Bruna es una mujer luchadora que enfrenta un dilema: invertir en su carrera sin descuidar a su hija Melissa, y vive el gran desafío de ser madre soltera.
Daniel Colatto, heredero de la mayor constructora del país, reacio a los niños y al matrimonio, ve su vida marcada al conocer a una persona que cambia sus convicciones y su destino...
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Capítulo 13
Daniel:
Mi amor...
Salió tan natural de mis labios esa frase que hasta yo me sorprendí. Bruna también se quedó sorprendida y sí, necesitaba confesar mis sentimientos. Dije lo que tenía atrapado en mi garganta, que la amaba, y ella me contó su historia. Nunca fui violento, pero la necesidad de matar a ese desgraciado vino fuerte; si él apareciera frente a mí en ese momento, lo mataría. El desgraciado la engañó durante 6 meses solo para llevársela a la cama y luego la abandonó embarazada, y para empeorar las cosas, quiso obligarla a cometer un crimen, matando a un inocente que ni siquiera había nacido. Una cosa es segura: a partir de ahora voy a protegerla. Si ese cretino aparece algún día, tendrá lo que se merece.
—¿Adónde me vas a llevar, amor?
Escucharla llamarme "amor" cambió mi humor, así que le doy mi mejor sonrisa.
—A la playa.
Fuimos a la tienda y compré ropa de baño y pasamos un tiempo de novios en la playa, en un momento muy especial solo nuestro, y después vamos a mi apartamento que estaba frente al mar.
—Bienvenida a mi hogar.
—Muchas gracias, señor Colatto.
La agarro por detrás.
—Qué historia es esa de "señor", soy tuyo, no "señor".
Se gira hacia mí y entrelaza sus brazos alrededor de mi cuello y yo pongo mis manos en su cintura conduciéndola a mi habitación. Estaba en bikini, así que fue fácil quitarle la ropa y yo también estaba en traje de baño. La recosté en la cama y con toda delicadeza repartí besos por su cuerpo sin decir una palabra. Conversamos solo con la mirada. Chupo su intimidad y ella aprieta mi cabeza entre sus piernas, sujetando mi cabello. Pasé un tiempo allí hasta que llegó a su límite.
—Ahh, eso fue muy bueno.
—Fue delicioso, eres perfecta.
La beso, ya introduciéndome lentamente dentro de ella.
—Tan apretada, tan deliciosa.
—Vamos mi amor, no pares.
—No quiero salir de aquí nunca más.
Cómo es increíble hacer el amor, es muy diferente a tener sexo, tiene más sentimientos y mucho más deseo. Lo que era lento pasó a ser rápido. Quería proporcionarle placer, dejarla realizada y feliz, no me importaba mi placer, sino el de ella. Prestaba atención a cada expresión de su rostro, nuestras frentes están pegadas y cada mordisco de labios que ella daba, mi cuerpo hervía.
—Dime, Bruna, que eres mía.
—Soy tuya... Aaaaa... Daniel, solo tuya.
Estaba loco por esta mujer, nunca antes había amado y no sé cómo controlar lo que siento. Hicimos el amor durante más de dos horas, pero quería que nuestra primera vez fuera tranquila y romántica, ya que no sé cómo fue su primera vez, no quise entrar en detalles y tampoco lo necesito ahora, ella es mía y nadie me la va a quitar. Lo que voy a hacer con el niño no lo sé todavía, pero no voy a dejar que ella salga más de mi vida.
La dejé en casa para que se arreglara para la entrega de premios. Estoy feliz, muy feliz, no me importa si gano o no, solo estar a su lado ya es el mejor premio que podría ganar, y ella estaba maravillosa en la premiación, dejaba a todas las demás en ridículo. Era la más bella y deslumbrante de todas.
Y fue lindamente a recibir su premio y por mucho mérito, y yo estaba muy orgulloso de mi mujer.
—En primer lugar quiero agradecer a mis padres, a pesar de no estar aquí me ayudaron con la universidad y por eso me gradué y cumplí mi sueño. En segundo lugar a mi mejor amiga Carolina Castro que me apoyó y estuvo a mi lado en los momentos más difíciles de mi vida. También me gustaría agradecer a la constructora New Empreendimentos Ltda. que me dio una oportunidad, estoy aquí con Daniel Colatto, que me dio una oportunidad, también al señor Tadeu Fagundes que me inscribió, y este premio va para mi mayor tesoro, mi bien más preciado, mi hija Melissa.
¿Cómo es eso de que no me mencionó como su novio? Debe de tener miedo de la prensa. Ella baja del escenario y yo la espero al pie de la escalera.
—Felicidades, mi amor.
No me importa si el mundo lo sabe, ella es mía y no la voy a esconder de nadie.
—Señor Colatto, ¿están juntos?
—Sí, esta magnífica mujer es mi novia, pero hoy los focos no están en mí, fue ella quien ganó el premio.
Me aparté de los periodistas y la dejé respondiendo preguntas, solo espero que no la molesten con preguntas sobre nuestra vida personal, así que decidí tomar un poco de aire fuera del evento y cuando estaba en la puerta algo golpea mis piernas y cuando miro hacia abajo...
—¿Quién eres tú?
—Yo soy el que debería preguntar, ¿quién eres tú, pequeña, y qué haces aquí?
—Vine a ver a mi madre.
—Pero ¿quién es tu madre? Solo puede ser una irresponsable que deja que una hija tan pequeña venga a estos eventos.
—Ella va a ganar un premio, estaba muy guapa.
—¿Melissa?
—¿Conoces a mi madre?
—Soy Daniel Colatto, su jefe.
—Ah, ¡entonces tú eres el aburrido al que no le gustan los niños!
—¿Quién ha dicho eso de mí?
—Mi madrina Carol.
—Tu madre tiene que buscar mejores personas para dejarte, esa madrina tuya te está enseñando a ser maleducada. No se debe hablar así de la gente, y menos sin conocerla.
—Tú no conoces a todos los niños y no te gustan.
—Es diferente.
Estaba hablando con una niña cuando siento que unos brazos me rodean la cintura y por el perfume ya sabía que era ella. Simplemente retiro su brazo y me hago a un lado para que ella tenga espacio.
—Melissa, ¿qué haces aquí?
—Mamá...
Ella salta y aplaude.
—¡Ganaste el premio!
Pero de repente se golpea la frente con la mano y dice:
—Qué pena, salí demasiado tarde del coche.
—¿Cómo has llegado hasta aquí, Melissa Almeida?
—Me escondí en tu coche, mamá, y cogí la llave del cajón para abrir la puerta.
—Cogiste la llave de repuesto del coche y te escondiste, por eso dijiste que tenías sueño e ibas a dormir pronto. Esto no se va a quedar así, jovencita, vamos a tener una charla cuando lleguemos a casa.
Yo solo estaba allí sin saber qué hacer, prestando atención a la conversación de las dos. La niña baja la cabeza y ella se gira hacia mí.
—Lo siento mucho, Daniel, tengo que irme ahora.
—Lo entiendo, puedo acompañarlas hasta el coche.
Ella asiente con la cabeza y me doy cuenta de que la niña tiene frío, así que me quito la chaqueta y se la doy.
—No quiero tu ropa, no te gustan los niños.
—Melissa, no te he educado así.
—Pero mamá, la madrina dijo...
—Tu madrina está un poco loca, pero no faltes al respeto a Daniel, está siendo un caballero.
—No te preocupes, Melissa, voy a recuperar mi chaqueta. Vamos a hacer un cambio, tú te quedas con una chaqueta de tu madre que es más pequeña y ella se queda con la mía y mañana me la entregas en la oficina.
Ella acepta. Así que vamos al coche, ella pone a la niña en el asiento de atrás y la abrocha el cinturón en el asiento que estaba reservado para ella y cierra la puerta.
—Nos vemos mañana.
—A pesar de este final inesperado, hoy ha sido el mejor día de mi vida. Me has hecho el hombre más feliz del mundo.
—Yo también fui muy feliz, me diste un placer que jamás había sentido, fue muy especial e increíble.
Entonces se acerca a mi oído:
—Fue perfecto, mi amor. En tus brazos me sentí la mujer más feliz y realizada del mundo.
Le doy un apretón de manos y voy detrás de una columna y me despido como debo de mi mujer. Desde allí podía ver el coche y la niña no iba a salir ya que estaba sujeta por el cinturón. Cuando ella entra en el coche la sigo con el mío hasta que veo que llega sana y salva y después me voy a mi casa...