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Editando Mi Propia Historia.

Editando Mi Propia Historia.

Status: Terminada
Genre:CEO / Completas / Aventura de una noche / Reencuentro / Dejar escapar al amor / Amor-odio
Popularitas:5.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Loloy

Abigaíl, una mujer de treinta años, quien es una escritora de novelas de amor, se encuentra en una encrucijada cuando su historia, la cual la lanzó al estrellato, al sacar su último volumen se queda en blanco. Un repentino bloqueo literario la lleva a buscar a su hombre misterioso e intentar escribir el final de su maravillosa historia.

NovelToon tiene autorización de Loloy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 2

Abigaíl, al terminar de escuchar la historia tan fantasiosa que su amiga acababa de inventar, no pudo evitar soltar una carcajada. Al ver el rostro serio de Diana, intentó calmarse y dijo entre risas:

—Espera... ¿Lo dices de verdad?

Diana se cruzó de brazos y asintió con firmeza. Abigaíl, con una sonrisa incrédula, añadió:

—Ay, amiga... lo que tú me pides es algo imposible. No solo cambiaría la historia por completo, sino que llegado el momento estaría en la misma posición de siempre...

—En eso te equivocas. Esta vez, escribirás una crónica de tu vida.

—¿Qué?

—Abigaíl, es obvio. Te enamoraste de ese hombre aquella noche. Escribiste tres libros fantaseando con una vida a su lado, e incluso puedo asegurar que lo has investigado para que Eric fuera lo más parecido posible a él.

—Diana, ¿pero qué dices? Eso es una locura. Sabes en lo que me convertiría si lo que dices fuera cierto.

—En una mujer enamorada. Tal vez algo loca, no digo que sea lo más normal del mundo, pero eres una buena persona, amiga.

Abigaíl no sabía si sentirse ofendida o halagada por las palabras de su amiga, pero antes de que pudiera replicar, Diana continuó:

—Lo que quiero decir es que tienes que dejar de escribir sobre lo que pudo ser y empezar a escribir sobre lo que realmente sientes. Tal vez, al hacerlo, te enfrentes a una verdad dolorosa y descubras que tu hombre ideal no era tan perfecto como creías. Pero eso también te va a ayudar a soltarlo... y a seguir con tu vida.

—No lo sé, es mucho que procesar... Además, los lectores no estarán nada felices si cambio todo tan de golpe.

—Yo opino lo contrario. Le daría un toque de realismo a toda la saga. Ahora, dime: ¿quién es Eric?

—No estoy segura...

—Dímelo.

—Eric Black...

—¿Eric Black? ¿El multimillonario playboy y mujeriego Eric Black?

—Te lo dije. No creo que sea buena idea...

—Ese tipo, amiga... ¿cómo pudiste fantasear tanto con alguien como él? ¿Cómo terminaste una noche con él?

—Oye, sé que no es perfecto... pero sí sabe cómo tratar a una mujer en la cama.

—Eso no lo dudo. Has escrito tres libros reviviendo una sola noche... me puedo imaginar lo bien que te trató.

Abigaíl frunció el ceño al ver la sonrisa burlona de su amiga. Diana, sin perder el tono juguetón, añadió:

—No voy a negar que es todo un adonis, pero ese hombre se va a morir soltero. Su vida entera gira en torno a mujeres hermosas, fiestas y mucha, pero mucha, noche. ¿Qué pasó? ¿Cómo terminaste con él?

—Esa noche había bebido mucho. Estaba muy deprimida. Mi ex prometido me había dejado porque ya no quería esperar más...

—Espera, ¿no era mentira lo de que solo estuviste con un hombre en tu vida?

—Sí... siempre creí que debía llegar virgen al matrimonio, y que el hombre que me amara debía esperarme.

—¿Y cuánto te esperó Eric? ¿Media hora?

—Oye, no bromees con eso. Aún me siento mal por lo que hice. Le fallé a mi padre, a Dios y a mí misma. Fui criada en un hogar estrictamente religioso. Cuando conocí a Mateo, le conté mi decisión y él prometió esperarme. Pero lo que no sabía era que, mientras me respetaba a mí, se acostaba con cuanta mujer se le ofrecía. Cuando me enteré, lo enfrenté, y me dijo que ya no quería esperar más. Que si no teníamos sexo, él no se quería casar.

—Maldito manipulador... ¿Después de cuántos años juntos te dijo eso?

—Después de tres...

Diana se quedó en silencio. Ella también era católica, pero había tomado un camino muy distinto: rompió esa promesa con su esposo y se casó embarazada. No podía decir que entendía completamente a Abigaíl, pero sabía que no todos los hogares religiosos eran iguales. Y el de su amiga, claramente, había sido mucho más estricto.

—La noche que lo enfrenté, rompimos el compromiso. No quería ir a casa... tenía miedo de ver el rostro de decepción de mi madre y el de mi padre. Así que fui a un bar y empecé a beber. Era la primera vez que lo hacía y, pronto, empecé a marearme. Salí a tomar aire y entonces lo vi. Él estaba allí, fumando un cigarrillo, vestido de negro. Sus ojos verdes brillaban bajo la luz de la luna, y su traje... su traje ajustaba sus músculos como si hubiese sido hecho a medida, como si fuera un guante.

—Así, tal cual lo describiste en tu historia...

—Es que así fue como lo viví... Recuerdo que él me miró luego de unos minutos de haber llegado y, al ver que no me acercaba, volteó a verme y directamente me preguntó…**

**Flashback**

**Hace cinco años...**

Abigaíl…

Luego de pasar varios minutos tomando aire, esperando que el malestar se me pasara, escuché la voz ronca y grave del hombre que estaba a mi lado.

— ¿Te encuentras bien?

Sin levantar el rostro, asentí levemente y respondí:

— Sí… es solo que allí adentro no podía respirar.

Escuché sus pasos acercarse. Luego, con un tono más suave, dijo:

— ¿Necesitas que te traiga agua?

— No, estoy bien. Se me pasará —agregué con una sonrisa débil, aún sin creer que estaba hablando con él—. Tal vez… no lo sé. Es la primera vez que bebo y empecé a sentirme mareada. ¿Eso es normal?

Levanté el rostro para mirarlo. Sus ojos verdes brillaban con intensidad bajo la tenue luz exterior, y una sonrisa se asomó en sus labios antes de responder:

— Es normal. Con el tiempo, te acostumbras.

Solté una risa nerviosa.

— ¿A quién le gustaría sentirse así? Siento que todo se mueve… O soy yo la que está dando vueltas.

El joven se acercó aún más y, con una sonrisa tranquila, me tomó suavemente del brazo.

— Ven, siéntate aquí. Se te pasará pronto. ¿Cuánto bebiste?

— Eso es lo más loco. Solo una copa… Mi tolerancia al alcohol es cero.

Él soltó una risa leve mientras me guiaba con cuidado hacia un banco cercano.

— Entonces quédate tranquila. Pronto estarás mejor… ¿Quieres que le avise a alguien que estás aquí?

— No… nadie puede saber que vine a este… antro de perdición.

Su risa fue más fuerte esta vez.

— ¿Antro de perdición? Vaya, ese sí que es un buen nombre. Pero me refería a si adentro hay alguien que pueda acompañarte hasta que te sientas mejor.

— No. Vine sola. No quería volver a casa...

Se sentó a mi lado, sin invadir mi espacio, pero cerca, como si supiera que necesitaba compañía.

— Hay días en los que yo tampoco quiero volver. Pero dime… ¿por qué no quieres regresar? Digo, si quieres hablar, soy bueno escuchando.

— Porque soy una decepción —dije con la voz baja, casi en un susurro—. Mi familia cree que todo lo que hago está mal. A veces desearía haber nacido en otra familia… o ser huérfana. Tal vez así no me preocuparía tanto por el qué dirán y podría vivir libremente.

— Oye… ¿estás hablando de ti o de mí? —respondió con una sonrisa leve, pero sus ojos tenían un matiz oscuro, casi dolido—. Mi familia es igual. Hay días que me siento como tú, pero luego recuerdo que gracias a ellos estoy vivo y soy quien soy. En esos días solo respiro profundo y aguanto. No sé cuál es tu caso, pero… a menos que hayas matado a alguien, todo tiene solución.

— Mi prometido acaba de romper nuestro compromiso… a un mes de la boda. Mis padres ya lo consideraban parte de la familia, y estoy segura de que mi madre me culpará.

— Vaya… eso sí que no tiene solución fácil. Yo también rompí un compromiso una vez. Matrimonio arreglado. No quería que mis padres decidieran con quién debía pasar mi vida, y casi arruino una amistad por ello. Mi padre dejó de hablarme por meses.

— Mi prometido rompió porque no quise acostarme con él —dije en un hilo de voz. Vi cómo su expresión cambiaba—. No es que no quisiera. Solo quería cumplir mi promesa… llegar virgen al matrimonio.

— ¿Todavía se usa eso? —preguntó sin burla, solo con curiosidad—. No estás mal. Pero el sexo es parte fundamental de una pareja. Tal vez él ya no podía esperar…

— No fue solo eso. Mientras decía que esperaría… él se acostaba con otras. Me engañaba, y luego quiso hacerme sentir culpable por no ceder.

— Eso es peor. Él sabía desde el principio en qué se estaba metiendo. Faltó a su promesa y luego quiso culparte por sus errores.

— No quería enfrentar la decepción en los ojos de mis padres. Por eso vine aquí.

— Si les cuentas la verdad, puede que no te culpen…

— Tal vez mi padre no… pero mi madre seguramente sí.

— Ese tipo era un idiota. Si les cuentas lo que me contaste a mí, seguro te entenderán.

— No entiendo por qué se comportó así…

— Porque él ya era activo y tú le pediste algo que implicaba cambiar su forma de vida. Si fuese al revés… tal vez tú hubieras hecho lo mismo.

— No puedo saberlo. Nunca he estado con nadie...

— No entiendo por qué se le da tanta importancia a eso…

— Porque nuestra religión lo dice…

— Créeme, no te irás al infierno por tener relaciones antes del matrimonio. Eso es una mentira que muchos padres les dicen a sus hijas para que se guarden para hombres que ni siquiera lo merecen. En lo personal, no me importa con cuántos hayan estado antes… a mí me importa que puedan encenderme.

— ¿Encenderte…? ¿Qué es eso?

— ¿Quieres que te enseñe?

Aunque aún estaba mareada y nerviosa, asentí. Su mano se posó en mi nuca y me atrajo con suavidad. Al principio no supe qué hacer, pero cuando su lengua rozó mis labios, me dejé llevar. Abrí levemente la boca, y su lengua exploró la mía con intensidad.

Sus besos descendieron a mi cuello, lentos y húmedos. Luego, con voz grave, cerca de mi oído, susurró:

— Dime qué estás sintiendo ahora…

Mi respiración se agitó. Sentía un cosquilleo recorriendo cada centímetro de mi piel. Sus manos se deslizaban por mis brazos, mi espalda, como si ya conocieran mi cuerpo. No podía articular palabra.

— ¿Quieres que me detenga? —preguntó con los labios rozando los míos.

— No… —susurré apenas.

Era la primera vez que me besaban así. Sus labios devoraban los míos como si lo necesitara. Cuando se separó buscando aire, sentí un vacío repentino que quise llenar de nuevo, pero me detuvo.

— Eso es encender. Si quieres que continúe, ya no podré detenerme.

Sabía lo que estaba diciendo. Pero no podía detener lo que sentía. Mordí mi labio, llena de nervios y deseo, y rompí el silencio:

— Está bien… quiero aprender más.

Su mirada se volvió más intensa. Me besó con fuerza, como si mi consentimiento lo hubiera liberado por completo. Estaba perdida. No sabía qué estaba haciendo, pero no quería que dejara de besarme.

Me tomó de la mano, y llevándome hacia unas escaleras, dijo:

— Ven… vamos a mi oficina.

Y sin más, me arrastró con él. En cuanto cruzamos las puertas, me acorraló nuevamente y se apoderó de mis labios… como si esa noche fuera nuestra única verdad.

1
ocalani
simplemente fantástica y que decir de la narrativa super felicidades.
ocalani
espero no terminen cuando ella le diga que es escritora y precisamente ha escrito sobre el y si relación.
ocalani
sublime no hay más ni mejor palabra para describirlo
Analy Cazar
excelente nocela
PJLF10012003
Excelente historia, muy bien redactada y con muchos párrafos llenos de alegría /Ok//Heart//Rose/
PJLF10012003
Una de las mejores historias que he leído en la app, tienes mi voto de confianza para las demás que vengan 🤗💋
Isley García
Muy linda tu historia.!!
Ximena Gonzalez
Hermosa tu historia Amiga me encantó
ocalani
super emocionante te felicito escritora
ocalani
super me encanta la narrativa
ocalani
esta interesante esperemos a ver que pasa 😉
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