Bayolett Anderson era la chica a la que todos esperaban saludar por la mañana en la escuela. Era amable, femenina, inteligente y la mejor en todo, literalmente. Todos la conocían como La Duquesa debido a que su familia era una de las más ricas, y por su actitud. Ella misma planeaba su futuro meticulosamente. A pesar de siempre mostrar una imagen perfecta, solo aquellos que realmente la conocían sabían quién era en realidad. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres decidieron
intervenir en su destino. ¿Acaso los matrimonios arreglados aún existen en la actualidad? Al parecer sí. Al ser unos padres ausentes, no fue mucha sorpresa para Bayolett, pero sí mucha indignación. Eros Wild era uno de los más destacados de toda la ciudad. Eros seguía su camino hacia lo que quería, mostrando su
dominio y estableciendo las reglas. Por otro lado, Bayolett revelaba poco a poco su verdadera esencia, la cual mantenía oculta ante los demás y que sería su perdición. Eros sería otra de las victorias.
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Capitulo 20
Me adentro a la gran cocina, me detengo unos segundos al ver a Evangeline. Quita la mirada de la cafetera y me mira.
-Buenos días –saludo, caminando hacia la nevera.
-Buenos días –saluda de vuelta. Abro la nevera y saco el jugo, me acerco a la mesa. Me sirvo en un vaso, mientras la miró de reojo.
-Me gusta tu pijama –escucho su voz, la miró –Me sonríe, mientras sostiene la taza de café en su mano. Le sonrío de vuelta. No sé si lo dijo porque de verdad lo piensa, o está usando la técnica que suelo utilizar en niñas ricas, ser superficial para caerles bien. Tendré que averiguarlo.
-Gracias, lo compre en Miami –asiente –. Me gusta también el tuyo –se acerca y se apoya en la mesa.
-Gracias. El mío lo compré en Europa, ¿fuiste alguna vez?
-Sí. Es muy hermoso. Aunque los hoteles no son tan lujosos –arrugo mis labios.
-Pensé lo mismo, un servicio medio mediocre –asiento lentamente, la miró unos segundos más y luego sonrío.
-Nos armamos un pequeño show de niñas ricas, ¿no? –tomo un sorbo, aún mirándola. Borra un poco su sonrisa. Sonrío –. Esperabas que fuera una mimada, entonces empiezas a halagarme, para que piense que eres una dulzura. Suspira, manteniendo su sonrisa.
-Juzgue mal.
-Si, lo hiciste.
-Me disculpo por eso –se aleja –. Pero ahora que sé que no eres una insustancial, no hace falta hacer juegos –se apoya en la otra mesa, aún mirándome.
-Te iba a decir lo mismo, creí que estabas comenzando uno –levanto una ceja. Aleja su mirada unos segundos.
-Tal vez. Pero tú no estás involucrada –sonrío levemente.
-Si tiene que ver con utilizar a Eros para dar celos, creo que si me involucra –arquea sus cejas. Te gusta el ricachón?, creí que no. Considerando que todo el matrimonio es falso –ladea la cabeza. Alejo mi mirada unos segundos.
-Molesta solo eso –asiente, me mira unos segundos más.
-Lo entiendo. Es solo que –se acerca –mi situación es un poco mas complicada –se vuelve a inclinar –.Y para evitar que me afecte, me encargue de tener todo el control apenas pisé esta casa. Incluso a Jacob. Es por eso que hago lo que hago.
Nada personal. –Sonrío.
-Lo entiendo. Pero no podrás tener control sobre mí –sonríe y ladea la cabeza.
-o tal vez si –acaricia mi mano, miro su tacto y luego a ella
Demonios, es buena.
-Buenos días –se aleja al escuchar a Jacob, parpadeo y tomo mi jugo.
-Buenos días –respondemos al mismo tiempo. Evangeline me mira unos segundos más, para después alejarse. Fijo mi mirada en la mesa, mientras escucho a Jacob usar la cafetera.
No sé en que situación esta ella, pero parece afectarle lo suficiente para tener la obligación de demostrar que ella manda. Respeto eso. Pero no que me quiera controlar a mi, o a Eros. Por ahora no me hizo nada lo suficientemente personal para que tenga que reaccionar. Aunque, creo que me acaba de seducir.
-Es una bruja –la miro mal, mentira, no lo es.
-No estoy en sus zapatos, no sé qué piensa. Pero parece estar en aprietos. Te digo, esta familia está loca. Creó que eligen cada uno una mujer diferente como regalo, tal vez es una tradición.
-No creo, pero si la parte en la que esa familia está loca. Pero así son las familias ricas, menos la mía –rio levemente –¿Planearás algo?
-¿Algo de qué?
-Pues para que ella no haga lo que quiere –suspiro y levanto mi mirada, observándola en la piscina.
-Si me ataca directamente, si. Aún que, estoy mas inquieta con Eros, el es quién disfruta verme enojada. Se perfectamente que ella no es nada inofensiva, también me da mala espina.
Simplemente me mantendré en alerta con ella.
-Espera, ¿estás celosa? –frunzo el ceño.
-Claro que no, solo me molesta que haga eso en mis narices. Es más, yo le ofrecí estar con otras personas, únicamente, desde lejos –froto mi cuello. Honestamente, me estoy arrepintiendo. Verlo con Evangeline me hizo dar cuenta de que no soporto la idea de verlo con alguien más.
-Eres una tonta, desaprovechas a ese hombre solo por tu actitud estricta.
-Ya no quiero hablar de eso. Cuéntame, ¿cómo es Brasil?–sonríe, desviando fácilmente su atención.
-Oh, es genial. El sol es increíble y ya había olvidado los inmensos que son los brasileños –rio entre dientes.
-Engancha a uno, para vivir la experiencia –levanto y bajo mis cejas.
-bayolett! –sonrío-. Maldita descarada. Encima no puedo –hace una mueca.
-¿Cómo que no?, sé que es tu mayor fantasía. Solo acércate, le sonríes y empiezas a hablarle en portugués.
-Tendré que subirme los pechos –levanta sus pechos, Vuelvo a reír –Bayolett –levanto mi cabeza, borro mi sonrisa al ver a Eros.
-¿Si?
-Jacob y yo tenemos que atender unos asuntos en la casa. Necesitamos que Evangeline y tú estén fuera de la casa –parpadeo –. Irán a un centro comercial. Lo miro, esperando que diga que es una broma. Pero se mantiene serio.
-Oh, ya entiendo. Los papis tienen que trabajar entonces mandan a las niñas a la guardería –hablo con sarcasmo, suspira y mira hacia otro lado.
-Bayolett, no discutas y obedece. Evangeline también está avisada aprieto mi mandíbula y niego con la cabeza –. Las dejarán a las nueve y las irán a buscar a las doce.
¿Tres horas con esa mujer?, parece que lo hace apropósito.
Me mira unos segundos más y luego se gira, alejándose. Le saco el dedo del medio a su espalda, aprieto mis labios y vuelvo a mirar a Rachel.
-Eso fue intenso –me mira con la boca abierta y lentamente sonríe –. No sabía que era tan mandón.
-No te imaginas ruedo los ojos –¿qué se supone que haga en esas tres horas?
-Evita pelear, o será una mala noche. Quizás, puedan ser amigas. -Créeme, no podremos ser amigas –vuelvo a levantar mi mirada, observándola está vez tomando el sol.
-¿De qué hablas?, tú nunca peleas con mujeres. Es como tu única regla.
-Que no sea su amiga no significa que pelee con ella. Lo digo por el simple hecho de que somos demasiado parecidas –sigo observándola –Y esas personas solo chocan. Suspiro.
No digo que le tendré repulsión o rechazo. Simplemente mantenerme al margen. Pero como dije, en alerta.
Miro el gran centro comercial. Observo de reojo a Evangeline.
Me quedo unos segundos en su perfil, detallo sus aros hasta su pequeño moño. Está impecable. Yo me limité a colocarme un pantalón apretado, junto a una camisa, pero me encargué de colocar clase. –Suspira.
-Bien. Será mejor que te coloques los anteojos, mucha gente de todos lados –me coloco los anteojos.
-Tenía planeado hacer maratón de Gossip girl hoy –suspiro –Creo que me quedaré sentada.
-Pues yo iré a los bolos –la miro –si quieres acompañarme –se encoge de hombros –. Aunque posiblemente solo será para verme ganar. Entrecierro los ojos, mientras empieza a caminar hacia adentro. Me está desafiando, y con gusto aceptaré el desafío. Empiezo a caminar y me coloco a su lado. Me mira de reojo y sonríe levemente. Miro hacia adelante, la verdad no conozco este lugar, pero se nota que ella sí. Me queda seguirla. Bajo la mirada hacia mis zapatos, mientras lentamente subo mi mirada. Ella es más alta, a pesar de eso, nuestro caminar es igual. De seguro cualquiera pensaría que somos hermanas. Creo que lo único diferente es nuestro color de pelo, ella es más rubia. Y bueno, mis ojos son un poco más claros. Incluso me atrevería a decir que tenemos el mismo cuerpo. Se gira hacia la derecha, la sigo. Miro el gran cartel de los bolos, se acerca a la recepción. Miro a las demás personas jugar, recuerdo siempre jugar con Rachel, Daniel y su grupo de amigos. La Única parte entretenida de esas salidas era el juego. Me acerco a Evangeline, me quito los anteojos y miro al chico con uniforme. Nos mira a ambas y parpadea.
-Hoy parece ser mi cumpleaños –frunzo el ceño.
-Los zapatos –habla Evangeline, mirándolo con una sonrisa falsa. El chico traba su sonrisa y luego asiente, se gira y se agacha unos segundos. Se da vuelta, para luego atendernos los zapatos. Los tomamos y nos acercamos a uno de los bancos. Nos sentamos y nos lo colocamos. La miro de reojo, posiblemente este pensando ya como sería ganarme, por qué yo estoy pensando eso de ella.
-Muy bien –terminamos al mismo tiempo y nos miramos –¿Comenzamos?
-Por supuesto –le sonrío, arrugando mi nariz.
Suspiro profundamente, avanzo un par de pasos y luego me agacho, soltando la bola. La miro fijamente mientras hace todo el recorrido, Llega a los bolos y los derriba, aprieto mis labios cuando deja uno.
¿Es en serio?
Es la última ronda y llegamos empatadas. Pero si ella logra derribar todos en la próxima, gana. Me giro y camino hacia ella, toma una pelota. Me siento en el banco de cuero. La observo cuidadosamente, mientras se dirige a la zona.
-Es genial. Solo faltan que peleen y queden sin ropa –escucho cada vez más cerca, frunzo el ceño y giro mi cabeza Es el maldito asqueroso del mostrador. Me mira junto a otro al notarme escuchar, borra su sonrisa y levanta sus manos.
-Lo sien...
-Sin ropa te quedarás cuando yo te deje sin trabajo, imbécil –escupo hacia él. Su amigo levanta las cejas, mientras que él traga saliva –Bufo y vuelvo a mirar a Evangeline, mientras escucho como vuelve a pedir disculpas.
Maldito asqueroso.
Coloco mi atención en ella cuando suelta la bola, la sigo con la mirada hasta que choca con los bolos. Frunzo el ceño al ver que dejó uno. No puedo creerlo. Tantas rondas para que terminemos empatadas. –La veo bufar mientras se gira, me levanto.
-Es un juego de mierda, igual –murmura.
-Si, yo ya me iré a la casa –tomo mi chaqueta.
-No vendrán por nosotras hasta las doce.
-Pues tomaré un taxi. Mi cabeza duele y ya me aburrí. Parece que el estrés se me subió a la cabeza, duele como la mierda.
-Bien. Entonces me iré contigo –me sigue mientras salimos.
Me siento en el banco y me vuelvo a colocar mis zapatos. Tomo los bolos y me acerco al de recepción. Los deslizo por la barra abruptamente, intenta tomarlos pero caen. Lo miro mal mientras sigo caminando hacia la salida, junto a Evangeline.
Me bajo del auto mientras le tecleo a Rachel, diciéndole que tengo tiempo para una video llamada. Guardo el teléfono y nos adentramos a la casa, en silencio. No sé que esperaban con esta salida, que saldríamos siendo mejores amigas solo
Porque pisamos un centro comercial juntas. –La tensión se sigue notando. Pero estoy segura de que también entre ellos, después de todo, Jacob dijo cosas de mí como Eros de Evangeline. Llegamos a la puerta, la abre primero. Empiezo a avanzar, pero me detengo al ver que ella no lo hace. –Frunzo el ceño, viéndola parada en el umbral. Me asomo y miro hacia donde mira. Frunzo más el ceño mientras entre abro la boca, aparto su cuerpo y me adentro.
-¿Qué carajos?
Eros enseguida asoma su cabeza, abre sus ojos mas de lo normal. Giro mi cabeza hacia Jacob, el nos mira tranquilo, aún con dos mujeres en sus piernas. Giro más mi cabeza hacia el otro hombre, más mayor. Muevo mi mirada hacia toda la casa. ¿Por qué demonios esta repleto de mujeres?,encima en ropa interior. Arrugo mis labios y vuelvo a mirar a Eros, quita a la mujer de sus piernas y se acerca.
-¿Qué hacen aquí?, se supone que vendrían a las doce –lo miro incrédula. Aprieto mis puños y hago lo posible para no chocar uno a su rostro.
-Oh, lo siento, Eros –hablo con sarcasmo –. Déjame que me vaya y vuelva a las doce –lo miro mal.
-Bayolett... –Me giro y comienzo a caminar, sin ganas de escucharlo. Paso por al lado de Evangeline, quién se mantuvo en la puerta. Aprieto mis labios, mientras camino hacia la salida. No sé dónde carajos iré, pero en esta casa claramente no quiero estar. –Froto mi rostro. No sé por qué estoy más enojada, por el descaro que tuvo por hacernos ir al centro comercial para follar o que me importe eso.
-Bayolett –escucho la voz de Evangeline, sigo caminando.
-Escucha, Evangeline –me giro hacia ella, se detiene frente mío –. Antes de que digas algún comentario, si, me afecta. Me molesta, me dan ganas de quemar la casa con él adentro. Así que no hace falta que lo repliques con algún comentario sarcástico. Me mira unos segundos más, lame sus labios mientras suspira.
-Tal vez no lo demuestro, pero esto me afecta igual que a ti –frunzo levemente el ceño. Lo suavizo al recordar a Jacob con dos mujeres, mirando a Evangeline. Hay algo entre ellos, pero también una clase de batalla.
-Escucha, Bayolett –se acerca –. No somos amigas, ni tampoco nos llevamos del todo bien. Pero las mujeres son expertas en algo cuándo están unidas, y más cuándo queremos destruir a los hombres –sonríe.
La miro unos segundos más, confirmando más nuestras similitudes. Yo le dije a Eros lo de estar con otras personas, sí. Pero ahora que lo recuerdo, él hizo más que sacarme de la casa para traer a miles de mujeres casi desnudas. Desde el principio, hizo muchas estupideces y nunca le di ese desafío que me dije a mi misma que le haría. Esta es mi oportunidad, tomaré a Evangeline como una señal. Sonrío levemente.
Hace tanto no trabajaba como el mismísimo karma.
–Te escucho.
Porqué no ha huido de las garras de sus padres?🤔
Porqué no le dice a Eros las verdaderas condiciones en las que ella ha vivido?🤔
Porqué no busca una salida a todo si es inteligente?🤔
Qué emoción 🤓
Pero no sé hasta dónde Eros comprenda a Bayolet 🤔
Sigo con mis conjeturas hay algo más en ese matrimonio arreglado que no termina de convencerme 🤔
Cómo es posible ésto pero no nos engañemos aún en pleno siglo XXI muchas chicas están expuestas a éste trato por parte de quien debería cuidarlas y protegerlas de todo y de todos 😥😥😥