Emilia es una joven que ha sufrido mucho en su vida. Aun así, lleva una luz en su interior inquebrantable. Ella se la atribuye al amor que siente por alguien que cambió su manera de pensar hace muchos años. Sin embargo, cuando supone que al fin podrá ser feliz al lado de ese hombre. Descubre que su matrimonio con él solo fue arreglado por sus familias y en realidad él no la recuerda. Ella hará todo lo posible para que el brillo en sus ojos no se apaguen hasta que él la reconozca.
Aun así, Marco no es un hombre fácil. Diagnosticado desde joven con un desorden mental que le impide acercarse a las mujeres, termina aceptando un matrimonio por contrato que para él es solo un fastidio.
¿Logrará recordar a Emilia antes de que el brillo en sus ojos, reflejo del amor que siente por él, desaparezca?
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Porque lo amo
Capítulo diez
Emilia le estaba contando la razón por la cual se había enamorado de Marco a Fátima, mientras terminaba de adaptar un vestido para la fiesta.
—Sí, eso fue extraño. Su padre me encontró un día que yo llevaba documentos a la empresa y me preguntó cómo me llamaba y al decirle mi nombre se sorprendió. Al parecer, sabía mi nombre porque hace mucho, Marco y yo por diferentes motivos terminamos juntos casi dos semanas atrapados en el bosque. Cuando me lo encontré él estaba muy asustado. Al parecer, había salido con sus padres a acampar y se había caído al río terminando corriente abajo. Yo estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones, porque mis hermanos me lo habían hecho varias veces en el pasado —dijo Emilia mientras Fátima la miraba con atención.
—O sea, salvaste la vida de Marco, por eso debería estar agradecido contigo. Es un maldito. ¿Por qué te hace vivir una mala pasada? —preguntó Fátima.
—Él estaba confundido, se había golpeado en la cabeza. Solo sabía su nombre —respondió Emilia defendiendo al muchacho, recordando lo asustado que se veía.
Una de las mucamas golpeó la puerta de su dormitorio y cuando Emilia la autorizó a entrar, ella les trajo pastel, frutas y una tetera.
—Esto es maravilloso, te vendré a visitar más seguido —bromeó Fátima mientras tomaba las cosas.
—Con permiso —dijo la mucama y se fue.
—No digas esas cosas delante del personal o correrán rumores —dijo Emilia sonriendo al ver que su amiga ya había atacado la tarta de queso.
—Deja eso un poco y ven a comer. Necesitas nutrir ese cuerpo —dijo Fátima y le hizo probar.
—Sabe muy bien —respondió Emilia luego de tragar.
—Te lo dije, ahora cuéntame. ¿Qué más pasó entre ustedes dos? —Fátima parecía creer que ella y Marco habían hecho más que solo estar perdidos en el bosque.
—La primera vez que me quedé sola apenas tenía cinco o seis años. Y después de ese incidente dejé de hablar por un tiempo. Cuando conocí a Marco yo no lo hacía todavía, pero él me trató bien. Como si no importara que de mi boca no salieran palabras. No sé si se entiende, nos comunicábamos sin siquiera hablar. Algo que es sumamente difícil. Cuando yo trataba de comunicarme con mi padre, él solo me miraba con desconfianza, miedo o hasta asco. Pero Marco no, él sonreía y me pedía que buscara la manera de explicarle lo que me ocurría —dijo Emilia con amor en su rostro—. Me contó que su madre estaba enferma y por eso ellos hacían esas caminatas con su padre, para animarla. Estaba preocupado por su madre, él estaba perdido y le preocupaba que su madre no se sintiera mal por eso.
—Interesante —Fátima no dejaba de comer mientras escuchaba a Emilia. Esta la vio y no pudo evitar sonreír.
—¿Cómo haces para no subir de peso comiendo tanto? —dijo Emilia riendo.
—Tengo un libro, después te lo mostraré. Te ayudará a que tus bubis y tu trasero crezcan —dijo su amiga y le pidió que continuara con la historia.
—No sé qué más decir, conectamos de una manera distinta. Incluso por momentos quería que nadie nos rescatara, para seguir juntos. Yo sabía buscar comida y el agua del río se podía beber si la hervías. Ambos hacíamos un buen equipo, por lo menos hasta el día de la tormenta, dijo Emilia con una intranquilidad que la dejó sin habla.
—¿Estás bien? No es necesario que sigas si te hace mal hablar de eso —indicó Fátima al ver cómo su amiga se ponía nerviosa y tensa.
—Está bien. La tarde se oscureció de golpe, fuimos a escondernos detrás de unas rocas, casi como una cueva, pero era muy cerca del río. Yo, por mi problema, no podía reaccionar más que con gritos cuando la tormenta se empezó a sentir. Marco tomó mi mano y aunque mis gritos lo asustaban, siguió pidiéndome que lo mirara.
—Saldremos de aquí y te compraré un helado —dijo él de manera tierna.
—Solo mírame Emi, mírame y nunca me olvides. Mira mis ojos, mi nariz, mi boca —dijo él para que tratara de seguir su voz y no escuchar la tormenta.
—Aunque tus ojos estén cerrados, mírame, recuerda cómo me veo, piensa en mí como yo pienso en ti —Marco había puesto mi mano en su corazón y pude sentir lo fuerte que golpeaba.
—Una de las piedras se desprendió, Marco no sabía nadar por lo que cuando esta se rompió él cayó de nuevo al río. No sabía qué hacer, él se estaba sujetando de una rama, pero yo tenía mucho miedo a la tormenta. Él estaba por soltarse, sabía que con la fuerza del agua no podría salir a flote fácilmente, por lo que si no lo ayudaba moriría —Emilia fue interrumpida por la otra muchacha.
—Amiga, esa historia parece de terror —dijo Fátima ya sin comida en su plato.
—Fue como si el tiempo se detuviera, por un instante reflexioné, cómo sería mi vida si Marco no estaba en ella y tomé el valor de darle la mano. Él no estaba mirando en mi dirección, por lo que dije su nombre. Mi primera palabra en años fue su nombre —dijo Emilia y comenzó a llorar.
—Dejémoslo aquí, me doy cuenta de que es mucho para ti —dijo Fátima y abrazó a Emilia.
—Él me salvó, ¿entiendes? Él me recordó que no soy una inútil inservible —dijo Emilia llorando—. Gracias a él entendí que mi vida valía.
—Claro que tu vida vale. Nunca dudes de eso —dijo Fátima con dolor en su pecho. No quería que Emilia siguiera sufriendo a manos de Marco, pero se notaba que ella tenía que hacer un cierre. Si él no la recordaba o no la quería, era lo mismo. Pero, ¿cómo alejarte de aquel que te hizo dar cuenta de que eres importante?
—Pasaron muchas cosas esos días, cosas que para mí fueron cruciales. Cuando su padre me dijo que Marco me había estado buscando pensé que para él también habían sido valiosos. Imaginé como una tonta, que sería como en las películas. Él me vería y me recordaría, se enamoraría de mí y seriamos felices por siempre —Emilia se sentía una tonta por esperar que Marco volviera a sentir lo mismo que ella.
Autora: Osaku