Amor De Manicomio

Capítulo 11

Comienzan los Enfrentamientos

Laura Sylver

Salgo de la sala de interrogatorios con una sonrisa enorme y una cara de satisfacción que define lo que siento en este momento a la perfección, la verdad no sé porque hice todo esto, no acostumbro a acostarme con nadie a primera cita y es que eso ni siquiera contó como una cita, simplemente la cosa se dio así no mas y no me arrepiento, lo repetiría mil veces de ser necesario, es que este hombre es dinamita pura.

Camino hacia la oficina del comisario para encender la cámara, los micrófonos y por supuesto devolver esa llave que tomé sin permiso de esa gaveta antes de que me descubran, mientras tanto voy peinando mi cabello, tratando de recogerlo en una coleta alta con una liga. Frente a la oficina del comisario tropiezo con Meier, quien estaba a punto de entrar ahí, asumo que estaba buscándome y que rabia que me haya encontrado, aunque siento que a su vez fui muy afortunada, si hubiera seguido la fiesta con ese hombre sin dudas este nos habría descubierto en un momento. Y vaya que suerte tuve de que no fue así.

—¿Dónde estabas? Te estuve buscando por todos lados creí que te habías ido, incluso bajé a ver si tu coche aun estaba en el estacionamiento —pregunta aliviado de verme y me toma del brazo guiándome hasta la salida.

—Yo... Yooo... Estabaaa —me quedo sin ideas en el peor momento. Tartamudeo como una boba al no saber ni que decirle a este hombre, tengo aun las llaves en mis manos y debo devolverlas antes de que el comisario pise su oficina mañana, si se dan cuenta de que las tomé sin permiso va a despedirme—. Vengo de los baños, me quedé a leer un poco más ese informe hasta que decidí dejarlo en su escritorio y volver a casa.

—¿Por toda una hora? Ven, te llevaré yo mismo a tu casa, es tarde como para que andes conduciendo tu sola por la carretera.

—No es necesario, de verdad. Adelántate, iré a por mis cosas.

—Claro que no, no te dejaré sola aquí. Ni pensar que podrían hacerte en este lugar. Además, tu ya tienes tu bolso contigo. ¿Por qué estás tan distraída? Comienzas a preocuparme.

Me dice este hombre insistiendo en acompañarme, la verdad que es demasiado inoportuno y metiche.

—Ok, vamos —viro mis ojos con cierto fastidio y sigo a Frank.

Camino al lado de este hombre y estúpidamente volteo a mirar atrás, lo que me parece ridículo porque sé que es imposible que ese hombre salga de ahí a mirarme.

Cuanto desearía que estuviera en libertad, me lo comería a toda hora, sin duda sería suya.

¿Será muy difícil ayudarlo a escapar?

Es decir, si se esconde en algún lugar donde yo pueda visitarlo a diario... Sería genial. ¡Oh no! Ni hablar. Esta unidad está repleta de cámaras por todas partes, nos descubrirán en un abrir y cerrar de ojos.

¿Será casado?

Camino ensimismada sumergida en mi burbuja de pensamientos y Frank me mira preocupado.

Es decir, ese hombre en medio de su alucinación me llamó por el nombre de...

¿Esa tal Monique será su mujer?

Creo que me estoy haciendo ilusiones vanas, estuvimos solo porque en medio de su fiebre me vio como si yo fuese aquella mujer. De lo contrario él ni me habría volteado a ver.

¿Pero que estoy pensando? Ese hombre es ajeno y aparte de eso está preso quien sabe por qué razón.

Debo verlo de nuevo, así podré saber si en realidad lo disfrutó conmigo, o si solo lo hizo porque estaba pensando en ella.

No puedo quedarme con esa duda, él tiene que ser para mí.

Llegamos al estacionamiento y Francisco abre la puerta de su pequeño vehículo para ayudarme a subir al asiento de copiloto, en todo el camino yo iba pensando en aquel hombre que me dejó las piernas temblando como bambi, es que sus movimientos de caderas. Definitivamente nadie los puede superar, ese hombre es un vibrador andante y me encanta. Esa manera de complacer a una mujer es única.

Frank mira mi cara sonrojada y tira la puerta con fuerza en seguida el toma el volante y vuelve a mirarme fijamente hasta que comienza a hablar.

—Quería aprovechar que estamos solos y que no nos encontramos bajo la presión de nuestro día a día laboral para confesarte algo.

—No, por favor no sigas —interrumpo sabiendo lo que está por decir, pero me temo que seguiré sin poder corresponder, ahora mismo mis pensamientos están puestos sobre aquel misterioso hombre que no alcanzó siquiera a decirme su nombre.

—Necesito hacerlo —toma mi mano—. Quiero que me escuches, por favor, dame la oportunidad de confesarte una vez más que tú... Desde hace mucho tiempo me gustas y quisiera saber si yo a ti también aunque sea un poco. Me esforzaré para gustarte cada día más, sé que puedo lograr que me ames, estoy convencido de que podré hacerlo si me das la oportuna de ser tu novio.

—Meier por favor... ¡Ya basta! Somos compañeros de trabajo —no se me ocurre una excusa mas absurda que esta—. Está prohibido que mantengamos ese tipo de relaciones, seamos profesionales. Entre tú y yo solo puede haber amistad. Nada más que eso.

—Estoy dispuesto a renunciar a este trabajo si tú me aceptas. Laura yo estoy aquí solo por ti, soporto el estrés que implica ese patético trabajo el cual odio, tan solo porque tú estás a mi lado cada día, si tú me das la oportunidad de estar contigo haré lo que sea para que no te arrepientas... Lo que me pidas. Te lo juro. Tan solo dime que hacer y lo haré.

—Muy lindo de tu parte, pero no quiero enredarme con nadie. No te ofendas Francisco, pero no estás al nivel de las expectativas de mis padres. Es imposible que tú y yo tengamos algo. Me matarían si no me caso con uno de los hijos de sus socios, así que es momento que dejes de soñar despierto.

—No me importa la opinión de tus padres, sé que no aceptarían a alguien como yo en su familia, pero también estoy seguro de que puedo y voy a protegerte Laura, escápate conmigo —me dijo seriamente y yo solté una de mis grandes carcajadas— Es totalmente en serio, puedo librarte de ese yugo que vives en tu casa, no tendrías que casarte con ningún desconocido. Yo te amo, mujer. Puedo atenderte, no tendrás que hacer nada y juro que trabajaré duro para que no te falte nada en casa.

« Creo que si me lo hubiera dicho aquel hombre en pleno apogeo sin dudas hubiera aceptado feliz, pero Frank, ese hombre no mueve ni una sola fibra de mi cuerpo. Me parece molesto que luego de tantos rechazos que le he hecho aún siga insistiendo »

—¿Es que yo no te gusto? —pregunta nuevamente al ver que me quedo perdida en mis pensamientos—. Dime qué quieres que cambie y lo haré. Por ti haría lo que sea, Laura, sabes que desde que nos conocimos en ese laboratorio me enamoré perdidamente de ti y te lo hice saber de inmediato. Yo no quiero solo tu amistad, quiero que seas mía.

—Llegamos. Deja de estar diciendo idioteces Frank, no es posible que suceda algo entre tú y yo.

《 "No después de lo de esta noche" 》

Pensé mordiéndome el labio al recordar todo lo que me hizo aquel hombre, que a todas estas no se nada de su vida, ni de donde viene, mucho menos lo que hizo para merecer tanta recriminación en la unidad.

—Gracias por traerme —le digo y el me mira triste—.

Entré a mi casa aún pensando en las caricias del chico malo, joder es que me dejó temblando las piernas, es increíble como me llenó de placer en cada caricia, como fue capaz de arrastrarme a su infierno y hacer que le pidiera más, ese hombre es insaciable, lo hubiéramos hecho tres veces si yo se lo hubiera permitido.

Como me encanta lo que puede hacer con su lengua.

Sonrío al recordar su mirada cuando tenía su cabeza entre mis piernas, sin dudas estaba fascinado al igual que yo, este hombre si que sabe como encender la llama de una mujer.

—Llegas de madrugada y con esa cara de satisfacción ¿Que sucedió? ¿Quién te trajo? —interroga mi molesta madre—. ¿Vienes de un hotel? ¿Cómo puedes subirte a un vehículo así? Tienes el hedor de ese perfume barato que le aplican a las tapicerías de quinta.

—No molestes madre —tiro mi bolso junto con mis llaves en la rinconera del recibidor—¿Qué tiene de malo que un compañero de trabajo se haya tomado la molestia de traerme a casa? Son casi las cuatro de la mañana, vengo de doblar turno y muero de sueño. ¿En serio solo te preocupa el coche al que me subí? —pregunto enojada—. ¿Ni siquiera puedes pensar en lo que me hubiera pasado si hubiese venido conduciendo a esta hora? No he dormido nada, pude haber tenido un accidente, pero eso no es lo que a ti te importa. Iré a dormir. No me molesten si no es para hablarme con la verdad. Manada de mentirosos

Le suelto sin más preámbulos y ellos se quedan atónitos por mis palabras. Lo que me confirma que también ocultan algo.

—Hija, te he dicho que no es necesario que te dediques a eso, elegiste la peor carrera médica que existe, te estás desvelando en vano eso es perjudicial para tu salud, vamos, aún eres joven y puedes cambiarte de carrera. Te ayudaré para que en un año y medio saques adelante tu especialización en pediatría y en dos años más tendrás tu máster. Olvídate de los cadáveres y los locos. Céntrate en los niños. Ellos son el futuro.

—¡Que no papá! Resulta que hoy tuve dos grandes motivos para seguir ejerciendo este oficio. No me avergüenza lo que hago y si no pueden con lo que soy busquen a su otra hija. ¡Ah, se me olvidaba!

Cierto que está muerta.

—No te permito que me hables de esa manera, eres una malcriada —grita mi madre alterada, a punto de pegarme una cachetada que mi padre detiene en el acto sosteniéndole el antebrazo—. Ella está muerta y de los muertos ni una sola palabra.

Ninguno de los dos sabían por qué hasta ahora yo estaba tomando esa actitud. Me di cuenta de que mis palabras alteraron los nervios de mi madre, no sé cómo interpretar eso. Si es culpable o no, no lo sé. Puede ser doloroso para ella recordar este momento, como también puede ser perjudicial.

La incertidumbre me va a reventar la cabeza.