Los hijos menores de Luriel y Anahí deberán enfrentar el peso de sus decisiones, aunque eso signifique destrozar sus corazones para proteger a su gente. El amor tal vez, no pueda cambiarlo todo.
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La promesa
8 años antes.
Cuando Itatí se había puesto en puntas de pie y lo había besado frente a toda la aldea, no pudo evitar sentir que el corazón le daba un vuelco. No quería estar con él, ni siquiera quería hablar con él, sin embargo, hacía un gesto tan significativo frente a todos. ¿Qué buscaba con hacerlo? Dar una imagen de dulce prometida... o tal vez demostrarle que podía disimular frente a todos. Pero las palabras del chaman habían calado hondo... pensar en el primer momento en que la había visto, pensar en el primer beso que le había dado, lo habían transportado a una semana atrás de su vida cuando ella lo había abordado mientras cortaba leña.
Le dolía su rechazo y era consciente que también él la había lastimado con sus condiciones para el compromiso. Aun así, extrañaba sentirla entre sus brazos.
Cuando terminó la ceremonia, ella se alejó rápidamente de su lado y él no intentó retenerla, se lo había prometido, pero siguió mirando todo el resto de la noche las flores celestes trenzadas en su cabellera negra. La veía hablar y sonreír con la mujer que la cuidaba, la que sabía que no lo apreciaba ni en lo más mínimo.
Cuando Luriel se acercó y le dijo que se encargara de acompañar a Itatí y a su familia hasta la aldea y que se quedara a cargo de atenderlos, volvió a mirarla... luego vio como su padre se acercaba al padre de Itatí y hablaban mientras ambos se giraban a mirarlo y asentían, seguramente le estaba diciendo que Pïtá quedaba a cargo en la aldea.
Le prestó atención a ella por si hacia algún tipo de reacción, pero solo la vio asentir y bajar la vista. No lo miró en ningún momento, ni siquiera cuando se acercó porque todos comenzaron a despedirse...
Che romoirûta... (Los acompaño...) – dijo mientras le daba el brazo a Itatí para que lo tomara
Ani rejepy'apy cherehe... Aháta che ru ndive. (No te preocupes por mi... voy con mi padre) – contestó sin mirarlo
No escuchó respuesta y notó que ni siquiera se movió un centímetro, así que no le quedó otra opción más que levantar la vista avergonzada. El aire melancólico que tenía desde que había descubierto quien era lo dejaba más atractivo, era un joven tan varonil, tan imponente con su tamaño y su altivez, su melena que flotaba cada vez que una brisa lo envolvía le daba un misticismo aún más especial.
Le miró a los ojos y luego a la boca, un rictus duro en su expresión le indicaba que no estaba dispuesto a concederle esa petición.
Pitá cuando la escuchó sintió una angustia desesperante, ella le cerraba todas las posibilidades de estrechar un vínculo. No sabía cómo acercarse nuevamente a ella... y la verdad era que moría por abrazarla y besarla.
Nde ha'e che novia... (Eres mi prometida...) – dijo con voz ronca – Ha'ekuéra omaña hína ñanderehe... (nos están mirando...)
Tal vez hubiera sido mejor que se lo pidiera por favor, pero fue lo que le salió en ese momento y el tono duro no era nada más que una fachada que se ponía con ella. Sin embargo, la imposición que le hizo fue efectiva porque, ella bajo la vista y se tomó del brazo.
Caminaban por el sendero sin alejarse mucho de los demás, pero con la distancia suficiente como para que no los pudieran oír fácilmente.
Estas tan hermosa que sería capaz de raptarte en este mismo momento – dijo en español sin mirarla – ya que no quieres charlar conmigo, va a ser mejor que siga hablando en esta lengua, por lo menos así sé que no me contestas porque no puedes y no porque no quieres hacerlo...
Katuete che insulta nde jepokuaaháicha... (Seguramente me estas insultando como ya es tu costumbre...) – dijo triste – Aikuaa ijapu hague ndéve mávapa che... ha katu ndajapúi ndéve umi hembýva rehe... (sé que te mentí sobre quien era... pero no te mentí en lo demás...)
Ndaikuaái reguerekópa problema ne mandu'ápe, ha katu noroñe'ẽi heta umi árape... (No sé si tienes problema con tu memoria, pero no hablamos mucho en esos días...) – dijo sarcástico – Reheja chéve apoko nde rete rehe ha rohetũ ha ro’u... ha reñekompromete che ryvy ndive... (dejaste que yo tocara tu cuerpo y te besara y te saboreara... y estabas comprometida con mi hermano...)
Che amombe'úma ndéve... (Ya te expliqué...)– dijo comenzando a llorar – ha nde che tortura meme... (y me sigues torturando...)
Ko'ágã nde ha'e che novia... (Ahora eres mi prometida...) – se detuvo y la obligó a detenerse estirándole del brazo - ¿Rejotopa hína ñemiháme ambuépe...? (¿te estas encontrando a escondidas con otro...?)
Reikuaápa ndaiporiha ambue... (Sabes que no hay nadie más...)
Ndaikuaai... (No lo sé...) – dijo acercándose aún más a su rostro – ha jepe ajerure ndéve tekopotĩ... ikatu gueteri rejapo opa mba’e rejapova’ekue chendive ha ndarekói va’erãmo’ã prueba... (y aunque te exija pureza... igual puedes hacer todo lo que hiciste conmigo y yo no tendría ninguna prueba...)
¿Añetehápe piko reimo'ã ajapotaha ambue tapicha ndive? (¿De verdad crees que yo lo haría con cualquier otro?) – no pudo evitar la tristeza en su voz - Upévare romenda rire nde avei cheakusáta peteĩ mba'ére.... (entonces después de casarnos también me vas a acusar de lo mismo...)
Romenda rire reikota chendive... (Después de casarnos vas a vivir conmigo...) – contestó confundido – Plus reimeva'erã pe aldea opavave chekuaahápe... (además vas a estar en la aldea donde todos me conocen...)
Ikatu rejuhúta ambue excusa chetrata vai haguã... (Igual vas a encontrar otra excusa para tratarme mal...) – lo miraba desafiándolo
Che convence... (Convénceme...) – dijo mientras que la tomó de la nuca y la acercó a su rostro, como si quisiera besarla, pero solo rozándola – Ndahasyiete va’erãmo’ã rekonvense haĝua remoĩramo ne akãme, porque... (sería muy fácil de convencer si te lo propusieras, porque...) – dudo – che aroviaségui peẽme (porque quiero creerte)
Reñekonvenséta... ha katu ajapo gueteri ndéve peteĩ promesa... (Te vas a convencer solo... pero igual te hago una promesa...) – lo vio sorprenderse y quedar a la expectativa - Araka’eve ndahejamo’ãi voluntariamente ambue opoko cherehe... (jamás voy a dejar voluntariamente, que otro me toque...)
Pitá inspiró profundamente mientras procesaba esas palabras. Ningún guaraní de espíritu noble, sería capaz de ultrajar a una mujer, porque eso sería la condena a muerte por el pueblo, no obstante que lo expresara de esa manera le indicaba que por lo menos había algún tipo de lazo entre ambos.
Pitá volvió a soltarla, pero ninguno de los dos bajó la mirada.
Ndachemotĩmo'ãi... (No voy a avergonzarte...) – dijo Itatí – Che ha'éta pe tembireko iporãvéva ikatúva reiporavo... (voy a ser la mejor esposa que puedas elegir...) – lo vio pestañear más rápido – ha katu aikotevẽ avei rehechauka chéve reikoseha peteĩ ména digno. (pero yo también necesito que me muestres que quieres ser un esposo digno.)
¿Mba'épa reipotáta ajapo ahechauka haguã ndéve?. (¿Qué quieres que haga para demostrártelo?) – la voz de Pitá sonaba extraña
Ani reheja che insulta hikuái... (No dejes que me ultrajen...)
Ndaipóri kuimba'e noñanimái opoko nderehe... (Ningún hombre se atrevería a tocarte...) – comenzó a explicarse
Kuña ha jepokuaa ikatu avei ombopochy... (Las mujeres y las costumbres también pueden ultrajar...) – lo interrumpió
¿Reipotápa aipe'a pe condición de pureza? (¿Quieres que retire la condición de pureza?) – levantó la voz, incrédulo
Ndaikuaái... upéva odepende pe peẽ pehecháva indignación ramo... (No lo sé... eso depende de lo que consideres un ultraje...)
Itatí no esperó respuesta, comenzó a andar y unos pocos segundos después, Pitá la alcanzó y le tomó la mano sin decirle nada. Caminaron así... solo las manos en contacto, pero para Itatí ese gesto silencioso, representaba la manera más simple de sellar su promesa.
Se había enamorado de él, sabia como se sentían esos brazos fuertes cuando la apretaban contra su pecho, sabia como se sentía su boca húmeda en muchas partes de su propio cuerpo... también sabía cuál era exactamente su sabor, él mismo le había enseñado a tocarlo y saborearlo. Ella era consciente que eso precisamente era lo que lo atormentaba.