Ajaw Y Las Discípulas

—¿Qué hacemos aquí?—Preguntó Edith con un tono molesto.—Deberíamos estar en el instituto para la ceremonia de fin de curso.

—Tienes razón, ya es muy tarde.—Repuso Rachel con poco ánimo.—¿Qué pretende el maestro?, ¿Para qué nos citó aquí?

Las chicas estaban reunidas en una de las cavernas que Ajaw había elegido para su entrenamiento. Un lugar que ya les era familiar pero que no dejaba de tener ese toque tétrico que les incomodaba. Se sentía un ambiente raro, con un poco de oscuridad, además de las figuras de piedra que ya había comprobado que tenían espíritus antiguos dentro. La explicación de Ajaw era que en ese lugar había una energía especial que les ayudaría en su entrenamiento. Las jóvenes brujas confiaban en él así que no preguntaron más.

—Dijo que era algo muy importante.—Siguió Mona con la conversación.—Además en la ceremonia nadie nos verá, tenemos que pasar desapercibidas porque nadie sabe de nuestro curso especial. Quizá sea mejor no llegar.

—¿Estás loca?—Le respondió Angy molesta.—Nuestras familias están ahí, ellos saben de nuestros talentos y esperan vernos.

—Creo que tienes razón.—Repuso Mona pensativa.

Las chicas comenzaron a caminar en círculos para pasar el tiempo. Todas querían irse de ahí pero ninguna se animaba a hacerlo. Estaban seguras que su maestro tenía una buena razón para retenerlas ahí. 

No era la primera vez que él llegaba tarde a una reunión, estaban acostumbradas a sus entradas épicas y raras, pero el día era importante, eso las tenía inquietas.

Pasaron algunos minutos para que su inquietud se rompiera. Su maestro se presentó ante ellas de la manera más normal. ¿Era esto un mal agurio?

Llegó por la entrada principal caminando. Lo hacía lentamente como si no tuviera alguna urgencia. Además, su mirada estaba perdida, como si algo le tuviera ocupada su mente.

Caminó hasta llegar con sus alumnas, cruzó por ellas sin decirles nada lo que ocasionó aún más incertidumbres. Lo vieron caminar hasta detenerse unos metros adelante.

—¿Está todo bien?—preguntó Luz con un tono amable.

Ajaw no le dijo ni una sola palabra, solo la miró fijamente.

Las chicas se miraron unas a otras para darse ideas, pero lo único que se les ocurrió fue seguir preguntando.

—¿Qué sucede?—Esta vez fue Mona la que cuestionó.—Tenemos que ir al i…

No pudo terminar la frase debido a que Ajaw le tapó la boca con su mano derecha. Con esa acción se dió cuenta que su otra mano estaba pegada a su oído, estaba sujetando algo con lo que escuchaba.

Al percatarse, nuevamente se quedaron en silencio para esperar indicaciones. Esperaron un minuto hasta que Ajaw cambió de actitud. Bajó su mano izquierda e hizo gestos de insatisfacción. Caminó un par de maestros hacia cada lado, estaba reflexionando.

—La cosa es grave—por fin habló.—Son demasiados y están bien preparados. Tendré qué usar el plan B

—Perdón maestro, ¿Puede explicarnos de qué está hablando?—Esta ocasión fue Rachel la que lo interrogó.

—Si, tenemos que ejecutar el plan B con urgencia.

—¿Cuál es el plan B?—Volvió a consultar 

—Es el plan alternativo al A.—Comenzó a caminar dentro de la caverna.—Siganme, no hay tiempo.