El Rey Manchado

Sorprendido no podía dejar de leer, Alba había dibujado lo que recordaba de los seres oscuros, así Kenric tendría una idea de lo que conseguiría. Olive lo dejó solo, mientras él se ponía al día con lo que debía hacer de ahora en adelante, los días de paz habían terminado.

Cuando leyó la parte del Reino rojo, algo llamó su atención y era que su madre había perdido su espada en esa batalla y nunca la recuperó. 

Esa noche plumitas y manchas se reunieron para conversar un rato más, ya que al día siguiente comenzaría la tarea de acabar uno a uno con los seres oscuros y tratar de encontrar el libro.

—¿Estás preparado?— preguntó Olive cerrando el libro.

—Por supuesto, aunque no puedo mentirte, esto me tiene muy confundido, ¿por qué mis padres nunca me hablaron de esto?.

—Pues eso se aclara después, por ahora descansa mañana iremos al Reino Verde.

Olive se levantó y guardó los libros y cuando iba saliendo Kenric la sujetó suavemente de la mano y ella volteó exaltada.

—Solo quería agradecerte, por acompañarme y guiarme.

Ella se  soltó de su agarre de manera sutil y mirándolo a los ojos  le dijo.

—Es mi misión majestad, con permiso que descanse.

Ella siguió su camino mientras que él decidió leer un rato más.

En la mañana estaba todo preparado y después de desayunar se subieron en su carruajes quedando uno frente al otro, emprendieron el viaje, todo iba tranquilo Kenric veía como Olive se emocionaba al pasar por los majestuoso paisajes, sonreía y se veía tan tierna.

—¡Son hermosos!—Comentó Kenric 

—Si, estoy maravillada.

—Si quieres paramos y ves de cerca las flores.

Olive abrió muy grandes los ojos y asintió con su cabeza, su sonrisa iluminó el rostro del Rey. Se detuvieron y bajaron ella extendía sus brazos, para recibir el calor del sol, la brisa fresca era un día hermoso, decidieron quedarse un rato allí, luego retomaron el viaje.

Por la ruta hacia el reino verde, quedaba muy cerca el reino rojo, así que Kenric decidió, desviar el viaje.

—Espero que no te moleste que haga este desvío— colocándose unos guantes, lo hacía a menudo para cubrir sus manchas.

—¿Por qué habría de molestarme?, si es de su gusto visitar a su enamorada no hay ningún problema.

Kenric solo sonrió y miró por la ventanilla del carruaje.

Al llegar al palacio fueron recibidos con gran amabilidad y al entrar al salón estaba la hermosa Rose tocando el piano. El Rey suspiró aliviado de verla, era hermosa, no podía dejar de mirarla, le parecía angelical y frágil.

—¡Que alegría verlos!— dijo de manera efusiva e hizo reverencia ante kenric.

Olive hizo la reverencia ante ella y la saludó.

—Que alegría verla su majestad—comentó Olive sonriendo.

Después de conversar un rato los tres, Olive decidió ir por el jardín para dejar a los soberanos en privacidad.

—Me has sorprendido, eres muy talentosa Rose.

—¡Gracias! Sabes que, me extrañó que no habías venido antes.

—Surgieron algunos problemas y mis padres tuvieron que viajar ahora debo supervisar todos los reinos.

—¿Entonces su visita es por trabajo?

Rose era muy pícara y coqueta con sus palabras y gestos, sabía que eso le agradaba al rey por la forma como sus manchas desaparecen y luego vuelven, algunas más oscuras que otras y su sonrisa pícara no se borraba.

—No princesa, prometí visitarla y antes de comenzar con la supervisión decidí venir hasta acá y saludarla.

—Agradezco mucho su visita, mi madre también se fue de viaje y no me dió explicación alguna, me siento sola a decir verdad.

—Desde hoy puede sentirse protegida, siempre pasaré a visitarla y dejaré a mis hombres para resguardar el palacio.

—Es muy gentil de su parte, gracias majestad.

Fue muy atrevida y se acercó a él dando un beso en la mejilla, ambos se sonrojaron.

—Lo hago porque me importas Rose, desde que te vi en la fiesta, me dejaste hipnotizado, no puedo sacarte de mi mente y deseo cortejarte, claro si tú me lo permites.

—Por su puesto Kenric, yo también sentí lo mismo, teníamos tanto tiempo sin vernos, no sabíamos que tanto habíamos cambiado y tal vez estamos destinados.

Siguieron conversando un poco más en confianza ya que se habían confesado que se gustaban. Olive se mantuvo alejada de ellos observando todo, en algún momento sintió latir muy rápido su corazón y agitada la respiración, tal vez porque vió los acercamientos entre manchas y Rose.

El rey se despidió de Rose debían continuar con su viaje al Reino verde. La despedida fue un tanto larga y con un beso en la comisura de los labios, Olive los vio desde el carruaje y se molestó muchísimo.

En el carruaje ella solo observaba por la ventana muy seria, más bien triste, sin embargo Kenric no se atrevió a preguntar nada.

Al fin llegaron al Reino verde y en el mismo momento en que entraron sintieron la presencia de algo muy sombrío./