Luego de una decepción amorosa Lila viaja a Londres buscando la contención de su padre pero en el camino encuentra algo más que solo amor y contención familia. Una nueva historia da comienzo en medio de toda su crisis sentimental.
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capítulo 2
Después de abordar el avión, acomodarme en mi asiento de primera clase y escuchar el cierre de la puerta, sentí cómo se me cerraba el estómago. El vuelo sería largo, unas siete horas, y no sabía cómo iba a aguantarlo sin que mis emociones me desbordaran. Saqué mi bolso y con manos temblorosas saqué una pequeña botella de whisky que había comprado en el aeropuerto, pensando que un poco de alcohol podría calmar el nudo que me apretaba el pecho.
No tardé mucho en comenzar a beber, sorbo tras sorbo, intentando ahogar el dolor y la rabia que sentía. No toleraba bien el alcohol, y pronto noté cómo la cabeza me daba vueltas, el mundo se movía lentamente y una sensación de mareo empezó a apoderarse de mí. Saqué el celular del bolso, un poco temblorosa, y vi que tenía decenas de llamadas perdidas y mensajes de Eric. No pude evitar reírme con amargura.
Entonces, el hombre que viajaba a mi lado, un tipo de mirada fría y ceño fruncido, me lanzó una mirada reprobatoria.
—Señorita, ¿podría controlarse, por favor? —dijo con tono serio, casi molesto.
Intenté recomponerme y responder que sí, pero en vez de eso, lo que salió de mi boca fue un balbuceo pesado, la lengua se me sentía pegajosa, y mis palabras arrastradas.
—Estoy... tranquila... —dije con voz ronca—. Es solo que me río de ese idiota...
Le mostré la pantalla del celular, con el listado interminable de llamadas y mensajes no contestados, y al ver la expresión de desconcierto en su rostro, continué, como si necesitara descargar toda mi rabia.
—Claro, tú no sabes lo que pasó —expliqué—. Me engañó... se acostó con una bruja que decía ser mi amiga, y yo los vi.
Puse dos dedos sobre mis ojos, en un gesto teatral.
—Con estos lindos ojos miel que mi padre me heredó, los vi con mis propios ojos —dije con un tono que pretendía ser sarcástico—. Y él, ¡el muy idiota!, quiso explicarme lo que estaban haciendo... ¿Puedes creerlo, señor?
El hombre frunció el ceño con evidente fastidio. Levantó la mano, dispuesto a llamar a la sobrecargo.
—¿Podría cambiar de asiento a la señorita? —pidió con una mezcla de irritación y resignación.
Fruncí el ceño a mi vez y le respondí, tratando de mantener un hilo de dignidad.
—Oye, ¿qué te hice? —le dije, fingiendo un tono amistoso—. Estábamos conversando tranquilamente aquí.
El hombre negó con la cabeza, sin dejar de mostrar su molestia.
—Señor, una disculpa, pero el vuelo está lleno —dijo la azafata, acercándose—. No hay otros asientos disponibles.
—Muy bien —respondió él—. Entonces dejen de servirle alcohol y tráiganle algo para que se le pase el efecto. No pienso viajar el resto del vuelo escuchando los lamentos de una borracha.
Al escuchar esto, miré directamente a la azafata y dije, con un deje de desafío:
—No, mejor tráiganle un whisky a él, se nota que lo necesita. Yo estoy bien.
Vi cómo la azafata se disculpaba con el hombre y se retiraba para luego volver con un vaso de jugo de naranja.
—Señorita, tome esto, le ayudará con su estado —dijo ella, colocando el vaso frente a mí con una sonrisa comprensiva.
Miré de reojo al hombre y, con un tono un poco más bajo, susurré:
—Tú sí que eres un amargado... te pareces mucho a mi madre.
El tipo me lanzó una mirada fulminante.
—¿Podrías callarte? —me espetó con voz cortante.
Asentí, dándome cuenta de que mi humor estaba lejos de ser agradable. Me recliné en mi asiento y saqué el celular nuevamente. Para distraerme, entré a mis redes sociales y me detuve en mi Instagram. Allí, con dedos temblorosos, empecé a escribir comentarios en las fotos que tenía junto a Eric, soltando toda mi rabia contenida.
—Quién diría que con esa cara de ángel eras todo un perro traidor —tecleé con furia, sonriendo amargamente al enviar el comentario.
Pasé a otra foto, escribiendo otro mensaje lleno de resentimiento. El alcohol había sacado lo peor de mí, y mi autocontrol se desvanecía con cada palabra. Pronto el cansancio hizo efecto, y acomodándome en el asiento me quedé dormida, inconsciente del caos que mi ataque en redes sociales había provocado.
Narrador omnisciente
Mientras Lila dormía una breve siesta, las redes sociales estallaron en reacciones y comentarios. Era una modelo estadounidense muy conocida, y Erick Altron, su prometido, un exitoso empresario del rubro hotelero. La noticia corrió como pólvora y en pocas horas fue trending topic en varias plataformas.
Las azafatas, al percatarse de la situación, cuchicheaban entre ellas sobre la joven y el hombre que la acompañaba. El hombre a su lado, que se llamaba Vladímir, notó cómo una pasajera del avión tomó una fotografía de la modelo mientras dormía. A él le resultó extraño y decidió revisar las redes sociales para entender qué ocurría.
Al entrar en la sección de noticias sociales, leyó un artículo que se había viralizado horas antes:
“La modelo estadounidense Lila Facchini, a solo una semana de su boda, descargó toda su furia en redes sociales contra su prometido. Fuentes cercanas a la pareja indican que el empresario Erick Altron decidió cancelar la boda, y en un ataque de ira Lila utilizó sus plataformas para intentar manchar la reputación de Erick con rumores de infidelidad.”
“Otros usuarios informan que Lila fue vista por última vez en el aeropuerto de Nueva York, abordando un vuelo comercial con destino a Londres. ¿Será este el fin del compromiso más esperado del año?”
Vladímir no pudo evitar sentir una mezcla de preocupación y curiosidad. Sacó su teléfono y envió un mensaje a su mejor amigo.
—Dimitri, creo que tu hermana está en mi vuelo.
No tardó en recibir la respuesta.
—Asegúrate de que llegue junto con nosotros a salvo.
—Está bien. ¿Pero qué harás con las noticias que están saliendo de ella?
—Ya me estoy encargando. Tú solo tráela a casa.
Sin más, Vladímir tomó su saco y, cubriendo a Lila con él para proteger su rostro, se preparó para el largo viaje hasta Londres.
Al aterrizar, Vladímir la despertó suavemente, moviéndola con cuidado.
—Señorita… Señorita Facchini, por favor, despierte. Ya llegamos.
Abrí los ojos lentamente, aún aturdida por el sueño y el alcohol.
—Ya me desperté —respondí con voz queda—. ¿Qué hora es?
No prestaba mucha atención al principio, hasta que escuché:
—Son las siete de la mañana. Debemos recoger el equipaje y salir.
—Está bien —contesté, aún somnolienta—. Pero… espera... ¿qué?
Vladímir sacó una tarjeta de presentación y me la mostró.
—Disculpe mis modales, debí presentarme antes —dijo con voz formal—. Mi nombre es Vladímir Ivanov, soy el abogado de su familia. El señor Facchini me encargó llevarla hasta la mansión.
Tomé la tarjeta, aún con dudas. Había muchas cosas que no entendía.
—Ah... De acuerdo —dije con cautela—. Voy a llamar a mi padre para corroborar lo que dice.
—Me parece bien —respondió Vladímir con una sonrisa leve—. Pero ¿qué le parece si vamos por nuestro equipaje mientras tanto?
Asentí y me levanté. Mientras caminábamos por la terminal...
dañó a su familia por un desliz que ni siquiera fue seguro.
Su madre se merecía eso por dañar todo.
Pero Lila no
Básicamente ellos dañaron la relación de sus hijos.
TODO.
Ella traicionó a su familia, y luego hizo escoger a sus hijos, más que nada el hecho de que el otro se enteró de la peor forma, no fue capaz de nada.
le segunda el padre al no ser fuerte y dejarla a tiempo, que dañó a sus hijos.
y para colmo ella se descarga con su hermano que no tiene culpa, no es obligación querer hablar con su madre
Que fastidio cuando dices algo y no cumplen, yo me largaba de ahí 🙄🙄
dos hermanos y ahora con quién. dioooooos que dilema