En un matrimonio desgastado por el machismo y la intromisión de su suegra, Lara Herrera vive atrapada entre el amor que alguna vez sintió por Orlando Montes y la amargura de los años. Su hija Rashel, una niña de seis años, es su único rayo de luz en un hogar lleno de tensiones. Pero todo cambia trágicamente cuando un descuido termina en la pérdida de Rashel, una tragedia que lleva a Lara a enfrentarse a su dolor, su culpa y a la decisión de romper con una vida de sufrimiento para buscar su redención y sanar sus heridas.
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Nuevas oportunidades
El domingo amaneció con el cielo despejado, como si la vida quisiera recordarle a Lara que, pese a todo, los días seguían avanzando. Aquellos dos días libres que Cristóbal le había otorgado habían sido un alivio necesario, pero también un recordatorio de que el dolor por la pérdida de su pequeña Rashel seguía presente, como una sombra que nunca terminaba de disiparse.
Al regresar al trabajo aquella mañana, Lara intentó concentrarse en las tareas que tenía pendientes. La rutina, aunque demandante, la ayudaba a mantener su mente ocupada. Cada archivo que revisaba, cada llamada que respondía, era una forma de alejarse de los recuerdos que a veces amenazaban con ahogarla. Sin embargo, había algo en el ambiente que la hacía sentir más ligera. Desde que llegó a la clínica, Cristóbal siempre había sido amable con ella, confiando en sus capacidades y brindándole un trato cálido que la hacía sentirse valorada.
Cuando la jornada laboral terminó, Cristóbal apareció en su oficina con una sonrisa amable.
—Lara, ¿tienes planes esta noche? preguntó, apoyándose en el marco de la puerta.
Lara levantó la mirada, un poco sorprendida por la pregunta.
—No, en realidad no respondió con cautela.
—Quiero invitarte a cenar dijo él. Es mi forma de agradecerte por todo el esfuerzo que has puesto en el trabajo. Eres una secretaria excepcional, y quería decírtelo en persona.
Lara titubeó. No era común que aceptara invitaciones fuera del ámbito laboral, y la idea de salir con Cristóbal la puso un poco nerviosa. Sin embargo, algo en su tono sincero y en su sonrisa la hizo aceptar.
—Está bien, gracias.
Esa noche, Lara se arregló con sencillez, optando por un vestido azul que resaltaba sus ojos. Cuando Cristóbal llegó a recogerla, la saludó con una sonrisa cálida que de inmediato la hizo sentir más cómoda.
La cena fue en un restaurante tranquilo, lejos del bullicio de la ciudad. Durante los primeros minutos, hablaron principalmente de trabajo, pero conforme pasaba el tiempo, la conversación se tornó más personal.
—Sabes, Lara comenzó Cristóbal, mientras cortaba su filete, yo también he pasado por momentos difíciles. Perdí a mi esposa hace cinco años, y no fue fácil salir adelante.
Lara lo miró, sorprendida por la confesión.
—Lo siento mucho, Cristóbal. No tenía idea.
—No te preocupes. Aprendí que la vida siempre nos da nuevas oportunidades, aunque a veces tardemos en verlas dijo él, con un atisbo de melancolía en su mirada. Hubo un tiempo en el que creí que nunca podría volver a sonreír, pero poco a poco me di cuenta de que tenía que seguir adelante.
Lara asintió, sintiendo una conexión inesperada con él. Aunque sus experiencias eran diferentes, el dolor de la pérdida los unía de alguna manera.
—A veces siento que no merezco una segunda oportunidad confesó ella, jugueteando con su tenedor. He cometido muchos errores, y no puedo evitar pensar que estoy pagando por ellos.
Cristóbal negó con la cabeza, su expresión firme pero gentil.
—Todos cometemos errores, Lara. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. Si nos quedamos atrapados en el pasado, nunca podremos ver lo que el futuro tiene preparado para nosotros.
Sus palabras resonaron en el corazón de Lara. La conversación continuó, y poco a poco, Cristóbal comenzó a hablarle sobre su amistad con Rafael.
—Tu hermano es un hombre admirable dijo Cristóbal con una sonrisa. Siempre me ha impresionado su dedicación. Es un profesional entregado a su trabajo y, además, una gran persona.
Lara no pudo evitar sonreír. Rafael siempre había sido su pilar, y escuchar a Cristóbal hablar tan bien de él la llenaba de orgullo.
—¿Cómo lo conociste? preguntó, intrigada.
—Lo conocí hace unos años, en una conferencia médica en Ciudad de México. Recuerdo que en su presentación dejó claro cuánto ama lo que hace. Desde entonces, nos mantuvimos en contacto, y cuando puse la clínica aquí en Toluca, no dudé en ofrecerle un puesto de trabajo.
Lara asintió, imaginándose a su hermano en aquel momento.
—Es curioso continuó Cristóbal, riendo un poco. Siempre le pregunto por qué no se casa. Es un hombre de mi edad, tiene 45 años, y sigue soltero.
Lara sonrió con cierta curiosidad.
—¿Y qué te responde?
—Siempre me dice que su profesión no le deja tiempo para tener esposa, que su vida son la clínica y sus pacientes. Pero también dice algo que me llama la atención: "La mujer ideal aún no ha llegado a mi vida". Es un romántico, tu hermano.
Lara rió suavemente.
—Eso suena como Rafael. Siempre ha sido muy idealista en temas del amor.
Cristóbal asintió, pero luego su expresión se tornó más seria.
—¿Y tú, Lara? preguntó, mirándola directamente a los ojos. ¿Crees que aún hay espacio para el amor en tu vida?
La pregunta la tomó por sorpresa. Bajó la mirada, sintiendo cómo una oleada de emociones la invadía.
—No lo sé respondió finalmente, con sinceridad. A veces pienso que sí, pero otras veces siento que estoy demasiado rota para volver a intentarlo.
Cristóbal la observó en silencio durante unos segundos antes de responder.
—Nadie está demasiado roto, Lara. Todos merecemos una segunda oportunidad, incluso tú.
Sus palabras, dichas con tanta convicción, tocaron algo profundo en ella. Aunque aún no estaba segura de si creía en ellas, agradeció que alguien lo hiciera por ella.
Cuando la cena terminó, Cristóbal la acompañó hasta su apartamento. Antes de despedirse, le dijo:
—Gracias por aceptar mi invitación, Lara. Espero que podamos repetirlo algún día.
Lara asintió, sintiendo una extraña mezcla de alivio y esperanza.
—Gracias a ti, Cristóbal. Fue una noche agradable. Nos vemos mañana en la oficina que tengas una linda noche ...
felicitaciones autora!!!
Me conmovió hasta las lágrimas, la sentí, la viví y sin dudas la disfruté ... Gracias por compartirla...
FELICITACIONES 👏👏👏👏