Thailor Brown es un joven omega que trabaja en la empresa del prestigioso CEO, Dimitrei Uvarov. Él es un alfa imponente que llevó a la cima a su empresa desde muy joven, pero su padre, al estar enfermo, exige que este contraiga matrimonio pronto.
Al conocer a Thailor, Dimitrei decide usarlo a él para que finja ser su pareja y si el joven no acepta amenaza con arruinar su carrera dentro de la empresa, así que Thailor no tiene más opción que aceptar el trato.
¿Podrá esta relación ir más allá de un contrato?
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11
Durante el día, Thailor empezó a notar un cambio en el comportamiento de sus compañeros. Cada vez que pasaba por los pasillos, recibía cálidas sonrisas y felicitaciones por su reciente relación con Dimitrei. Era evidente que todos sabían.
La atención constante lo incomodaba un poco, pero también se sentía valorado, como si el reconocimiento de su relación le hubiera dado un nuevo estatus dentro de la empresa. Sonrió para sí mismo, pensando en lo surrealista que era todo aquello. Nunca imaginó que la empresa haría un anuncio oficial sobre su relación con Dimitrei. Sin embargo, pronto recordó la realidad: su relación no era más que un contrato, un acuerdo con el CEO, no una conexión real basada en amor o afecto genuino.
Al mediodía, mientras el ambiente en la sala de empleados se llenaba de murmullos y preparativos para la hora de descanso, un visitante inesperado hizo que todos quedaran atónitos.
Dimitrei, con su habitual porte imponente y rostro frío, entró directamente en la oficina de Thailor. No había ni rastro de una sonrisa en su rostro, y su presencia hacía que el aire se volviera tenso.
Los empleados intercambiaron miradas sorprendidas, conscientes de hacia dónde se dirigía su jefe. Nadie se atrevía a moverse mientras veían a Dimitrei avanzar con paso firme hacia el escritorio de Thailor.
—Thailor —llamó Dimitrei, su voz resonando con autoridad.
Thailor, inmerso en una pila de documentos, levantó la vista sorprendido. Tratando de mantener la calma, dejó sus papeles a un lado.
—¿Dimi? Lo siento, olvidé que...
—No importa, prepárate —lo interrumpió Dimitrei con un tono impaciente.
Sin perder tiempo, Thailor comenzó a ordenar su escritorio, moviéndose con precisión y rapidez. Dimitrei observó cada movimiento con una ceja levantada, impresionado por la eficiencia de su pareja.
Thailor, siempre meticuloso en su trabajo, guardó los documentos importantes en un cajón bajo llave y, con una sonrisa nerviosa, dirigió una mirada de disculpa a Dimitrei por haberlo hecho esperar. Sin embargo, Dimitrei no dijo nada más, simplemente asintió.
Mientras tanto, los empleados, que no querían estar en medio de la escena, comenzaron a abandonar la oficina disimuladamente, temiendo hacer algo que pudiera disgustar al jefe. El ambiente en la sala había cambiado por completo; el respeto, y quizás un poco de miedo, se sentía en el aire.
Dimitrei y Thailor salieron juntos del edificio con paso firme, dejando a todos en la empresa sorprendidos por lo que acababan de presenciar. No era común ver al CEO interactuar tan personalmente con alguien, y menos aún de esa manera.
Una vez en la calle, se dirigieron al restaurante favorito de Dimitrei, un lugar elegante que visitaba cada vez que estaba en la ciudad. Al llegar, fueron recibidos con un ambiente cálido y relajado, completamente distinto a la tensión que solía rodear a Dimitrei en la oficina.
Se sentaron en una mesa reservada, alejada del resto de las personas, asegurando la privacidad que Dimitrei siempre prefería. Pronto, un mesero se acercó para tomar sus pedidos.
—¿Qué vas a comer? —preguntó Dimitrei, observando el menú, aunque ya sabía exactamente lo que pediría.
—Lo mismo que tú. Yo como de todo —respondió Thailor, esbozando una sonrisa educada.
Dimitrei alzó la vista y, por un breve instante, sonrió. Era una sonrisa pequeña, casi imperceptible, pero suficiente para que Thailor notara el hoyuelo que se formaba en su mejilla cuando lo hacía. El simple gesto hizo que Thailor se sintiera incómodamente atraído.
‘Es increíble lo atractivo que es cuando sonríe,’ pensó Thailor, sintiendo una pequeña punzada de nerviosismo. ‘Si este contrato dura lo suficiente, podría llegar a enamorarme de él... ¿Qué voy a hacer?’
Dimitrei, sin saber los pensamientos de Thailor, ordenó la comida para ambos. Mientras esperaban, mantuvieron una conversación ligera, algo inusual en Dimitrei, que solía ser serio incluso en los momentos más relajados. Thailor, sin embargo, lo escuchaba atentamente, aprovechando cada oportunidad para entender mejor a su enigmático jefe.
Cuando la comida llegó, ambos comieron en silencio. Dimitrei no tenía la costumbre de hablar mientras comía, y Thailor, acostumbrado ya a sus hábitos, no hizo ningún intento de romper el silencio.
A pesar de su frialdad, Dimitrei apreciaba la compañía de Thailor. Era raro encontrar a alguien que lo entendiera tan bien, que no lo hiciera perder la paciencia con preguntas o comentarios innecesarios. Thailor, por su parte, sabía que debía mantener la calma, incluso cuando Dimitrei soltaba comentarios que podrían ser considerados crueles o hirientes. Quizás todo formaba parte de una estrategia de Dimitrei para probar su lealtad.
Después de terminar, Dimitrei se levantó primero y le extendió la mano a Thailor.
—Debes acostumbrarte a esto —dijo, con su tono habitual—. Quiero que todo parezca natural, no forzado.
Thailor asintió, esbozando una sonrisa mientras tomaba la mano de Dimitrei. ‘No tienes que forzarme, con gusto tomaría tu mano, Señor CEO,’ pensó para sí mismo.
Ambos salieron del restaurante, caminando juntos de vuelta a la empresa, como si todo aquello fuera lo más natural del mundo.
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