Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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11
—¿T..Tu hijo? — preguntó Damon en un susurro, su voz apenas audible mientras el aire entre ellos se llenaba de una tensión que parecía tangible.
Ilán asintió con la cabeza, su expresión quebrada por el dolor que llevaba cargando en silencio.
—Necesito tu médula ósea para salvar a Gio.
—¿M..médula ósea? ¿Gio? —repitió Damon, el desconcierto y la incredulidad dibujándose en su rostro.
—Mi hijo sufre de leucemia mieloide y necesita un trasplante de médula ósea. Pero la mía no es compatible, así que...
Damon interrumpió, con una mezcla de confusión y creciente preocupación.
—Espera, ¿tu hijo sufre de qué? —Su voz se alzaba, mientras su mente intentaba asimilar lo que Ilán le decía, especialmente al verlo llorar con tanta desesperación.
—Mi hijo tiene leucemia mieloide. Es cáncer en la sangre.
El impacto fue como un golpe seco. Damon sintió que algo profundo dentro de él se rompía. La palabra "cáncer" resonaba en su cabeza, cada sílaba cargada de temor. La feromona de Ilán llenaba el aire, envolviendo a Damon en una mezcla de tristeza y súplica.
—Gio necesita un trasplante de médula, y solo tú puedes donarla. Porque la mía... no es compatible.
—¿Qué? —exclamó Damon, sus ojos se ensancharon de asombro y su cuerpo entero se tensó. Todo en ese día le parecía un torbellino de sorpresas. Primero la aparición de Ilán después de tanto tiempo, y ahora esta petición que parecía absurda, casi irreal.
El aroma que desprendía Ilán como Omega comenzaba a envolver a Damon. Era una señal clara de que su angustia estaba alcanzando un punto álgido. Damon sentía su propio instinto alfa activarse, luchando entre su rabia y el deseo natural de proteger.
Damon no era una persona egoísta; ayudar por el bien de otro no era un problema para él. Pero ¿por qué tenía que ser él? ¿Por qué no el padre del niño, el esposo de Ilán? Ese pensamiento en particular lo atormentaba, recordándole que Ilán había seguido adelante. Y aquello, la mera idea de que su antiguo esposo ahora tuviera una nueva familia, le dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Por favor, Damon. Ayuda a mi hijo. Me prometiste que me ayudarías —rogó Ilán, las lágrimas cayendo sin control.
—Sí, te prometí que te ayudaría —respondió Damon, intentando mantenerse firme—. Pero ¿por qué yo? ¿Por qué no le pides a su padre que lo haga? —preguntó, su voz llena de confusión y amargura contenida.
Para Damon, lo más lógico era que el donante fuera alguien cercano de sangre, el padre del niño, sobre todo. Pero no entendía por qué Ilán estaba ahí, frente a él, suplicándole a él y no a su esposo.
Ilán lo miró con los ojos cargados de culpa, su aroma Omega intensificándose, inundando el espacio con una mezcla de desesperación y arrepentimiento. Las feromonas de Damon reaccionaron de inmediato, provocando que su pulso se acelerara y su cuerpo se tensara aún más.
—Lo estoy haciendo... —Ilán tragó saliva antes de continuar, sabiendo que la verdad lo cambiaría todo—. Estoy pidiéndole al padre biológico de mi hijo, Damon. Por favor, ayuda a nuestro hijo. Ayuda a Gio.
Fue como si un rayo lo hubiera golpeado. Damon se quedó inmóvil, sintiendo que el suelo bajo sus pies se desmoronaba.
—¿N..nuestro hijo? —murmuró, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Sus palabras eran apenas un eco en su mente, mientras miraba a Ilán con una mezcla de incredulidad y shock.
—¿Gio... nuestro hijo? —repitió, su voz quebrada. El Omega asintió lentamente, las lágrimas cayendo de su rostro en una cascada silenciosa.
Por segunda vez, Ilán asintió, sus ojos suplicantes buscando los de Damon. Le contó la verdad, la verdad que había ocultado durante tantos años. Y mientras hablaba, Damon sintió que la ira y la tristeza se enroscaban en su pecho, una emoción cruda y abrasadora que no podía controlar.
Damon cerró los puños con fuerza, sus nudillos se volvieron blancos mientras feromonas de furia comenzaba a inundar la habitación. Cada palabra que salía de la boca de Ilán lo golpeaba como una daga. El hecho de que, durante todo ese tiempo, había tenido un hijo al que nunca conoció, y ahora ese hijo estaba enfermo... era demasiado para asimilar.
—Por favor, Damon. Yo... —Ilán intentó hablar, pero fue interrumpido.
—¡Eres cruel, Ilán! —gritó Damon, su voz quebrada por la ira, poniéndose de pie de repente. El aire se cargó de su feromona, fuerte y abrumadora, una manifestación de su furia contenida—. ¡Eres el ser más cruel que he conocido en mi vida! ¿Cómo pudiste mentirme durante tantos años? ¿Tienes idea de lo que me hiciste?
Damon golpeó su propio pecho con el puño, tratando de calmar la tormenta de emociones que lo consumía.
—Durante años, Ilán, he cargado con la culpa de la muerte de nuestra hija, sin saber que nuestro otro hijo estaba vivo todo este tiempo.
—Damon... —susurró Ilán, intentando tomar la mano de su ex esposo, pero Damon la apartó con un gesto brusco, negándose a ser tocado.
—No lo digo para excusarme. ¡Sé que cometí errores! —continuó Damon, las lágrimas brotando de sus ojos mientras la ira y el dolor lo consumían—. ¡Sé que fallé! Fallé en protegerlos, fallé en ser el alfa que debí ser. ¡Pero esto...! —se interrumpió, respirando pesadamente—. ¿Tenías que castigarme de esta manera? ¿Alejarme de mi propio hijo?
Las palabras se quedaban suspendidas en el aire entre ellos, tan pesadas como la verdad que acababa de ser revelada. Damon respiraba entrecortadamente, mientras las feromonas de ambos envolvían el espacio, reflejando el caos emocional que los dominaba.
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