CEO -- En busca del perdón

RAFAELA...

— Sí, mi amor... Tienes un padre... — hablo un poco tensa.

— ¿Quién es mi papá, mamá? ¿Ya está en el cielo? — respiro hondo antes de continuar.

— No, hijo, él no está en el cielo... Solo... Está... Estaba... Él...

— Él es aquel hombre que vino aquí ayer, ¿verdad? — pregunta con la voz triste — nunca lo había visto antes, mamá, y ahora que estoy enfermo, apareció diciendo que es tu amigo... Es él, ¿verdad? Él es mi padre — dice ya llorando.

— Hijo, tranquilo, eh, mírame — seco sus lágrimas y le hago mirarme — sé que no debía haberlo ocultado, pero intenta entender a mamá, ¿vale?

— ¿Él no nos quiere? ¿Por eso no habías dicho que es mi padre?

— Pedro... No digas eso... Hay cosas que son demasiado complicadas para ti y para tu hermana entender...

— ¿Es un problema de adultos?

— Sí, hijo... — hablo un poco triste.

— ¿Tengo que llamarlo padre?

— Eso es lo que tú decidas, cariño. Si tu corazón quiere llamarlo padre... Entonces... Puedes llamarlo.

— ¿Él va a verme jugar al fútbol? ¿Va a ver a Ana en las presentaciones de ballet? — abro la boca para hablar, pero no sé qué decir.

— Eso solo él puede responder, hijo — asiente con la cabeza, espero la próxima pregunta, pero no hace ninguna, entonces entiendo que el tema ha concluido — es hora de tu clase, voy a comprar un café, ¿está bien?

— Está bien, mamá. Voy a estar bien... — dejo un beso en su frente y me alejo, pero antes de llegar a la puerta, él me llama — mamá...

— ¿Sí, querido?

— Cuando veas a mi padre de nuevo... ¿Puedes decirle que... que no quise ser grosero?

— Claro que sí, mi amor.

Salgo de su habitación y me encuentro con su profesora, la saludo y sigo hacia el área de alimentación, cuando llego allí, encuentro a Matheus con un café, un sándwich mixto y un trozo de pastel.

— Café con refuerzos... — digo al acercarme a él.

— Necesito un poco de energía... Acabo de sacar varias muestras de sangre, pensé que no lo soportaría.

— Había olvidado lo dramático que eres... — doy una media sonrisa — ¿qué exámenes siguen?

— Bueno... Tengo que hacer literalmente todos los posibles para no correr riesgos para Pedro... Así que... cardíacos para asegurarme de que resisto una cirugía. Y algunos otros más.

— Deseo que los resultados sean positivos... — me quedo sin saber qué decir.

— ¿Cómo está él hoy?

— Bien... — trago saliva — me hizo unas preguntas antes de que viniera a buscar café para mí... — se detiene mirándome, pero desvío la mirada y me quedo observando mis manos — quería saber si tenía un... Padre...

Matheus permanece en silencio, solo esperando a que continúe.

— Le dije que sí, Matheus. Aunque no merezcas ser llamado así. Ahora Pedro sabe que eres tú, el padre de él y de Ana. Me hizo varias preguntas sobre el motivo de tu ausencia en sus vidas, incluso preguntó si era porque no los quieres... — paro de hablar porque siento mis ojos arder — no supe qué decirle. No logré mirar a mi propio hijo a los ojos y decirle que el hombre que debería ser su padre, lo rechazó siendo un bebé indefenso.

— Rafa... Yo...

— Me pidió que te dijera que no quería haber sido grosero contigo, ayer. Y también quería saber si serías como los otros padres, aquellos que ven a sus hijos jugar al balón y hacer presentaciones de ballet. Sabes... Matheus... Siempre imaginé el momento en que Pedro y Ana me preguntarían sobre su padre, y ensayaba incansablemente una forma de explicarles por qué no tienen un padre... Pero... Me di cuenta hoy, que no importa cuánto tiempo practique, cuántos textos memorice y grabe en mi mente... Nunca tendré las palabras correctas para decirles a mis hijos, que su padre... ¡Que su padre los rechazó!

— Rafa...

— Matheus. Juro que estoy feliz de que estés intentando ayudar a Pedro, y valoro tu esfuerzo, especialmente porque no les has dado la espalda. Pero... Todavía duele, sabes... Mirar a mis hijos y ver que nunca tendrán padres normales... Y duele aún más darme cuenta de que siempre harán ese tipo de preguntas y yo... Raramente tendré la respuesta adecuada.

— Rafa... Déjame hablar, por favor... — respiro hondo y asiento — fui un monstruo contigo, años atrás, y seguí siéndolo durante todo este tiempo. Mis acciones hoy no borran nada de lo que hice en el pasado, pero... Estoy dispuesto a aceptar todo lo que conlleva esta responsabilidad de ser padre. Quiero ser el padre que ve el fútbol... Que está allí en primera fila viendo el ballet... Quiero... También quiero ser aquel que les ayuda con los deberes, que los lleva al médico, al parque... Y si me lo permites... Que también les cuente un historia para dormir... No sé ser un padre... Pero estoy dispuesto a dar lo mejor de mí por ellos...

Lo miro, realmente lo miro, a "el gran Matheus Jones", el mismo que me pateó años atrás, llamando bastardos a mis hijos, hoy está aquí, frente a mí, diciéndome que quiere dar lo mejor de sí para ser un padre para los mismos niños que rechazó en el pasado.

— Le diré a Pedro que perdonaste su comportamiento. Ana te tomó cariño... Incluso me preguntó cuándo vería de nuevo al "tío Teteu"... Mañana vendré a buscar a Pedro para pasar el fin de semana en casa... Si quieres... Puedes venir.

Él sonrió brevemente y asintió. Me levanté y fui a la cafetería, pedí un café y volví a la habitación de Pedro. Sé que en este momento lo que debería hacer es dejar que las cosas avancen lentamente, pero no puedo negar para mí ni para nadie más, que lo que más quiero es ver a mis hijos felices, y si para que ellos sean felices, necesito permitir la presencia de Matheus en sus vidas...

Entonces que Dios me ayude.