Solo Un Deseo

Mientras Shannon se reía como si no hubiera un mañana, con una risa que parecía llenar cada rincón de la habitación, Brooke bebía tranquilamente una taza de chocolate caliente que el mayordomo le había ofrecido. Yo, por mi parte, me encontraba cerca de la chimenea, aprovechando el calor que irradiaba, recostado elegantemente sobre mis patas delanteras. Pero, aunque mi cuerpo estuviera relajado, mi mente no lo estaba en lo absoluto.

Esa risa... ¿qué tenía de gracioso? No podía entenderlo, y la verdad, ya comenzaba a irritarme de nuevo. Brooke había sido clara al explicarle que no había ningún novio en escena, desmintiendo por completo aquella absurda suposición. Según ella, su prioridad era venir rápidamente a casa después de clases de la Universidad para cuidar de mí, asegurándose de que no me faltara nada. Me sentí ligeramente satisfecho con esas palabras, aunque lo disimulé mirando hacia otro lado todo victorioso. Por supuesto que soy su prioridad, ¿quién más lo sería?

Finalmente, Shannon dejó de reír. Se limpió las lágrimas de los ojos de tanto reír, aún con una sonrisa en el rostro, y de repente, me miró directamente.

—Sky, ven aquí —dijo con un tono que, honestamente, no me gustó nada.

La miré de reojo y luego deliberadamente giré la cabeza hacia otro lado, ignorándola por completo. ¿Por qué debería obedecerle? No era nadie importante, al menos no para mí. Además, esa forma de llamarme como si fuera una simple mascota... ¡Qué falta de respeto a un demonio como yo!

Shannon, aparentemente ofendida por mi actitud, le dijo a Brooke algo que me hizo detenerme por un momento.

—Sky necesita un poco de educación. Hay que enseñarle modales.

«¿Educación? ¿A mí? ¿De qué rayos está hablando esta mujer? ¡Yo, que he sido educado en las más altas cortes demoníacas!». Claro, ella no lo sabía, pero que me reduzca a un simple animal que necesita ser entrenado era una ofensa que ni siquiera yo podía ignorar fácilmente.

Luego agregó algo aún más detestable, como si quisiera rematar su punto:

—Viéndolo, mmm… creo que debe tener dos o tres años, ¿verdad? A esa edad todavía se puede enseñar disciplina.

Suspiré profundamente, sintiendo cómo mi paciencia se deslizaba peligrosamente hacia un límite. Por supuesto, hablaba de la forma en la que estoy atrapado ahora, este cuerpo de husky que, aunque majestuoso y perfecto, no refleja ni una pizca de lo que realmente soy.

Decidí no darle más importancia. Cerré los ojos y me recosté de nuevo, acurrucándome un poco más cerca del calor de la chimenea. Al menos el fuego era cálido y reconfortante, lo suficiente como para hacerme olvidar, aunque fuera por un momento, la absurda situación que estaba ocurriendo. Dejé que el ambiente agradable me envolviera, recordándome que, aunque estuviera rodeado de humanos incomprensibles, al menos este lugar tenía sus pequeñas comodidades.

El ambiente tranquilo y cálido cerca de la chimenea no duró mucho. En segundos, Shannon volvió a abrir la boca, rompiendo esa efímera paz. Esta vez, su conversación giró hacia un tema que no esperaba y, sinceramente, no quería escuchar. Con un tono burlón, Shannon comenzó a insistir en que Brooke tenía que estar ocultando un novio.

Según ella, la idea de que Brooke me hubiera traído como su "alguien importante" era ridícula. Shannon parecía convencida de que Brooke debía tener a alguien especial en su vida. Pero lo que realmente encendió mi molestia fue cuando Shannon empezó a mencionar a varios chicos, compañeros de ambas, describiéndolos con un entusiasmo irritante. Hablaba de lo bien parecidos que eran y hasta sugirió que Brooke debería intentar salir con alguno.

Mis orejas se alzaron al instante y mi cuerpo se tensó. ¿Qué fue lo que acababa de decir? ¿Brooke saliendo con quién? Me erguí de inmediato, con una intensidad que probablemente resultó exagerada para los humanos presentes, y me acerqué rápidamente hacia Shannon.

Ella seguía hablando, mencionando nombres y más nombres como si estuviera haciendo un catálogo de pretendientes potenciales para Brooke. Mi paciencia, ya debilitada, llegó a su límite cuando Shannon empezó a alabar con entusiasmo a uno en particular. Sin pensarlo, me lancé encima de ella, plantándome sobre sus piernas y mirándola directamente a los ojos. Exigí, en mi silencio imponente pero claro, que dijera el nombre de ese tipo, para ir y desaparecerlo de la faz de este mundo.

Shannon, sorprendida y con un toque de nerviosismo, intentó liberarse mientras Brooke, al borde del pánico, empezó a regañarme.

—¡Sky, bájate ahora mismo! ¡Eso no está bien!

Pero, sinceramente, ¿creían que iba a hacerle caso? Este asunto era más importante. Shannon intentaba zafarse de mi peso mientras yo seguía mirándola y presionándola, decidido a no soltarla hasta que obtuviera respuestas. «¡Habla, hace un minuto no cerrabas la boca, detalles, detalles ¿quién ese imbécil?!», pensé con la clara intención de que me dijera un maldito nombre.

Sin embargo, Brooke finalmente intervino, sujetándome con firmeza y apartándome de encima de Shannon. Al mismo tiempo, Shannon, jadeando y arreglándose la ropa, lanzó su ya cansada opinión:

—Te lo dije, Brooke, ¡este husky necesita educación urgente!

Esa frase fue la gota que colmó el vaso. ¿Educarme? Esta mujer no tenía idea de quién era en realidad. Si no fuera porque me estaba esforzando por mantener la compostura (y porque Brooke estaba presente), habría dejado claro que soy algo mucho más grande que cualquier humano al que pudiera haber conocido.

Sin embargo, me limité a gruñir en silencio, bajando la cabeza mientras Brooke me sujetaba con fuerza. La situación era indignante, pero algo en la mirada de Brooke, esa mezcla de exasperación y súplica, me hizo calmarme... un poco. Por ahora, Shannon había ganado esta pequeña batalla. Pero juro que, tarde o temprano, ella aprenderá a no subestimarme.

Hasta que de la nada Shannon dijo una palabra: “Veterinario”. Mi mente se quedó en blanco por un momento. Esa palabra resonó como un eco ensordecedor dentro de mi cabeza y creo que hasta en la habitación. ¿Acaso esa loca acababa de decir que deberían llevarme al veterinario? Miré a Shannon con una mezcla de incredulidad y furia, pero antes de que pudiera procesar del todo lo que estaba ocurriendo, ella repitió la temida palabra con toda tranquilidad.

—Ya lo llevaste al veterinario, ¿verdad? —le preguntó a Brooke con un tono casual, como si hablara del clima.

El ambiente en la sala se llenó de un silencio incómodo. Incluso el mayordomo, quien hasta ese momento parecía sereno y profesional, alzó la ceja como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Brooke, me bajó al suelo y respondió con honestidad:

—No, no lo he llevado. Como ya te dije, cuando lo encontré, lo bañé y lo limpié yo misma.

Pero Shannon, por supuesto, no se detuvo ahí.

—Sí, pero eso no basta. También debes llevarlo al veterinario. Es por su salud.

¿Mi salud? ¡MI SALUD ESTÁ PERFECTAMENTE BIEN! ¿Cómo se atreve esta mujer a insinuar lo contrario? Mientras ambas seguían hablando sobre mi supuesto bienestar y mi necesidad de visitar a un médico para animales, algo dentro de mí gritó que tenía que actuar antes de que la situación se saliera de control.

Con movimientos calculados, comencé a caminar lentamente hacia la puerta de la habitación, procurando no llamar mucho la atención. Si quería evitar esa visita al veterinario, tenía que salir de ahí ahora mismo. Pero, como era de esperarse, ambas notaron mis intenciones justo en el último momento.

—¡Sky! —exclamó Brooke, su voz llena de sorpresa.

Sin pensarlo dos veces, me lancé a correr como si mi vida dependiera de ello. Lo que, por cierto, no estaba muy lejos de la realidad. Mi velocidad sorprendió tanto a Brooke como a Shannon, pero ambas reaccionaron rápidamente y comenzaron a perseguirme, llamándome desesperadamente.

—¡Sky, vuelve aquí ahora mismo! —gritaban ambas mientras corrían tras de mí.

Shannon, por su parte, tomó una estrategia mucho más exagerada.

—¡No lo dejen escapar! —ordenó a todo su personal, agitando las manos como si fuera una comandante dirigiendo a sus tropas— ¡Atrápenlo y alisten el carro! ¡Lo llevaremos al veterinario ahora mismo!

De repente, toda la mansión entró en caos. Los sirvientes comenzaron a aparecer de todas partes, bloqueando puertas y pasillos en un intento por detenerme. Pero yo no soy cualquier husky. ¡Yo soy un guerrero! ¡Un guardián! ¡Un demonio reliquista! Esquivando a cada uno de ellos con la agilidad que solo un alguien magnífico como yo podría tener, me escabullí por entre muebles, salté sofás y corrí por pasillos desconocidos.

Detrás de mí, escuchaba a Brooke llamándome con tono suplicante y a Shannon dando órdenes como una loca.

—¡No lo dejen salir! ¡Cierre las puertas principales!

¿Puertas principales? Ja, ni siquiera saben por dónde pienso escapar. Mientras corría por el enorme lugar, una cosa era clara: no me atraparán vivo.