Un giro inesperado en el destino de Elean, creía tener su vida resuelta, con amistades sólidas y un camino claro.
Sin embargo, el destino, caprichoso y enigmático estaba a punto de desvelar que redefiniria su existencia. Lo que parecían lazos inquebrantables de amistad pronto revelarian una fina línea difuminada con el amor, un cruce que Elean nunca anticipo.
La decisión de Elean de emprender un nuevo rumbo y transformar su vida desencadenó una serie de eventos que desenmascararon la fachada de su realidad.
Los celos, los engaños, las mentiras cuidadosamente guardadas y los secretos más profundos comenzaron a emerger de las sombras.
Cada paso hacia su nueva vida lo alejaba del espejismo en el que había vivido, acercándolo a una verdad demoledora que amenazaba con desmoronar todo lo que consideraba real.
El amor y la amistad, conceptos que una vez le parecieron tan claros, se entrelazan en una completa red de emociones y revelaciones.
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Un giro inesperado.
El alcohol, ese viejo engaño, o quizá mi mejor aliado esa noche. Verte tan cerca encendió un deseo irrefrenable de probar tus labios. Corrí a tu lado, sintiéndome libre, como un niño, despojado de apariencias, de modestias, de ese maldito ego que siempre me persigue.
Te alcancé, te abracé por la cintura desde atrás y besé tu hombro antes de darle una pequeña mordida. Esto se sentía increíble, me dije, pero mi felicidad duró poco.
Cruzar la línea entre lo correcto y mis deseos, estando ebrio, no era algo que pudiera justificar. Me detuve.
Caminamos por el parque, junto a las bancas. Miré mi reloj: era tarde. El tiempo se había esfumado.
Regresamos al bar por mi coche para llevarte a casa. El trayecto se convirtió en una inmersión nostálgica, un mar de recuerdos, historias y anécdotas compartidas.
Al llegar, reconocí la fachada al instante, el color había cambiado, pero seguía siendo la misma casa acogedora que ahora albergaba a ese pequeño ser malévolo que me ponía los nervios de punta.
—Gracias por traerme, ¿te gustaría pasar a saludar?
—Por supuesto. Le sienta bien ese azul a la fachada
—Es lo que dicen. Mi padre quedó satisfecho
Te detuviste un momento bajando la mirada.
—. Permíteme, iré a avisarles.
Ambos bajamos del auto, te esperé recargado en el capó. Entraste saludando:
—Buenas noches… ¿Papá?
Un silencio ensordecedor siguió a tus palabras. Asumí que no había nadie en casa. Regresaste al auto con una expresión avergonzada.
—Disculpa, parece que aún no han llegado.
Normalmente, que no hubiera nadie sería una ventaja, pensé, sonriendo con un nerviosismo que me delató.
Claramente soy un degenerado, pero esta vez, la incomodidad y la inquietud me obligaron a retirarme. Me despedí como un caballero.
—No te preocupes, tendremos tiempo para volver a salir .
—Es una pena, me hubiera gustado que estuvieran aquí. Esperaba que te quedaras a cenar.
—¿Cenar? —Esa idea me tentó demasiado. Quizás podría… No. Tenía que irme—. Salúdame a tus padres, pero recuerda que me debes una cena.
—De acuerdo, vete con cuidado.
Subí a mi auto. Tú seguías en la puerta, mirándome con una sonrisa mientras agitabas la mano en señal de despedida. Conduje despacio, incorporándome a la carretera. Todavía podía verte por el retrovisor, y traté de grabar tu imagen en mi mente antes de que se desvaneciera.
¿Por qué no insistí en quedarme? ¿Por qué rechacé la idea de estar a solas contigo? Bah, demasiadas preguntas para un solo día.
Al llegar a casa, un mar de recuerdos me golpeó bruscamente. El recuerdo vívido de aquel día se hizo presente, como si lo estuviera reviviendo. Han pasado dos años desde la última vez que estuve aquí.
Recuerdo un momento en el que decidí salir contigo; sin embargo, el desgraciado de Matías se te declaró antes que yo. Agradezco que me haya ahorrado la tragedia, aunque al recordarlo me molesta un poco.
Ese maldito día, leías como de costumbre, sentada en el césped, bajo un árbol.
Ese día lucías más hermosa que nunca, con tu cabello largo cayendo como una cascada. Mi interés hacia ti no era romántico en absoluto. Más bien, había estado preparando un discurso bien estructurado que me hiciera sonar interesante sobre las razones por las cuales yo era el mejor partido para cualquiera. Tuve la brillante idea de usar psicología para declararme sin tener que decirlo tal cual, pensando como un chiquillo lleno de hormonas. Me había organizado de tal forma que todo saliera de acuerdo al plan. Di varias vueltas, asegurándome de que nadie me viera.
Cuando por fin me decidí, me llevé la infame noticia de que Matías se me había adelantado. Recuerdo verte con una expresión de sorpresa. Quise hablar, pero mi incontrolable carácter me lo impidió. Solo me quedé mirando como un simple espectador que recorría el lugar. Después de eso, se corrió el rumor, y por supuesto, ya eran pareja. Matías era un tipo bien parecido, sin virtudes notables ni algún rasgo sobresaliente.
Ese día me sentí un completo imbécil, decidí marcharme sin más, enterrando ese desagradable suceso. Aquel día hice y pensé cosas debido a mi falta de madurez, pero sobre todo por el ego de conquistar a todas. En ese momento, mis hormonas no distinguían entre el bien y el mal que pude haberte ocasionado. ¡Aj! Incluso pensar en ello me avergüenza. ¿Cómo pude hacer tal estupidez por sumar una mujer más a mi lista? Jajaja, no puedo con esto…
He llegado a la entrada de mi hogar, aún con estos pensamientos en mi cabeza. Don Genaro, el vigilante, me reconoció de inmediato. Su cara mostró algunas arrugas cuando me sonrió.
—¡Joven, qué milagro que ha vuelto! —exclamó Don Genaro, sonriendo mientras abría la reja.
—Extrañaba estar en casa… —respondí.
—Bienvenido, es un gusto tenerlo de vuelta por aquí. ¿Vienen también sus padres?
—No, solo he venido yo por algunos asuntos personales.
—En ese caso, disculpe mi atrevimiento y nuevamente bienvenido. En un momento le envío a alguien para que se encargue de su equipaje.
—No es necesario Don Genaro, puedo hacerlo solo. Déjeme sentirme útil siquiera esta noche.
Don Genaro sonrió nervioso mientras avancé. Me estacioné de frente, mirando la casa, el lugar era increíblemente bello. Bajé mis maletas según el contenido. Traté de no pensar en nada más y me concentré en acomodar las cosas, alistándome para meterme a la ducha.
Un pensamiento vago vino a mí: "Después de todo, su relación no funcionó", sonreí. Realmente, casi ni tomé, pensé. Volver a la ciudad me hace creer que lo hice con un propósito en mente. "Estoy delirando," susurré. Mis únicas metas y proyectos son alcanzar la cima. Sin embargo, debo aclarar esto para concentrarme en mis objetivos sin distracciones.
Regresé para tener libertad, no para recordar viejas historias. No esperaba encontrarme con Carter así de repente; siempre ha sido una excelente compañía, es una mujer que sabe escuchar y decir las cosas más extrañas en el peor momento.
Quizás el destino me esté dando una segunda oportunidad, sonreí.
"¿Será acaso que volví por ti?" "¿Por tus ocurrencias?"
Jajaja, por supuesto que no volví por esa razón, este tipo de juegos es algo para entretenerse más no para quitar el sueño.
Es completamente normal que sienta un cariño especial, ya que nos conocemos de toda la vida.
Aunque sí debo admitir que su belleza incrementó. Por ahora, me tomaré el tiempo para disfrutar de lo que la vida me ofrezca.
Ha sido una noche larga, apenas logré conciliar el sueño, escasas tres horas de un descanso intranquilo.
Mi mente, una vorágine de pensamientos, se negaba a apagar el interruptor; era innegable la emoción que sentí al verla de nuevo. Cubrí mi cara con la almohada, deseando hundirme de nuevo en la inconsciencia.
"Estoy demente," mascullé, "necesito alejarme de todo esto".
El estridente sonido de mi celular me sacó bruscamente de la cama. Era Nelly, mi amiga y confidente de toda la vida.
Nelly (📱): ¿Cómo estás? ¿Llegaste bien? ¡Vamos, dormilón, despierta!
Elean (📱): El día es para dormir. Y tú, ¿desde cuándo das los buenos días? Además, no dormimos juntos.
Nelly (📱): ¡Jajaja, qué asqueroso eres, buenos días, señor modales! ¿Cómo te fue? ¿Ya te instalaste? ¿O te fuiste de fiesta anoche y no me invitaste?
Elean (📱): Me conoces bien. Sabes que ya no salgo tanto.
Nelly (📱): Sí, tienes razón. Te volviste un anciano en cuerpo de joven. Lo olvidé, jajaja.
Elean (📱): Qué pesada. No tengo ánimo de discutir después de no haber dormido bien.
Nelly (📱): ¿Te ocurrió algo?
Elean (📱): Nada relevante.
Nelly (📱): ¿Volviste a tener esa pesadilla, cierto?
Elean (📱): ¿Pesadilla...? —Una risa amarga escapó de mis labios—. No solo volví a soñar lo mismo, sino que además me encontré a alguien que importante.
Nelly (📱): ¿Ah, sí? ¿A quién?
Elean (📱): A una vieja amiga. Ya te la he mencionado.
Nelly (📱): ¿Quién? ¿Tu amiga de la infancia, Carter?
Elean (📱): Así es.
Nelly (📱): ¿Y? ¿Te le lanzaste?
Elean (📱): Jajaja, no es para tanto.
Nelly (📱): Qué aburrido... me dio sueño solo de leerte. Hablas de esa chica como si te gustara todo el tiempo.
Elean (📱): ¿Qué? Jamás he dicho algo similar. Me conoces.
Nelly (📱): Eres obscenamente atractivo. ¿Tanto te cuesta admitir que posiblemente tienes, no sé, esa cosa que late, jajaja, corazón o como sea que se llame? Es ridículo, un hombre como tú, en su mejor edad, no debería preocuparse por esas cosas.
Elean (📱): No tengo tiempo para complicarme la vida. Ya tengo suficiente con mis pesadillas, jajaja.
Nelly (📱): Romeo, date la oportunidad. Quiero verte con esa cara de bobo.
Elean (📱): Primero necesito averiguar quién es ella. Es por eso que volví. No necesito distracciones, a menos que sean placenteras.
Nelly (📱): Está bien, me voy a preparar para ir a trabajar y tú también deberías hacerlo.
Elean (📱): Claro, si a eso se le puede llamar trabajar. Te escribiré más tarde.
Nelly (📱): Para mí es un trabajo. Escríbeme solo si es algo interesante o me aburrirás...
Ya es tarde. Me levanto y me doy una ducha prolongada. El agua caliente golpea mi piel, liberando la tensión de la noche, devolviéndome la energía para comenzar el día.
Todo esto es tan confuso, mis manos tiemblan al tocarte, mi respiración se agita, llevo en mi mente la imagen distorsionada de lo que puede ser y lo que no.
Atrapado en un abismo en donde la perfección no da cavidad a un tropiezo, las cosas son así de simples, las aves son libres, libres para volar...