Una noche entre los brazos de Nicolás Thompson, cambiará por completo la vida de Anna Brown.
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Yo quiero un amor así.
Pov Nicolás.
Al entrar al lugar, Anna, parece una niña, su mirada está iluminada, para ser una chica de la alta sociedad me sorprende, ya que parece un animalito que acaba de salir del cautiverio.
El mesero que nos acompaña, nos guía hasta nuestra mesa, al llegar, abro la silla para ella, me aseguro de que está cómoda y luego me siento, un rato después estamos almorzando.
— ¿Quieres algo más? Pregunto al ver que acabó con todo.
— No, gracias mi estómago no puede más. — Suspira pesadamente.
— Has empezado a tener síntomas, es normal que tengas más apetito.
— Y que me fastidie tu perfume. — Ambos reímos.
— No volveré a usar ninguno, hasta que terminen los nueve meses. — Ella me mira a los ojos y por un momento se sonroja, luego baja la mirada.
— No lo hagas.
— ¿Qué? — Pregunta algo confundida.
— No bajes la mirada, me gusta más cuando me retas.
— Jajajajaja me abría imaginado cualquier cosa, menos que eras mazoquista.
— No mal intérpretes mis palabras, tienes la facilidad de distorsionar todo lo que digo. — No sé porque, pero sé que en este momento hay una sonrisa tonta en mi rostro. — Nos interrumpe el mesero quien trae el postre. — Anna, con solamente mirar el plato, hace cara de asco. mi ceño se frunce al verla.
— Retíralo por favor. — Le digo al mesero y él de inmediato entiende la situación y lo hace. La veo respirar profundo, tratando de calmar las arcadas que seguramente está sintiendo en el estómago. lleva su mano a la boca y se pone de pie, la observo mirar desesperada en todas las direcciones. Rápidamente me pongo de pie, tomo su mano libre y la guío al baño de damas e ingreso con ella, la acompaño a uno de los baños y sostengo su cabello durante un largo rato, al observar que no puede más, pues ha vaciado su estómago. Acarició su espalda en forma descendente, no sé por qué, pero siento que puede ayudar, se levanta y se dirige al lavado, enjuaga su rostro con abundante agua y luego se dirige a mí, la observo y está llorando, la atraigo contra mi pecho y la envuelvo en mis brazos.
Una mujer de avanzada edad que va entrando al baño nos mira con desdén. Anna, se percata de ello y trata de alejarme, no se lo permito, la abrazo aún más fuerte.
— Es mi mujer, está embarazada y no se siente bien. ¿Hay algún problema con ello? — Mi tono es frío y aunque planteo una pregunta, la mujer entiende que no debe responder, así que sigue su camino.
Después de unos segundos, Anna se separa lentamente.
— ¿Te sientes mejor? — Asiente y salimos del baño.
— No debiste hablarle así. — Dice una vez volvemos a la mesa.
— No me gusta la gente entrometida.
— Gracias, pero no lo vuelvas hacer.
— No tienes que agradecer, yo contribuí a que te sientas así. — Vuelve a sonrojarse, pero esta vez no baja la mirada, y eso me agrada. — Tendrás que volver a comer. — Anna, me mira sorprendida — Jajajajajajaja — Mi carcajada sale a flote al ver su expresión. — No te preocupes, no tiene que ser ahora. — Ella sonríe.
— Vamos.
— ¿A dónde? — Pregunta
— Ya verás, no seas impaciente. — pago la cuenta y dejo la propina.
Salimos y subimos a la camioneta, el conductor ya sabe cuál es el siguiente destino.
En el trayecto, Anna, se queda dormida. Al llegar la despierto.
...***...
Pov Anna.
— Despierta, hemos llegado. — Escucho la voz de Nicolás.
— ¿Dónde estamos? — Pregunto algo somnolienta.
— Baja y averigualo. — Al salir del auto me encuentro frente al jardín Hermitage. Es un lugar de ensueño, generalmente es visitado por los enamorados, es realmente hermoso. Cuenta en su centro con un monumento en forma de corazón en el que cuelgan campanas que emiten sonidos con cada ráfaga de viento. Dicen que los corazones amantes, vienen a este lugar a sellar su amor con un beso y posteriormente atraviesan el corazón, tomados de la mano. Nicolás y yo, caminamos recorriendo cada parte de este hermoso lugar.
— ¿Estás cansada? — Pregunta al ver que me detengo un momento.
— Solo un poco.
— Ven, vamos a sentarnos — asiento con la cabeza. Él toma mi mano, lo cual me paraliza por un momento, se detiene y me mira. — ¿Sucede algo? — Pregunta y yo niego con la cabeza. Caminamos y nos sentamos en la banca hubicada a un lado del monumento en forma de corazón.
Nos quedamos en silencio, solo disfrutamos del panorama.
vimos a una pareja de ancianos acercarse, la señora, permanecía sentada en una silla de ruedas, mientras el anciano a paso lento y con evidente dificultad la impulsaba para poder acercarse al corazón, por un momento se detuvieron y hablaron durante un par de minutos, y aunque no pudimos escuchar lo que decían, pues solo hablaban para ellos, el amor en sus ojos, era evidente. Con un poco de dificultad, el anciano se inclina y deposita un casto beso en los labios de aquella mujer, que aunque anciana y en silla de ruedas, estoy segura, se siente la chica más hermosa y afortunada del mundo. El anciano vuelve a su posición inicial y empuja la silla en que se encuentra su amada, y juntos, atravesando el corazón, continúan su camino.
— Yo quiero un amor así. — susurro mientras continuo viendo aquella pareja alejarse.
— Sería bueno aprender a amar, solo si es de esa manera. — Dice Nicolás, igualmente en un susurro. Ambos suspiramos y nos perdemos en nuestros pensamientos.