Melisa, es la chica que muere inculpada por la villana, pero ahora que he reencarnado en ella, sobreviviré.
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capítulo 11- inesperado
Ya en su residencia, Flora le hizo saber que la Duquesa fue regañada cuando el Duque la sorprendió intentando abrir la puerta, Melisa ríe, es bueno saber que la esta pasando mal.
- gracias Flora, ya sabes, siempre serás bien recompensada.
Melisa le entrega una bolsa con algunas monedas de oro, siendo éstas las más valiosas. Ya que flora se va, va a la cocina para calentar agua y preparar el té que ha traído, por supuesto, procura esconder bien lo demás; en su alcoba, bebe aquella infusión mientras hace gestos de desagrado, no solo tiene mal olor, también sabe mal.
- esto es asqueroso...no más noches locas con un desconocido, para ti Melisa.
Habla para si misma, aunque, ese hombre era realmente atractivo y ahora que lo piensa, Dalia estaba por decirle de quien se trataba, pero, duda que lo vuelva a ver, deben ser de esos que disfrutan de pasar las noches con diferentes mujeres, solo espera que no le haya contagiado nada o estaría en graves problemas, porque duda haya buenas medicinas en esa época. Ya que ha bebido esa cosa fea, baja hasta la cocina con sus libros y las hierbas que ha logrado reunir, su meta de la semana, es aprender a hacer pociones, escucho que son muy cotizadas en el mercado, sobre todo, las que ayudan a fortalecer el cuerpo y curar heridas.
Pronto tocan a la puerta, al abrir era el Duque, quien iba acompañado de una mujer algo mayor, vestida de doncella, la mujer se inclina ante Melisa.
- mucho gusto señorita Melisa, me llamo Dora, seré su mucama a partir de ahora.
- ¿eh? Padre...no era necesario, seguramente la Duquesa se va enojar conmigo.
Melisa agacha la cabeza mientras se encoge de hombros, para fingir sentirse asustada, el Duque se sorprende de la actitud de su hija, era como si le tuviese miedo a la Duquesa.
- ¿por qué se enojaria? Soy yo quien esta dejando a cargo a la mucama.
- la Duquesa dijo, que yo puedo hacer todo sola, que no necesitaba doncellas, porque no pueden pagarlas y si vienen a cuidar de mi, Cristal se quedaría sin nadie quien la atienda.
El Duque no esperaba escuchar eso, incluso Dora se muestra sorprendida por las palabras de la joven.
- la Duquesa no se enojara y hay suficiente dinero para pagar a las doncellas. Dora, te encargo a Melisa y si algo pasa, házmelo saber.
- por supuesto señor, déjeme todo a mi. Señorita, venga, debe estar hambrienta, le haré algo de comer.
- pero...padre...muchas gracias, realmente se lo agradezco.
Melisa se acerca al Duque para darle un abrazo, sorprendiendo al hombre, pero, sonríe levemente mientras le da una palmada en la cabeza, en ese momento siente que lamenta el haber descuidado el cuidado de su hija. Ya que el Duque se retira, Dora pasa a la cocina viendo todo el tiradero que ha hecho Melisa.
- señorita...¿que es ese olor?
- lo siendo señora Dora, estaba practicando magia, hace poco descubrí que puedo usarla y quería perfeccionar mis técnicas.
- ya veo señorita, pero hay que limpiar esto y veamos que puedo cocinar para usted.
Por otro lado, el Duque llego a su estudio, estando sentado frente a su escritorio, dejo salir un largo suspiro, nunca imaginó que su hija mayor estuviese pasando por algo tan preocupante como estar sin quien cuide de ella; la puerta de su oficina se abre, era Cristal quien entra sonriente y hace una reverencia.
- buenas tardes padre. Padre, por favor, le pido me levante el castigo, ya aprendí mi lección, por favor, déjeme salir y denme para comprar un precioso vestido, la diseñadora estará poco tiempo en la ciudad.
- ¿por qué tu madre dejo a Melisa sin doncellas?
- ¿que? No, padre, no es así, Melisa fue tan amable que no quiso doncellas para que yo tuviese a las mejores.
- bien, que generosa es Melisa, aún así, no saben darle un buen trato. Llama a tu madre, dile que me urge verla.
- lo haré padre, pero sobre el vestido.
- no me interesa un vestido, cumple con tu castigo. Ahora llama a tu madre.
Cristal no esperaba verlo tan enojado, pero, si mencionó a Melisa, es porque esa chica seguramente le ha dicho algo para hacerlo enojar. Sale corriendo de la oficina para ir por su madre, sabe bien que ambas estarán en problemas, deben de buscar una manera de arruinar a Melisa, para que el Duque deje de ayudarla.
En la noche, después de haber comido algo realmente delicioso, Dora se retiró a una de las habitaciones de la residencia, mientras que Melisa estaba ya en su alcoba, aunque era tarde, no podía dormir, cuando sintió una brisa, pero recuerda haber cerrado la ventana, al voltear, puede ver a alguien parado en el marco de la ventana.
Estaba sin luces así que no podía distinguir, quizás la Duquesa envió un asesino, se queda quieta observando al asomar solo su ojos por debajo de la sábana, vio a aquel hombre acercarse y se detuvo frente a su cama, así que Melisa salta con la sábana extendida, tratando de capturarlo bajo ella, pero el hombre es más hábil y la sostiene de las muñecas tirandola sobre la cama y se coloca encima de ella.
- eres valiente, señorita...
- ¿eh?
Al tenerlo de frente y más cerca, pudo ver esos ojos tan peculiares, algo que la sorprende, pues no esperaba ver a ese chico nuevamente.
- conejito...
- no me llames así...
- pero tus ojos...espera...¿como me encontraste?
- tengo mis métodos, quien diría que eras la hija de un Duque, señorita Melisa Ruzek.