El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.
Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.
Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.
¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?
¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?
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CAPÍTULO 11
Suspirando de nuevo, se levantó y caminó un poco en su habitación, preparándose mentalmente para salir. Si bien no era un prisionero, se sentía vigilado a toda hora.
Justo cuando estaba por salir, se detiene al frente de su espejo de cuerpo completo, observándose con el ceño fruncido.
—¿Será que ella me aceptará?—preguntó en un susurro—soy Feo.
Por primera vez sintió que sus más de 100 kilos le pesaban. Jamás le había interesado su aspecto físico, siempre fue descuidado con eso.
Tampoco le importaba formar un harén como su hermano menor y visir, o casarse. Siempre pensó que su heredero sería el primer sobrino que Ibrahim le diera.
De tan solo recordar cómo con las mujeres que había copulado, enviadas por su madre para intentar que alguna le gustase, salían asqueadas de su recámara, después de hacerlo con él, era solo un recordatorio de que no podía aspirar a nada.
Así como las mujeres creían en su época que solo hermosas y jóvenes podrían obtener un buen partido, los hombres cómo él estaban presionados, ya que solo serían deseados si eran guapos y fuertes.
Negando con la cabeza, no pudo evitar pensar en su hermano y en la suerte que Ibrahim tenía. No solo era inteligente y bueno en la magia, sino también guapo.
Siempre sospechó que él era él bendito original, quién debía ser el heredero. Pero pensando en cómo este nublaba su mente por su gusto a las mujeres, supuso que el espíritu divino lo había rechazado.
Tras dar un suspiro aún más pesado, caminó hasta su baúl y sacó de este un pequeño,, pero grueso libro de cuero negro.
Las letras, si bien estaban bañadas en oro, ya mostraban signos de desgaste por el tiempo. Era el libro de recetas de su abuelo materno, heredado por su madre.
La reina Elizaveta estaba feliz de que su hijo mayor se pareciera a su abuelo, y no al monstruo de su padre. Por lo que encantada, le había dado su diario de recetas.
Siendo un apasionado por los viajes, su abuelo materno viajó por casi todo el continente y almacenó todas las recetas que él conoció en su diario, para después recrearlo.
Desarrollando así una habilidad culinaria tan buena, no solo fue fácil que fuera asignado su abuelo como chef personal de su padre, el anterior sultán, sino que su hija fuera elegida como esposa principal y primera reina
De tan solo recordar aquello, su corazón se estrujó mientras la nostalgia lo golpeaba sin piedad. Ese había sido su sueño, no únicamente viajar en el continente, sino también por todo el mundo y seguir los mismos pasos de su abuelo.
Pero el destino no era justo, lo que provocaba que entendiera a Beatrice. Mientras ella estaba maldita a morir en las manos de un demonio, él tenía que heredar el legado oscuro del maldito de su padre.
—Me pregunto—susurró ojeando el libro—si le gustará...
A su madre le encantaba contarle la historia de cómo su abuelo conquistó el corazón de su abuela, quién era hija de un rico comandante, ganándose su estómago.
Esperando que por lo menos se pudiera acercar poco a poco a ella, decidió no presionar el asunto y salir de una vez de su habitación.
Caminando con solemnidad, siendo acompañado por sus criados y por sus guardias personales, llegó hasta el pasillo dónde se encontraba la habitación de la princesa Beatrice.
—Su alteza—saludó Murad.
En frente suyo se encontraba Samuel, segundo hijo del rey Guillermo y la reina Irene, por lo que era el sobrino de Beatrice.
Era extraño ver que un sobrino era mayor que su tía, pero entendiendo que el abuelo de este tuvo ya mayor al resto de sus hijas, se hacía lógico, aunque poco común, aquel hecho.
—Su majestad—saludó el príncipe—¿Cómo ha estado?
—Muy bien, su alteza—respondió—la hospitalidad de sus padres ha sido muy acogedora.
—Me alegro—sonrió—¿Ha venido a saber sobre mi prima?
—¿Perdón? ¿Prima?—cuestionó confundido.
—¡Je,je,je! Nos tratamos así, ya que es un poco raro verla cómo mi tía siendo mayor que ella—aclaró divertido—Gracias a dios ha despertado, aunque ahora en estos momentos está siendo atendida.
—Me alegro de que haya despertado—susurró tranquilo—su alteza, ¿puedo hacerle una solicitud?
Curioso, Samuel accedió a ayudar a Murad. Sorprendido ante el pedido del sultán, observó incrédulo como este le pidió prestado algunos condimentos y una de las cocinas auxiliares.
Una vez se colocó el delantal y la gorra de cocina, dejó un extraño libro en la mesa mientras reunía algunos ingredientes.
Siendo llevado por su curiosidad, se acercó al libro y logrando entender el idioma que había escrito, estalló en carcajadas al leer lo que estaba allí.
—¡“Receta para hacer un amarre”!—expresó rojo de la risa—¡¿Pero qué es esto?!
—¿Su alteza?—preguntó un poco avergonzado Murad—¿Qué ocurre?
—Perdón, Sultán—se disculpó—es que de niños, mis hermanos y yo teníamos una agencia “matrimonial". No pude evitar recordar aquello.
Calmándose un poco, recordó cómo las personas los llamaban “los trillizos del amor”.
Inclusive hasta ellos habían intentado hacer amarres para ayudar a sus clientes, aunque solo provocaban intoxicaciones a diestras y siniestras.
—¿Qué significa este título?—preguntó curioso.
—“Receta para calmar el corazón”—le explicó.
Samuel asintió, tranquilo de que había traducido mal y que no era un amarre. Si de verdad había entendido bien las palabras de su padre, entonces había una probabilidad pequeña de que el sultán ayudara a Beatrice, por lo que no quería exponerla a un encanto.
Sentándose en una silla apartada, observó junto a los demás criados y guardias como Murad se movía con una naturalidad por la cocina.
Así, el sultán, no solo preparó una mezcla caramelizada hirviendo un poco de azúcar, sino que pidió que le trajeran agua helada de las bodegas.
Mientras tanto, el hombre cortaba de manera extraña algunas frutas como fresas, naranjas y uvas. Una vez la mezcla estuvo lista, agarró los pedazos y los sumergió en el caramelo, para luego pasarlos por agua fría.
—¿Qué prepara?—preguntó curioso.
—Es una receta del reino de Cora—susurró Murad—según se cree que endulza el corazón de las personas con miedo.
Samuel se quedó boquiabierto, asociando aquello con la situación de Betty. Era impactante que un hombre tan poderoso como Murad, estuviera haciendo algo que solo hacían las mujeres, pensando en ella.
Porque siempre los dioses caprichosos y los demonios malditos hacen con los hombres no se les antoja su gana...
aaaag. que coraje
teníamos que saber esto???!!!
y al regresar baba aseguró que habian perdido su virginidad...
ahí ya no entendí.
ahora lo desoreciaran por flaco y feo jajajaja
o la que se suicidó??/Skull/
sublime
hermoso
maravilloso...
Ojalá le hagas justicia a este héroe...
será en defensa propia
por eso corrompe y laceraba el cuerpo de Beatriz?
como venganza. por su hermano maldito demonio
suena que está madre tiene mucho que ver con la maldición de sus hijas
alguien me puede informar?
será épico este novelon
ya que acabe la masacre
parece los pasajes de Edgar Allan poe
me estoy confundiendo