En medio de la adversidad y la desconfianza, dos almas se ven unidas por un destino implacable. Ella, acusada injustamente y condenada por un crimen que nunca cometió. Él, sediento de venganza y convencido de su culpabilidad. Obligados a un matrimonio forzado por circunstancias ajenas, se embarcan en un viaje lleno de secretos, intrigas y pasiones ocultas. ¿Podrán superar el peso del pasado y encontrar la verdad que los liberará? Descúbrelo en esta apasionante novela de amor y redención.
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Capitulo XI No eres de la familia
Gabriel caminó hasta la cama como un lobo acechando a su presa, Daphne se quedó paralizada del miedo que este hombre le infundía. Acorralándola contra la cama.
"¿Dime qué se siente haberle quitado la vida a un ser humano?", pregunto Gabriel con una mirada aterradora.
"Fue un accidente, yo solo me estaba defendiendo", respondió Daphne aterrada.
"No te creo nada, mi hermano nunca te hubiera lastimado, él estaba enamorado de ti, pero sabía que tú solo buscabas su dinero", dijo Gabriel convencido de lo que estaba diciendo.
"Eso no paso así, déjame explicarte cómo pasaron las cosas", pidió Daphne con la voz quebrada.
"Mejor enséñame por qué vuelves locos a los hombres, enséñame porque me tienes como loco a mí", Gabriel empezó a besarla bruscamente, Daphne empezó a luchar con él, pero la diferencia en sus fuerzas eran muy desiguales. Ella no podía creer que estuviera viviendo de nuevo aquella pesadilla, resignada y sin fuerzas dejo de luchar y solo se limitó a llorar. Esta actitud hizo recapacitar a Gabriel quien al darse cuenta de lo que iba a hacer se detuvo.
"Lo siento, perdí el control", se disculpó apartándose de ella.
Daphne no decía nada, ella solamente lloraba desconsoladamente, quería terminar con todo esto, quería regresar el tiempo atrás y nunca haber ido a esa universidad, nunca haber conocido a Alberto Hoffman, nunca haber conocido a Gabriel Hoffman, el corazón le dolía, pero más le dolía sentir algo por ese demonio que tenía frente a ella.
"Deja de llorar y vuelve a dormir", ordeno Gabriel con frialdad.
"Déjame ir, por favor o regrésame a la prisión, pero ya no me hagas más daño, no quiero estar siempre esperando lo peor de ti", las palabras de Daphne salían ahogadas por el llanto.
"Nunca te dejaré ir, acaso no lo entiendes, no entiendes que muero por ti, muero por acerte el amor", las confesiones de Gabriel dejaron sin palabras a Daphne quien no supo cómo contestar.
Mientras tanto, Gabriel reacciono después de decir esas palabras y salió de la habitación a pasos agigantados, se sentía como un imbécil al haber caído en las redes de una mujer tan mentirosa, de una mujer que solo estaba interesada por el dinero, ella llevó a su hermano a la locura con esa cara de niña buena y lo peor era que estaba haciendo lo mismo con él, furioso consigo mismo, Gabriel se fue con Efraín a beber sin control.
Mientras tanto Daphne no pudo conciliar el sueño pensando en todo lo que le había dicho Gabriel. Pasada la media noche Gertrudis la fue a buscar para informarle que el señor se encontraba en el jardín muy ebrio, aún convaleciente, Daphne se apresuró en buscar a su esposo, encontrándolo en un estado lamentable.
"Vayamos a la habitación", susurro Daphne colocándose al lado de Gabriel.
"Déjame en paz, quiero estar aquí", grito Gabriel empujando a Daphne.
Ella cayó al suelo golpeándose fuertemente, Gabriel reacciono al ver lo que había hecho, así que se acercó a ella tambaleándose y la ayudo a levantarse.
"Lo siento, vamos te llevo a nuestra habitación", dijo Gabriel apenado.
Los dos entraron a la casa, llegaron a su habitación, Daphne ayudó a Gabriel a acostarse, ella quiso alejarse de él, pero él la tomo de la mano haciendo que ella cayera encima de él.
"Quédate conmigo, no me dejes", susurro Gabriel.
"Está bien, ahora vamos a dormir", Daphne se acomodó al lado de Gabriel, él la abrazo fuertemente.
Cuando ella pensó que él se había dormido intento zafarse de su agarre.
"No te muevas, déjame aspirar tu olor", besando el cuello de Daphne, Gabriel finalmente se quedó dormido, ella no se atrevió a moverse quedando también rendida por el cansancio.
Al día siguiente Gabriel despertó con un fuerte dolor de cabeza, al abrir los ojos se dio cuenta que estaba abrazando a Daphne quien aún dormía, recorriendo su cuerpo con la mirada se sintio muy atraído por ella, delicadamente empezo a recorrer su cuerpo pasando suavemente sus dedos por la tersa piel de su esposa, el piyama que ella llevaba puesto estaba se levantó de tal manera que dejaba al descubierto parte de su muslo, Gabriel noto el golpe que tenía en esa zona y fue entonces que recordó la torpeza que cometió durante la noche. Arrepentido beso el hombro de su esposa quién empezo a moverse.
"Me haces cosquillas", dijo aún dormida Daphne.
Gabriel sonrió ante la reacción de su esposa, así que continuo besando esa zona, Daphne finalmente despertó algo desorientada.
"Buenos días", fue lo único que se le ocurrió decir.
"Buenos días", respondió Gabriel recorriendo el cuello de Daphne con sus labios.
Daphne se quedó inmóvil ante lo que estaba sucediendo.
"Déjame hacerte el amor", pidió Gabriel con la respiración entrecortada.
"Tengo miedo", respondió Daphne con timidez.
"No voy a lastimarte", respondió Gabriel.
Llena de dudas y miedos, Daphne acepto estar con Gabriel, su cuerpo lo deseaba aunque su mente era otra cosa. Estaban sumergidos en la pasión, cuando fueron interrumpidos por una llamada telefónica y Gertrudis tocando rápidamente a la puerta.
"¿Quién demonios nos está interrumpiendo", grito Gabriel molesto.
Daphne se levantó rápidamente y acomodo su ropa para abrir la puerta mientras Gabriel contestaba el teléfono.
"¿Qué donde está mi abuelo?", se escuchó el grito de Gabriel desde el interior de la habitación.
Daphne regreso junto a Gabriel, pues Gertrudis le había contado lo que estaba pasando.
"Mi abuelo fue secuestrado, necesito ir a la mansión", dijo Gabriel ignorando a Daphne.
"También me voy a cambiar para acompañarte", respondió Daphne yendo al clóset por su ropa.
"Esto es un asunto familiar y que yo sepa tu no eres de la familia", Gabriel salió de la casa dejando a Daphne atrás.
El corazón de Daphne se rompió en mil pedazos y sus ojos se llenaron de lágrimas, «que ilusa fui, para Gabriel no soy más que una calentura, nunca me considerara parte de su familia, solo me estaba utilizando", pensó Daphne mirando por la ventana. Tenía que encontrar la manera de salir de aquella casa.