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El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

Status: En proceso
Genre:Romance / Yaoi / Amor a primera vista / Diferencia de edad
Popularitas:6.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Arim Dan Kim Gwon, un poderoso CEO viudo, vive encerrado en una rutina fría desde la muerte de su esposa. Solo su pequeña hija logra arrancarle sonrisas. Todo cambia cuando, durante una visita al Acuario Nacional, ocurre un accidente que casi le arrebata lo único que ama. En el agua, un desconocido salva primero a su hija… y luego a él mismo, incapaz de nadar. Ese hombre es Dixon Ho Woo Bin, un joven biólogo marino que oculta más de lo que muestra.

Un rescate bajo el agua, una mirada cargada de algo que ninguno quiere admitir, y una atracción que ambos intentan negar. Pero el destino insiste: los cruza una y otra vez, hasta que una noche de Halloween, tras máscaras y frente al mar, sus corazones vuelven a reconocerse sin saberlo.

Arim ignora que la mujer misteriosa que lo cautiva es la misma persona que lo rescató. Dixon, por su parte, no imagina que el hombre que lo estremece es aquel al que arrancó del agua.

Ahora deberán decidir si siguen ocultándose… o si se atreven a dejar que el amor, como los latidos bajo el agua, hable por ellos.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Apariencia de angel.

El despacho del señor Kim estaba en el primer piso del edificio de oficinas, olía a cuero y a madera encerada. El reloj de pie marcaba las seis campanadas de la tarde cuando Arim entró. Su padre, impecable como siempre, estaba sentado detrás del escritorio, revisando unos documentos con sus gafas de lectura.

—Arim —dijo sin levantar la vista—, ¿No es muy pronto para que estés aquí? Debiste quedarte un día más en casa.

—Hola padre, estoy bien.

—Si tu lo dices...siéntate.

Él obedeció, con esa mezcla de respeto y fastidio que siempre le producía enfrentarse a su padre.

—Deberías considerar lo que te dije la semana pasada —empezó el hombre, ahora mirándolo con seriedad—. La niña necesita una madre. Ya viste lo que sucedió. Vanesa es una buena opción. Es hija de mi amigo del club de golf, la conoces desde hace años. Educada, responsable, viene de una buena familia. Podría darle estabilidad a Sakura.

Arim apretó la mandíbula, conteniendo las palabras.

—Padre, ya hablamos de esto. No quiero tocar ese tema. No pienso casarme… al menos no por ahora.

—Arim —insistió el mayor, con ese tono que siempre usaba para cerrar tratos—, la niña no puede crecer solo con un padre ocupado, está cada día más insoportable haciendo sus berrinches y jurando que le aparecen fantasmas, eso no solo te afecta a ti, sino a toda la familia. . Necesita…

—¡Necesita amor! —lo interrumpió Arim, levantándose de golpe—. No una mujer impuesta. Algo así lo va a odiar. Si algún día me caso de nuevo será con alguien a quien yo ame y ame con todo su corazón a mi hija. Y no antes.

El silencio se hizo denso en la habitación. Su padre lo observó con frialdad, como si midiera el peso de esas palabras.

—Tú sabrás —dijo finalmente—pero date cuenta de que ella está muy mal y solo una madre podrá estabilizarla, extraño a su mamá, pero ya no está con nosotros desde hace cinco años, así que pon los pies sobre la tierra— le dice, volviendo a sus papeles, dándole la espalda como si la conversación estuviera cerrada.

—Voy a mi despacho. Tengo mucho trabajo.

Arim respiró hondo, intentando calmarse, y salió del despacho. No soportaba esa manera en la que su padre veía la vida, como si todo pudiera resolverse con un apellido, una alianza o un matrimonio arreglado.

Se refugió en su propio despacho, sumergiéndose en documentos, llamadas, correos. Trabajó hasta que las horas se deshicieron una tras otra, hasta que la luna ya estaba en lo alto y los pasillos de la mansión parecían más fantasmas que paredes.

Al terminar se dirigió a la mansión, ni siquiera tenía apetito.

Cuando por fin subió a su habitación, cansado, encontró la luz de la recámara de su hija aún encendida.

—¿Sakura? —preguntó suavemente, asomándose.

La niña estaba despierta, con los ojitos brillantes de sueño pero expectantes. Sentada en la cama, lo esperaba.

—Papi… Ya viniste. Yo no quería dormir hasta que me contaras un cuento. Uno del océano.

Arim sonrió cansado, pero con ternura.

—Sakura, es muy tarde. Debes dormir temprano.

—Solo uno —pidió ella con esa dulzura que siempre lo desarmaba.

Lo que le molestó no fue su insistencia, sino lo que vio al lado de la cama. La niñera estaba allí, sentada demasiado cómoda, comiéndoselo con una mirada y una pose muy provocativa, con su vestidito cortito por encima del medio muslo, como si formara parte de la escena. Como si fuera… familia.

Arim frunció el ceño. Sakura la miró de reojo, como quien pregunta con los ojos: ¿No piensas irte? Pero no quería sonar grosera, así que con una sonrisa dulce le dijo:

—Quiero estar a solas con mi papi. Gracias por quedarte. Que descanses.

Arim se dio cuenta al instante de lo que pasaba. La niña no la quería allí. Había algo en su voz suave, pero firme, que lo dejó claro.

La niñera giro su rostro desconcertada, se levantó con gesto fingidamente encantador.

—Claro, princesa. No quiero interrumpir.

Arim la detuvo con la voz cuando ya iba a salir.

—Un momento. Cuando llegue la niña estaba sola y no te vi cuando fui a buscarte a la cocina y no te encontré en tu habitación. ¿Dónde estabas?

Ella parpadeó, nerviosa por un segundo, pero recuperó la compostura rápido.

—Salí un momento a comprar unas cosas. Dejé todo listo antes de irme y luego regresé antes del anochecer. Se lo había pedido a su madre. Ya que estaba interno. No debió ir a trabajar hoy se ve tan pálido. ¿Quiere que le prepare algo delicioso?

Mentía. Él lo notaba en los ojos, en la voz demasiado ensayada. Pero estaba cansado, no tenía fuerzas para discutir.

—Bien. Puedes retirarte entonces. No quiero nada. Gracias por cuidar a mi hija.

Ella se inclinó un poco, con una sonrisa más dulce que un panal de abejas.

—No diga esas cosas, es todo un placer cuidar esa princesa. Buenas noches, señor Kim. Buenas noches, Sakura.

—Buenas noches… —respondió Arim, cortante.

La niñera salió, cerrando la puerta suavemente. Pero apenas cruzó el pasillo y se adentró en su propia habitación, el veneno se le escapó en un estallido.

De un manotazo volcó el contenido de su gavetero. Ropa, papeles, perfumes, todo rodó por el suelo. Su respiración era agitada, el rostro desencajado.

—¡Maldita mocosa del mismísimo demonio! —escupió con rabia, apretando los dientes—. Siempre metiéndose en medio… Siempre alejándome de él. Tanto que me costó comprar esta bata de edición ilimitada.

Se dejó caer en la cama, con las manos temblorosas. La niña. Esa pequeña insolente. Había algo en ella que le daba miedo, como si la observara demasiado, como si pudiera leer su mente. Pero más aún, la celaba. Esa niña lo tenía todo: el apellido, el cariño, la atención de Arim.

Ella, en cambio, era “solo la niñera”. Y eso la consumía.

—Algún día seré yo la señora de esta casa —susurró, con los ojos brillantes de locura—. Él me mirará. Él me elegirá. Y tú mocosa irás a parar a un manicomio de enfermos mentales.

En la recámara de Sakura, mientras tanto, la calma era otra.

Arim se acomodó en la cama de su hija, abrazándola suavemente mientras inventaba un cuento sobre un delfín que buscaba a su madre en las olas. Sakura lo escuchaba con atención, con una sonrisa en los labios.

—Papi… —susurró con la voz ya adormilada—. Prométeme que no dejarás que ella sea mi nueva mamá. La quiero pero no como mamá.

El corazón de Arim se encogió.

—Te lo prometo, pequeña. Solo nosotros dos… hasta que llegue alguien que de verdad nos ame como quieras. No te preocupes por esas cosas.

Sakura se durmió, aferrada a su brazo. Arim la miró un buen rato, con el alma dividida. No solo tenía que protegerla del mundo exterior, también de las sombras que se escondían dentro de su propia casa.

Y esa noche entendió que los verdaderos peligros no siempre vienen del mar… sino de la gente más cercana.

Los días en Tahití parecían fluir con la calma del océano, pero para Arim cada hora estaba marcada con precisión milimétrica. La semana pasó entre trabajo y responsabilidades, casi como una coreografía invisible que sostenía su vida.

A primera hora de la mañana, Arim salía de la mansión con su traje perfectamente planchado, el cabello bien peinado con esa pulcritud que heredó de su padre. Su chofer lo llevaba hasta el aeropuerto privado donde funcionaba la sede de sus aviones pequeños de enlace entre Tahití, Bora Bora Canadá, china y rusia.

El edificio era moderno, de cristal y acero, con hangares impecables que albergaban pequeñas avionetas brillantes como joyas. Saludaba a los mecánicos, revisaba informes de seguridad, firmaba documentos y a veces, si el día lo permitía, caminaba hasta la pista para observar cómo despegaban las aeronaves que transportaban turistas emocionados a Bora Bora y demás puntos estratégicos.

Una mañana, mientras esperaba un informe, sacó su teléfono. Por curiosidad buscó imágenes de la isla. Aparecieron playas de arena blanca, palmeras altas, bungalows flotantes sobre aguas turquesa. El contraste con la vida ajetreada de su aeropuerto era tan grande que no pudo evitar suspirar.

—Bora Bora… —murmuró, deslizando el dedo en la pantalla—. ¿Será allá donde vive ese tal Dixon realmente?

Recordó el nombre con claridad. El mismo que su hija había mencionado con una sonrisa traviesa, como si lo conociera desde siempre. Había algo en ese hombre que lo desconcertaba además de su mirada, aunque solo lo había visto una vez en circunstancias extremas.

Sacudió la cabeza y guardó el móvil. Tenía demasiado trabajo para dejarse llevar por esas ideas.

Mientras tanto, Sakura tenía su propio mundo lleno de lápices de colores, pizarras y canciones en francés, español, coreano e inglés. Su maestra, Charina Min Ra, era una mujer de unos cuarenta años, alegre y paciente, que sabía cómo manejar la curiosidad infinita de una niña de seis.

Ese día, mientras repasaban palabras nuevas, Sakura soltó de golpe lo que aún llevaba en el corazón:

—Maestra, yo casi me ahogo en el acuario.

Charina se quedó con la tiza en el aire, sorprendida.

—¿De verdad, mi niña? ¿Y cómo fue eso?

—Entre a una zona prohibida del acuario por que vi a mi mamá y me caí al agua porque un delfín se pasó de contento —dijo Sakura con naturalidad.

La maestra tragó saliva, pero sonrió para no inquietarla.

—Eso debió ser muy duro, pequeña. Pero recuerda, nunca puedes separarte de tu papá en lugares públicos.

—Pero yo quería ver los peces más de cerca —replicó Sakura con un puchero.

Charina se inclinó hacia ella y le guiñó un ojo.

—¿Sabes? Si te pierdes, tu papá se volverá loco buscándote. Y créeme, los papás con corbata no saben bucear tan rápido como los peces.

La niña rió a carcajadas, y la tensión se disipó. La maestra era sabia: a veces un poco de humor era más eficaz que mil regaños.

A kilómetros de distancia, Dixon llevaba una rutina completamente distinta. Sus días estaban llenos de clases de buceo, caminatas por la playa y sesiones de surf con turistas que buscaban aprender a cabalgar las olas.

Cuando no estaba en el mar, lo encontraban en el banco local, depositando dinero con la discreción de quien nunca se jactaba de lo que tenía. Su hostal Olas H2O prosperaba, pero él mantenía un perfil bajo, como siempre.

Las noches, sin embargo, eran otra historia. Esa semana, una noche en particular, su sueño se volvió inquietante.

Soñó con una mujer de cabello negro y ojos marrones profundos. Su presencia no era aterradora, sino serena.

—Me llamo Ji Eun —le susurró la figura, acariciando el aire como si dejara un mensaje invisible.

Y junto a ella apareció otro rostro: su antiguo amor de la secundaria, aquel chico que había perdido en un accidente y cuyo fantasma había visto tantas veces en el pasado.

—Ya es hora de despedirnos —dijo la voz del muchacho con ternura.

—Debes vivir. —añadió la mujer, como si lo empujara hacia adelante.

Dixon despertó agitado, con el corazón golpeándole las costillas. Pero esta vez, a diferencia de otras, no sintió miedo. Sintió… paz.

Se quedó mirando el techo de madera de su habitación, recordando su pasado. Las noches en Seúl, cuando la soledad lo había empujado a cortarse las venas. Las cicatrices aún estaban allí, camufladas con tribales celtas que había tatuado después para ocultar la vergüenza.

Recordó también a su padre, diagnosticado con hipertensión. Nunca le perdonó que eligiera amar a hombres en lugar de mujeres. Y aunque ya habían pasado dos años desde su muerte, el vacío seguía ahí.

Su madre, en cambio, viajaba con frecuencia, acompañada de sus dos hermanas, Yuna y Anna. Ellas lo visitaban cada cierto tiempo en el hostal, y esa semana no fue la excepción.

—¡Oppa! —dijeron al llegar, abrazándolo fuerte.

La casa se llenó de risas y voces femeninas. Dixon les contó sobre la fiesta de disfraces en Tahití, invitado tanto por Sergey como por Brayan.

—¡Fiesta de disfraces! —exclamó Yuna, brillándole los ojos—. ¡Ya sé! Te vamos a disfrazar de mujer.

—¿Qué? —protestó él, cruzándose de brazos.

—Sí. Sabemos que te encanta el maquillaje y con ese corte parecerás una joven atractiva, ya de por si tienes el rostro andrógino con razgos de chica—añadió Anna con picardía—. Así nadie sabrá que eres tú. Podrás divertirte, bailar, y al día siguiente seguir trabajando en tu acuario y tu hostal como si nada. Nadie descubrirá que eres gay, ni que eres el dueño millonario que todos creen humilde.

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Maru19 Sevilla
Todo está muy bien y va estar mejor cuando Arim se sacuda a su perniciosa familia 😂😂😂
Maru19 Sevilla
Arim está muy manipulado
Maru19 Sevilla
Cuánta pasión 🥰🥰
Maru19 Sevilla
Que descanses autora🥰
💖
La nana quiere al jefe
💖
Ya entendí es homosexual
💖
Una protagonista vestido de hombre /CoolGuy/
Erika Estrada
me encanta ojalá puedan estar juntos los tres 🤭
Maru19 Sevilla
Que bonito capítulo 👏
Maru19 Sevilla
Que posesivo! 🤭🤭🤭
Erika Estrada
entiendo a Sergey pero en el corazón no se manda y espero que ahora sí el domador de Delfines saque la casta que debe🤭
Erika Estrada
OMG por qué no hay hombres así en mi pueblo ☺️☺️
Yandi Perea Maturana: esos hombres solo existen y están en noveltoon🤣😂🤣😂🤣😂
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Jajajaja que buen capitulo
Mckasse Escritora
🥰🥰🥰🥰🥰gracias por leer
Maru19 Sevilla
Me encantan tus novelas autora /Heart/
Maru19 Sevilla
A poco no le tentación, saber quién es /Slight/
Maru19 Sevilla
Ni modo a recetearse Alfa
Mckasse Escritora: jajaja está buena esa
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Ah, pillines/Drool/
Maru19 Sevilla
Picarones/Chuckle/
Mckasse Escritora
muchas gracias
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