La dinastía Dickens ha estado viviendo con una maldición de procrear un solo heredero, pero no de cualquier persona. El final del hilo rojo de cada heredero de esta familia está conectada a alguien especial, que es destinada por los cielos, no importan los años que pasen, las situaciones en las que están, estás parejas se encontraran sin importar como. ¿Christopher será la clave para acabar con esta maldición que han tenido por casi 200 años? O ¿Sera el final de esta familia y su descendencia?
El hilo rojo conecta a todos aquellos que están destinados a estar juntos sin importar las circunstancias.
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El primer encuentro
"¡Hola!" escuché una voz grave que erizó todo mi cuerpo. Volteé, levanté un poco la cabeza y vi al hombre que me observaba mientras bailaba, con una expresión intrigante en su rostro, que despertó mi curiosidad.
"¡Hola!" contesté con dificultad, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas.
"Sírveme un trago de cerveza y un Raw para la señorita, por favor," le dijo al bartender con una voz firme, pero amigable.
"¿Eres de por aquí?" preguntó mientras se acomodaba a mi lado.
"No, estudio aquí. ¿Y usted?" respondí, tratando de ocultar mi nerviosismo.
"Háblame de tú, somos casi de la misma edad. Estoy de paso, es la primera y última vez que vengo aquí," comentó, mientras su mirada se desviaba hacia el movimiento de la pista de baile.
"¿Ya menos mareada?" pregunto con una ligera sonrisa, notando mi estado.
"¡Sí!" respondí,
"Deberías tener cuidado cuando tomas, no te excedas. Puedes poner en riesgo tu vida y tu seguridad," advirtió, mostrando una preocupación genuina en sus ojos.
"¡Gracias!" agradecí y en ese momento mi teléfono sonó, interrumpiendo el momento. Era mi amiga.
“Miriam ¿En dónde estás?, te he estado buscando” dijo al contestar el teléfono.
“Quetza, soy Karol, no sabía que estabas con ella, me topé con ella en el bar y como estaba muy pasada de copas, me la traje a casa, ¿Quieres que te vayamos a recoger?” pregunta angustiada la hermana mayor de Miriam.
"Aprecio tu preocupación, Karol, pero puedo regresar sola," respondí, tratando de transmitir confianza a través del teléfono.
Después de terminar la llamada, me dirigí al baño antes de irme, al pasar por la entrada distinguí la figura de un hombre hablando por teléfono en una esquina. cuando noto mi presencia se fue y yo continúe mi camino al baño.
Al salir del bar, decidí tomar precauciones y tomé mi gas pimienta. Observé a mi alrededor con cautela, pero mi atención fue atrapada por la figura de un hombre contemplando la luna en la distancia. Su perfil era enigmático y atrayente, y sin darme cuenta, lo estuve observando por unos instantes. Pero dejé de observarlo porque un tipo se acercó a mí, yo retrocedí y le rocié el gas en la cara, pero otro tipo estaba detrás mío.
"Te dije que debes tener cuidado," escuché esa voz grave de nuevo, esta vez acompañada de otro hombre igualmente atractivo con gafas oscuras.
La tensión en el aire era palpable, y antes de que pudiera reaccionar, la situación tomó un giro inesperado.
"Sera mejor que le quites tus ineptas manos de encima," intercedió el hombre de las gafas, con una autoridad que no admitía réplica.
"Y sino quiero ¿Qué?" desafió el otro hombre, desafiante y arrogante.
"Obtendrás más de 3 fracturas, talvez te castren, reciban una sanción de 5 o 10 años de cárcel, por simplemente tocarle un pelo a ella," intervino el hombre de las gafas con una voz firme y determinada.
—¿Qué ocurre? —le pregunto Cerulen
"Estás loco, ¿crees que esta zorra valga eso?" replicó el hombre desafiante. Un golpe del Cerulen bastó para callarlo, lo llamé así por el color de sus ojos.
"¡Demonios!" exclamo el compañero del agresor y se retiró apresuradamente.
"¡Demonios!" replico el chico de las gafas negras
"¿Qué ocurre?" pregunto, Cerulen.
"Olvidé enviarle a mi hermano la lista, me tengo que ir, te veo en el hotel," le dijo al Cerulen con urgencia, antes de desaparecer entre la multitud.
El Cerulen volteó hacia mí, sus ojos buscando los míos con una intensidad inquietante, pero en ese momento, mi teléfono sonó.
"Discúlpame", murmuré, mostrándole mi teléfono con un gesto de disculpa, mientras el tono desconocido persistía en el aire.
"Adelante", asintió con un gesto de la cabeza, dejando entrever una sombra de curiosidad en su mirada.
Con un suspiro resignado, contesté la llamada, y una voz conocida resonó al otro lado de la línea.
📱"Quetza, soy yo", dijo el sujeto con un tono de urgencia y anhelo.
📱"¿Qué quieres?", respondí, tratando de ocultar mi enojo.
📱"Que hablemos", suplicó la voz con esperanza y temor.
📱"No lo habías dejado claro ya. Tú y yo no tenemos nada de qué hablar", contesté con firmeza, sintiendo una oleada de rabia y dolor. Después de unos segundos, colgué la llamada.
"¿Te rompieron el corazón?", indagó, Cerulen con su voz cargada de una mezcla de compasión y curiosidad. Asentí con la cabeza.
"Eso explica tu forma de beber", añadió, su tono ligeramente burlón, lo que provocó una mezcla de irritación y vergüenza en mi interior.
"Te invito un trago, para que te olvides de ese idiota", sugirió, y sin esperar mi respuesta, nos adentramos de nuevo al bar, esta vez hacia la zona VIP.
Pedimos dos cervezas, y mientras bebíamos en silencio, sentí cómo el calor del alcohol se mezclaba con el calor de la mirada del hombre atractivo que estaba sentado frente a mí.
"¿Cómo te llamas?" pregunto para romper el hielo.
"Quetzally, ¿y tú?" respondí.
"Mark," respondió.
Bebí mi trago de cerveza y al cabo de unos minutos, empecé a sentir un calor muy intenso en mí. Miré al hombre atractivo que estaba sentado enfrente de mí de reojo, para percatarme de que no me viera, pero cada vez este fuego se hacía cada vez más grande. Mis hormonas estaban a flote.
Mientras tanto, el chico aflojaba su corbata y miraba de un lado a otro, pero él también evitaba mi mirada. En una de esas miradas que cruzamos, él y yo concordamos, fue un ¡terrible error…!
Nuestros ojos se encontraron, al cabo de unos segundos eternos. De repente, se acercó, tomó mi barbilla y me besó. Ese beso, sin duda, fue dulce y amargo a la vez.