una ducha, entré al baño y me tomé mi tiempo, cuando estuve aseado, me coloqué la pijama, y me dirigí a la habitación a acostarme, al parecer Sara ya estaba dormida, me metí bajo la sábana y comencé a cerrar mis ojos.
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Ya llevábamos un buen tiempo durmiendo, de repente sentí que algo aprisionó mis piernas, luego un brazo se posó en mi pecho y la mano en mi cuello, estaba medio adormilado, me desperté abruptamente, para encontrarme a Sara acostada a mi lado, sin dejar un espacio entre nosotros, intenté moverme, pero ella estaba, literal, con todo su cuerpo sobre el mío, impidiendo que me moviera.
- Sa... Sara-- logré decir -- Sara, me estás aplastando-- dije de nuevo, pero no hubo respuesta.
- Cashatee... Calla...shhh.. Eres mouy ruidossso shhh-- balbuceó aún dormida, no coordinaba las palabras que decía, de nuevo intenté acomodarla, pero más se aferraba a mi.
terminé por quedarme de nuevo dormido, por más de que lo intente, ella no se movió ni un centímetro, al contrario, se aferraba más, parecía una garrapata.
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-¡Aaaahhh!--- me despertó un fuerte grito, quedé prácticamente sentado en la cama.
-¿que pasa, que pasa?-- pregunté varias veces por el susto, miré a Sara y ella se estaba tapando la cara con la sábana.
- Eres un mentiroso, dijiste que no ibas a invadir mi espacio personal -- yo rodee los ojos, ante la incredulidad que me generó sus palabras.
- ¿perdón?-- le pregunté-- ¿ya viste de que lado de la cama estás?-- ella descubrió su rostro y miró el panorama con más detenimiento, luego volvió a cubrirse.
- Yo... ¿yo te hice algo anoche?-- preguntó y yo levanté mis hombros para molestarla un poco, de repente comenzó a tocarse -- Pero... Pero no me duele nada-- luego miró por debajo de la sábana -- y todo está en su sitio-- comentó y me miró, luego me señaló -- estás tratando de hacerme sentir culpable -- hizo un mohin con sus labios.
- En ningún momento dije que me hiciste, tú eres la que está asumiendo cosas, además, si deberías sentirte culpable, no me dejaste dormir, me aplastante toda la noche, no podía moverme-- le dije.
- y por qué no me lanzaste a un costado -- comentó y yo me reí.
- Me arrepiento de no haber aceptado que pusieran cámaras de seguridad en mi habitación, me encantaría mostrarte las veces que intenté moverte, pero de día eres una loca y de noche garrapata-- ella se quitó la sábana y se lanzó sobre mí.