A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
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Capítulo 2: Ajustes y Realidades
El frío de la habitación hospitalaria se hacía más evidente cuando la mujer salió, dejándola sola en el silencio de sus pensamientos. Anaís se sentía atrapada en una confusión interminable. Todo a su alrededor parecía demasiado surrealista para ser verdad, pero el peso en su pecho era tan real como el dolor de su último recuerdo: el accidente.
Intentó levantarse, pero las piernas no respondieron como ella esperaba. Se movían con una torpeza inusual, como si no estuviera acostumbrada a ellas. ¿Cómo era posible que su cuerpo, que había conocido durante 24 años, ahora pareciera completamente ajeno? Enfrentada a su reflejo en el cristal de la ventana, vio el rostro que ahora llamaban "Sofía". Tenía el cabello largo y oscuro, ojos grandes llenos de juventud... y de secretos. Este cuerpo tenía su propia historia, una que no era la suya.
La puerta se abrió de nuevo. Esta vez, un hombre joven, alto y serio, entró. Sus ojos, sin embargo, estaban cargados de emociones contenidas. “Sofía...”, dijo con un tono más formal que cariñoso. Anaís sintió un escalofrío. Claramente, esta "Sofía" era alguien importante para él, pero ella no sabía quién era.
"¿Qué... qué pasó conmigo?" intentó preguntar, queriendo parecer convincente. Sabía que no debía levantar sospechas, al menos no aún.
El hombre suspiró, acomodándose junto a la cama. "Tuvimos un accidente. Íbamos juntos en el auto... pero... sólo tú sobreviviste". Su mirada se oscureció. "Lo siento tanto".
La culpa que proyectaba era palpable, pero Anaís no podía sentir empatía, ya que no recordaba nada de lo que él describía. Tenía que descubrir quién era este hombre y cuál era su papel en la vida de Sofía, pero antes de hacer cualquier movimiento, necesitaba información.
"¿Quién... quién eres tú?", se atrevió a preguntar, temiendo la respuesta.
El hombre la miró con incredulidad. "¿Es una broma? Soy Alex. Tu hermano mayor", dijo, frunciendo el ceño.
Anaís se quedó en blanco. No tenía idea de cómo manejar aquello. Un hermano. Todo lo que había conocido en su vida anterior había quedado atrás, y ahora estaba rodeada de extraños que esperaban que fuera alguien que no era.
"Perdona, todo está un poco... borroso", mintió, forzando una sonrisa. "El accidente... no recuerdo mucho".
Alex suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello. "Te entiendo. Ha sido mucho. No quiero presionarte, pero mamá está preocupada por ti. No sabe cómo llevar esto".
"Mamá", pensó Anaís. Ahora tenía otra familia. Pero, ¿qué había pasado con su familia anterior? Todo su ser se dividía entre querer huir de la situación o enfrentarse a ella con la misma dureza que la vida le había mostrado antes. Esta vez, sin embargo, la vida le había dado una nueva oportunidad.
Cuando Alex salió de la habitación, Anaís se permitió un momento para reflexionar. Su mente, acostumbrada a buscar respuestas, sabía que no podía confiar en nadie más que en sí misma en ese momento. Pero una cosa estaba clara: tenía que descubrir qué papel jugaba "Sofía" en esta vida y, lo más importante, cómo podría usar esta segunda oportunidad para cumplir la venganza que aún ardía en su corazón.
Con una nueva identidad, también venían nuevas reglas. Y Anaís, ahora en el cuerpo de una chica de 17 años, no iba a permitir que el pasado se quedara sin justicia. Pero algo le decía que este camino no sería tan sencillo como ella lo esperaba.