La Caida De Los Angeles

Me dirijo hacia la cueva que leí en el diario. Está bastante vigilada, entrar ahora sería peligroso, así que tengo que fingir no saber nada hasta que el plan se termine. Antes de volver al refugio, recojo hierbas medicinales y frutas para disimular que he ido a explorar. Al llegar al refugio ya siendo tarde, me voy a mi casa y escribo mi plan en una hoja del cuaderno para que no se me olvide y para que Denis lo lea.

El primer paso sería buscar a alguien que se encargue del refugio. El segundo sería entrenar a esa persona para que sea capaz de administrar y defenderse solo, al menos con lo básico. El tercero sería eliminar toda la cueva donde tienen los cadáveres de los infectados y después ocuparnos de todos los involucrados. Es simple, pero tomará un rato.

Con esto tengo la base, así que tengo que avisarle a Denis para que me ayude a buscar a alguien que pueda tomar el rol de encargado del refugio. Pero hasta que venga, voy a explorar solo en el refugio buscando a esa persona. Después de un par de horas sin encontrar a nadie y al ver que ya casi era de noche, me doy cuenta de que Denis ya debería estar en su casa. Me dirijo allí, pero cuando llego, veo a su esposa y a sus hijos en la entrada.

—¿Qué sucede, Carol? ¿Aún no viene Denis? —le pregunto con preocupación.

—Sí, aún no viene. Siempre llega temprano, pero ya han pasado dos horas y aún no llega.

—Eso es extraño. Voy a buscarlo. Avísale a Abigaíl cuando se vaya a casa.

—Pero ella no está aquí. Pensé que se había ido temprano.

—No, ella no estaba en mi casa cuando llegué. —De repente se me ocurre una idea aterradora.

—Carol, enciérrate en casa, rápido. Puede que estés en peligro.

Voy rápido a mi casa, pero al llegar veo al alcalde revisando todas mis pertenencias. Me escabullo por la ventana, agarro mi mochila y mi bate antes de que se dé cuenta y me largo rápidamente. Tengo que ir donde trabaja Denis. Tal vez tenga algo de suerte y encuentre el lugar donde están.

Llego donde trabaja Denis, pero no hay nadie. Es preocupante. Busco un poco más y encuentro su mochila en el suelo. Al levantarla, encuentro una nota con unos garabatos, pero mirando más de cerca, veo que es el dibujo de la cueva donde tienen los cadáveres de los infectados.

Si ahí es donde llevaron a Denis, tal vez también tengan a Abigaíl. Así que voy rápidamente, pero cuando salgo, encuentro al alcalde en la entrada.

—Buenas noches, señor. Parece que se enteró de algo que no debía de enterarse.

—No creo. Solo estoy buscando a un amigo desaparecido y a una amiga que no llegó a casa —trato de fingir que no sé nada.

—Veo que tratas de irte de una vez, pero creo que debemos de hablar de una nota que encontré en su hogar.

—Muy bien, veo que no puedo escapar. Así que será a la fuerza. —Rápidamente me abalanzo sobre él, trato de golpearlo, pero de la nada uno de los cocineros me empuja cuando me levanto. Veo que no están solos.

—No te alteres, por favor. Solo estoy aquí para llegar a un acuerdo. En verdad es bastante simple. Abandona a tus amigos y perdonaré todo lo que has hecho.

—Jódete. Si me tengo que enfrentar a tus cocineros, solo lo haré. Voy a ir a ayudar a mis amigos.

—Qué encomiable, pero no tienes elección.

Me levanto del suelo, apoyándome en mi bate. Veo que son 5 cocineros y el alcalde. Si soy sincero, dudo poder ganarles solo. Mi mejor idea sería escapar y saltar por alguna ventana del segundo piso, pero sería arriesgado. Si me llegan a atrapar, no sería nada bueno. Pero no es momento de dudar. Si no voy ahora, posiblemente sea demasiado tarde. Me pongo a correr, tratando de evadirlos sin que me agarren, y salto por la ventana. Caigo sobre unos arbustos y me oculto entre los mismos arbustos donde caí. Veo pasar a los cocineros buscándome, pero pasan de largo de donde estoy. Me escabullo, pero antes de irme, escucho al alcalde hablar a través de un intercomunicador.

—Ha escapado. Ten cuidado con él. Si llega a la cueva, posiblemente revele lo que estábamos haciendo. Pon más vigilancia. De seguro estará yendo para allá.

Me pregunto con quién estará hablando, pero sin pensarlo más, me preparo para ir hacia la cueva.