Cira, es la hija de la ex reina de los demonios de fuego y del rey de Belgeun, un reino de la comunidad mágica de Hurmaya. Su madre murió hace años y acaba de morir su padre. Su hermano mayor, ha sido coronado como rey y la ha condenado a vivir sin amor.
Dos hombres se han enamorado de ella, y harán hasta lo imposible para que pueda ser libre de amar.
¿Podrá Cira disfrutar de un amor verdadero con plena libertad?
HISTORIA PRECUELA DE LA COLECCIÓN HURMAYA (Cuarta historia corta)
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10. La promesa de las cartas
La princesa Cira ya está en el palacio de Pallango, ha sabido regresar a la habitación asignada sin que se percataran de su ausencia, siente las mejillas calientes. Antes de despedirse, Lord Sinloe le dio un beso en la mejilla, que hizo que todo su cuerpo se llenara de una sensación vibrante.
Se ha puesto su ropa de dormir y se mira en el espejo, no piensa en su origen, no piensa en la misión de encontrar en su hermana, solo piensa en los ojos de Lord Sinloe, en la voz grave y calmada cuando habla, en sus fuertes brazos mientras la abrazaba para que el portal no la arrastrara, en sus palabras al lado de la chimenea. Ella se pregunta si se puede enamorar en tan poco tiempo, si todo lo que está sintiendo es un enamoramiento inesperado.
Mientras Cira está experimentando enamorarse, la reina Viena está viviendo con decepción y dolor, está apretando la manta con que se abriga, una noche más en que estar con su esposo es una obligación que no quisiera cumplir, al menos ya se quedó dormido y ella mira el techo pensando en su vida en Susumira, en sus viajes de exploración, en sus clases de manejo de la espada; alguien que como mujer noble de Susumira si podía hacer, en Pallango solo está encerrada en el palacio. Solo tiene una cosa en la cabeza, si el rey Guzhi se ha divorciado antes, también podría hacer lo mismo con ella, y esa es la única posibilidad de libertad que tenía, pero no está dispuesta a dejar un hijo con él, por eso en secreto lleva tomando hierbas especiales para no quedar embarazada.
Viena sintió al rey moverse, cerró los ojos de inmediato y nuevamente jugaba su papel de estar profundamente dormida, el rey voltea a verla, se dice a sí mismo que su mujer es hermosa, pero esa manera distante de ser, le molesta. La besa, y ella detesta esa cercanía, la sacude para obligarla a despertar.
- "¿Hasta cuando vas a estar así conmigo?", preguntó el rey molesto.
- "No entiendo", respondió Viena con expresión somnolienta.
- "Me esfuerzo por intentar complacerte, y tú solo te quedas quieta, ya deberías haber entendido que eres mi esposa, no te cuesta nada dejar que tu cuerpo sienta el placer, todo sería más fácil si pusieras de tu parte", expresó Gizhi, pretendiendo volver a desnudarla.
- "¿Complacerme?, ¿placer?, usted es un extraño para mí, lo único que sé de usted es que espera que invada mi cuerpo y que yo me sienta feliz por eso; lo siento, pero soy más que una mujer para su cama, para eso se hubiese buscado una amante. Yo tengo pensamientos, sentimientos, deseos. Sabe siquiera qué prefiero comer, qué actividades me gustaría realizar, que tengo prácticamente prohibido ir a la biblioteca porque es privilegio de los hombres, cuando a mí me encanta leer, tiene idea de cómo es Susumira y la diferencia a lo que me ha traído, sin siquiera haberme dado tiempo para acostumbrarme a la idea, tiempo para conocernos. Puede tener mi cuerpo todas las veces que quiera, porque al parecer este maldito sello en mi mano le da el derecho, pero a mí, Su Majestad, realmente a mí, no me va a tener, al menos hasta que sepa quién realmente soy yo, y pueda amarme, entendió amarme, entonces yo procuraré hacer lo mismo, mientras tanto, sírvase Su Majestad, disfrute el cuerpo de la mujer que compró", manifestó Viena, sin amilanarse, ella era una mujer de Susumira y como tal iba a expresarse, aunque pueda significar un castigo terrible, se negaba a llorar, aunque sea de rabia.
El rey de Pallango soltó a Viena, nadie se había atrevido a hablarle de esa forma, menos alguna de sus anteriores esposas, tenía ganas de dominar esa fiera mirada, pero tenía visitantes en palacio, no era momento aún para ello; el rey iba a aprender lo que asfixiar una flor puede lograr.
Al día siguiente, y como le había prometido Lord Sinloe, accedió a las concesiones, mientras que Belgeun asegurara la salud de su gente; se llenaron muchos documentos y los reyes suscribieron los tratados comerciales. Huai estaba complacido, su hermana Cira había logrado conseguir los beneficios para incrementar la fuerza de su reino; lo que más temía el rey de Belgeun era mostrarse débil, era consciente que no tenía la misma genialidad de su padre, pero no se arriesgaría a que le arrebaten su reino.
En la tarde, todos los visitantes de Belgeun estaban alistándose para regresar a sus tierras, la princesa Cira vio a la reina Viena tomando te, junto a la señora Yu, llevaba junto a ella un cofre adornado con algunas joyas preciosas, se lo había mostrado previamente al rey de Pallango completamente vacío, pero ahora pesaba por su contenido.
- "Muchas gracias, por lo que hizo por mí y por la señora Yu", manifestó la reina con Solemnidad.
- "Le dije al rey Gizhi que le regalaría este cofre, aunque no le mencioné que lo llevaría después, (le entrega una varita para el cabello a la reina y saca un libro del cofre) son unos libros mágicos de mi padre, si pone la varilla sobre uno, mientras cerrado aparecerán las letras en el idioma natal de la persona que sostiene la varita, cuando cierre vuelva a poner varita; cualquier persona que lo abra sin esa varita, solo verá páginas en blanco; noté que se quedaba mirando de reojo mis libros. He estudiado mucho los reinos, y Pallango no suele cultivar la educación en las mujeres, algo tan opuesto a Susumira que debe resultar asfixiante. Cada vez que hagamos visitas de reconocimiento, procuraré darle otros", manifestó Cira, con una sonrisa compasiva.
La reina Viena está completamente conmovida, una princesa extraña de otro reino pudo darse cuenta fácilmente lo que ella necesitaba, y su esposo ni siquiera se había puesto a pensar en ello, de manera sorpresiva la reina abrazó a Cira, la amistad que se iba a construir entre ellas, le llevaría a Viena a confiar a la princesa de Belgeun lo más valioso de su vida.
Fue Lord Sinloe quien custodió a la caravana de Belgeun hasta la frontera, mientras ponían las piedras de colores alrededor del carruaje para hacer un viaje instantáneo, Sinloe se acercó a la ventana del carruaje de Cira.
- "Su Alteza, le enviaré cartas con mensajes mágicos solo para sus ojos, por favor acepte, me gustaría no perder el contacto con usted, me gustaría que nos conozcamos, no tenga miedo, yo aceptaré lo que sea de usted, y no importa si parte de usted no es de Hurmaya, sé que es muy pronto para decirlo, pero por usted correría cualquier riesgo", manifestó Sinloe.
Cira sintió su corazón latir a toda prisa y como si no pudiera caber en su pecho, tenía miedo de arriesgarse, pero era obvio que ese hombre había cautivado algo en ella.
- "Las esperaré con ansias, a mí también me gustaría que nos conozcamos más", aseveró Cira acariciando la mano de Sinloe, ambos se sonríen y se conectan.
Los oficiales le avisan al conde de Gao que debe apartarse, las piedras mágicas de colores para desplazamiento instantáneo debían activarse; no tuvo más remedio que alejarse, sin dejar de mirar a la mujer que por primera vez en su vida ha amado realmente.
Me gustaría saber el orden completo de.las sagas completas
Tambien si nos es mucha.molestia saber si abrá mas cap de la colección de hurmaya todos los reinos