Transmigración: La Esposa del Tirano

"Qué hermosa.."

"Que guapo.."

Zyonel curvó sus labios en una sonrisa al escuchar la suave llamada de Savierra. '¿Qué guapo? Suena bien', pensó contento.

"Es un placer conocerte, Señora Hander", dijo el príncipe con dulzura.

Savierra se sonrojó ligeramente, "El placer es mío... em-"

"Permítame presentarme, soy Zyonel Arron, amigo de Ryden, puedes llamarme Zyonel", dijo el príncipe Zyonel presentándose.

Savierra sintió que el nombre le resultaba familiar y frunció el ceño, pero no encontró la respuesta que buscaba en su mente. Solo pudo sonreír levemente, "Ah, soy Savierra. Puede llamarme Vierra".

Zyonel sacudió la cabeza suavemente, "No me llames 'señor', solo Zyonel", dijo con voz baja.

Rascando su mejilla, Savierra miró incómoda al apuesto hombre frente a ella. "Eso, parece inapropiado... A juzgar por tu ropa, no pareces ser alguien común. ¿Qué tal si te llamo hermano? Em, ¿hermano Zyonel, tal vez?", dudó.

En su interior, Zyonel estaba exultante. Sentía que iba a explotar al imaginar a Savierra llamándolo 'Hermano Zyo...' con su voz melodiosa y suave. "Está bien, como te sientas más cómoda, Vierra", insistió Zyonel.

Savierra miró a su alrededor y se aclaró la garganta. "¿Por qué estás de pie aquí? Por favor, pasa un momento. ¡Llamaré a mi esposo!", le dijo, invitando a Zyonel a entrar. Savierra se sintió obligada a decir 'mi esposo' porque no quería que nadie más supiera sobre la verdadera naturaleza de su relación.

Sonriendo, Zyonel negó suavemente con la cabeza, "Ya he visto a Ryden. Lo siento, tal vez podamos hablar otro día, Vierra. Hoy tengo un asunto urgente", dijo con voz áspera, sintiéndose mal por dejar a la dama que acababa de conocer ese día.

"Está bien, hermano". Savierra asintió.

"Oh, sí, los invito a ti y a Ryden a la fiesta de cumpleaños de mi hermana menor mañana por la noche. Espero que puedan venir, Vierra...", dijo Zyonel con sinceridad. Deseaba mucho la presencia de Vierra allí. Podría decirse que Zyonel estaba loco por enamorarse de la esposa de su amigo. Sin embargo, era la primera vez que sentía este amor, y para su desgracia, era por la esposa de Ryden, su amigo.

Aunque confundida, Savierra asintió. ¡Luego le preguntaría a esa roca sobre la invitación a la fiesta! "Lo intentaré, hermano. Gracias por invitarnos", respondió Savierra con sinceridad.

Después de eso, el príncipe Zyonel se despidió y se fue a casa. Todavía tenía otros asuntos que atender.

•••

"¡Ryden! ¿Recibí una invitación del hermano Zyo?", preguntó Savierra con entusiasmo. En ese momento, ella estaba en el gimnasio mirando a Ryden.

"¡Cada vez eres más audaz al poner un pie en esta mansión!", gruñó Ryden, quien se sintió interrumpido en su entrenamiento.

Esa mañana, Ryden tenía programado hacer ejercicio en el gimnasio. Pero allí estaba Savierra, esa mujer, molestándolo de nuevo.

Savierra relajó su sonrisa al escuchar las palabras de Ryden. Sintió un deja vu de su primer encuentro con Ryden después de transmigrar a ese mundo. Todavía recordaba las dolorosas palabras que Ryden le había dicho. Y ahora volvía a ser herida por las palabras de Ryden.

"Estoy aquí porque tengo algo que hacer. ¡Si no lo tuviera, no tendría ningún interés en poner un pie en la mansión que se convertirá en mi lugar de muerte!", respondió Savierra con sarcasmo. Quien al principio disfrutaba del hermoso paisaje frente a ella ahora sonreía con amargura. Todavía era lo mismo...

Un rostro tan hermoso a menudo infligía heridas tan profundas como el océano.

Ryden se sobresaltó un poco. Se sintió un poco dolido por las palabras de la mujer que, por desgracia, era su esposa. "¡Al menos recuerdas mis palabras!", Ryden tomó una toalla y se secó el sudor de la frente.

Las manos de Savierra se cerraron en puños, pero mantuvo la sonrisa. "Sí, lo siento. Realmente necesito ser consciente de mi lugar", dijo en voz baja, conteniendo el dolor en su corazón. "Solo quería preguntar si había recibido una invitación del hermano Zyo", continuó, repitiendo su pregunta.

"¿Tú? ¡¿Te atreves a llamarlo hermano Zyo?!", Ryden se sorprendió y gruñó. Miró a Savierra con severidad, "¿Dónde están tus modales? ¿Cómo te atreves a dirigirte a él de esa manera? ¡Para que lo sepas, él es el segundo príncipe del Reino de Leoborne! ¡No es alguien a quien puedas tratar con tanta ligereza!".

Savierra se sobresaltó de nuevo al escuchar el grito de Ryden resonando en el gimnasio. Su cuerpo temblaba, conteniendo la ira y la tristeza. '¿Por qué? Solo estoy preguntando, y todavía no he recibido una respuesta clara. Estoy llamando al príncipe como él me dijo que lo llamara, ¿no es así? Tampoco sabía que el señor Zyonel era un príncipe del reino' pensó Savierra con tristeza.

"Y-yo no sabía que él era un pr-príncipe...", murmuró Savierra.

"Si recibiste una invitación, ¿por qué? ¡Yo tampoco tengo intención de llevarte a esa fiesta!"

¡Bang!

Suficiente, ¡ya era suficiente! Savierra no pudo soportarlo más.

Las lágrimas que había estado conteniendo hasta ese momento fluyeron incontrolablemente. Su cuerpo se desplomó en el suelo. Se apretó el pecho con la mano, tratando de aliviar la asfixiante sensación de su corazón.

Se mordió el labio inferior, "¿No hay oportunidad para que me acerque a ti, Ryd... aunque sea por un momento... antes del día en que tenga que sacrificarme por tu amada...?", dijo en voz baja, mirando a Ryden con esperanza.

"¡No! En mi corazón solo está Caroline. No dejaré que nadie se me acerque. ¡Y no desearía tocar a nadie más que a mi Caroline!", dijo Ryden con firmeza y severidad. "¡Recuerda, Savierra Arlott! ¡Aquí solo eres una extraña! ¡Este matrimonio existe porque mi madre solo quería agradecerte por haberla salvado! ¡Y yo nunca quise este matrimonio sin sentido!".

¡Bang!

Como si la apuñalaran mil cuchillos, como si la atravesara una daga muy afilada, como si la acribillaran miles de balas invisibles, el corazón de Savierra dolía mucho. Las palabras de Ryden hirieron profundamente sus sentimientos. Savierra tenía la intención de mejorar su relación con Ryden, pero solo recibía dolor a cambio.

¡Srakk!

"Eso, ¿es la invitación que querías? ¡Ahora, vete de esta mansión y vuelve a tu lugar! Estoy harto de verte aquí", ordenó Ryden cruelmente, sin ningún sentimiento. Simplemente miró con indiferencia a Savierra, quien luchaba por ponerse de pie lentamente.

"Está bien. Lo recuerdo", dijo Savierra con una sonrisa vacía. Tomó la invitación a la fiesta y retrocedió lentamente. Al llegar a la puerta, se dio la vuelta. Y abrió la puerta lentamente. 'Recordaré esta herida, Ryd...' pensó con tristeza.

¡Brakkk!

Ryden se quedó en silencio. No sabía qué hacer. Ver lo frágil y herida que estaba la mujer que su madre había elegido para casarse con él hizo que su conciencia se inquietara. Sin embargo, tenía que ser firme. En su corazón solo estaba Caroline, sí, solo Caroline Alexandra.

Con pasos inestables y una apariencia desordenada, Savierra se veía lamentable. Caminó lentamente, luego trotó un poco y finalmente corrió a toda velocidad con las lágrimas aún corriendo por su rostro. Levantó el vestido azul marino para facilitar su carrera.

Se detuvo un momento en el jardín cerca de su pequeña casa. Savierra trató de calmarse en el jardín adornado con varias flores hermosas y caras. Las mariposas revoloteaban de un lado a otro sin rumbo fijo. Intentando consolar a la hermosa mujer que estaba sufriendo por un corazón roto.

Cerrando los ojos, Savierra reguló su respiración para calmarse. Sus labios temblaron, tratando de contener los sollozos. Su corazón todavía dolía, su ira aún ardía.

"Eres fuerte, Savierra...", murmuró, tratando de fortalecerse a sí misma. "Tienes que sobrevivir... Al menos, encuentra la felicidad antes de que llegue el momento de morir..."

"Ignora a ese hombre cruel. Solo te hará daño, Savierra", murmuró con el puño cerrado.

Savierra miró con tristeza la invitación que sostenía. "Lo siento, hermano Zyo, ah, lo siento, príncipe... Tal vez Savierra fue desconsiderada al no asistir a tu evento...". Savierra lamentó un poco la invitación del príncipe Zyonel.

Ese hombre fue el primer hombre que la miró con sinceridad en toda su vida, un hombre que deseaba su presencia en una fiesta que él organizaba. Un hombre que la miraba lleno de calidez y brillo. Y... parecía que Savierra tenía que decepcionar las buenas intenciones del príncipe que la había invitado con tanta amabilidad.

"Lo siento, su alteza..."

•••