Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
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Boda
Había llegado el día de la boda, no lo podía creer. Me encontraba en una habitación distinta, Katelyn se había quedado afuera, mientras una mujer como de unos treinta años me vestía. Ella apretó el vestido más de la cuenta, no parecía contenta con hacer ese trabajo, de hecho, me miraba con bastante odio.
Me hizo sentarme, luego comenzó a peinar mi cabello. Intenté respirar, el aire no llegaba bien a mis pulmones y menos con esos jalones que ella me estaba dando, Katelyn cepillaba mi cabello con cuidado no como esa loca. Vi todo negro y cuando desperté me encontraba acostada en el sillón.
Me senté mientras me sentía mareada, suspiré de alivio al no sentir el corsé. Me lo quitaron mientras estaba desmayada.
La puerta se abrió, una mujer alta y rubia entró. Se parecía a mí hermana, debía ser la marquesa.
—¿Intentas matarte el día de tu boda? —Su pregunta me dejó desencajada. Yo no había intentado nada, me iba a matar esa loca del corsé.
—La estilista fue la que casi me mataba. —Respondí molesta.
—¿Respondes? Además, la estilista dijo que eras tú la que rogaba que fuera más apretado para verte hermosa. —Observé a la marquesa sin responder. No había caso en seguir la discusión, si ella no iba a entender. —De cualquier manera, ten cuidado de poner en vergüenza a tu padre y a mí.
Ella salió y cerró la puerta. Me preocupé sobre como sería mi vida después de la boda, aunque tampoco tenía una mejor opción estando en la casa del marqués Bernade.
Luego de media hora las campanas empezaron a sonar, era la hora. Me detuve frente a la puerta, con miedo de salir e ir al sitio que podría ser mi infierno. Suspiré, me armé de valor y empujé las puertas.
Habían dos hombres vestidos con trajes que tenían medallas y placas, eran los soldados del duque. Por lo que escuché, el duque tenía sangre real corriendo por sus venas y era un comandante de guerra. ¿En dónde me estaba metiendo?
Los soldados me guiaron a la catedral. Vi tantos rostros nuevos, hermosos y elegantes, me veían con curiosidad, desagrado y otros sentimientos. Por un momento sentí vergüenza, mis piernas temblaron y tuve miedo de acercarme más.
El duque, Dios, que presencia. Su porte, su expresión, todo de él demostraba superioridad. Me miró con ojos arrogantes, examinando de arriba hacia abajo. Y luego miró molesto al marqués. ¿Qué estaba pasando?
Llegué a su lado y ambos miramos al padre que haría la ceremonia de unión. El duque era rubio, un poco más oscuro que mi hermana, tenía el cabello peinado hacia atrás.
—Estamos reunidos hoy para ser testigos de la unión de estas dos almas. —El padre comenzó la ceremonia de unión.
La ceremonia terminó con el duque poniéndome el anillo. El público aplaudió y así terminó todo. Un carruaje vino a recogerme, me sorprendí, pensaba que iría con el duque.
No quería darle mucha importancia y me preparé mentalmente mientras estaba en el carruaje. Tenía que pasar la noche con el duque, ese mundo era de ese modo. Matrimonios arreglados por los padres, tener herederos… miré al cielo a través de la ventanilla del carruaje, estaba claro casi sin nubes en ella.
Abracé a Katelyn al saber que había venido detrás de mí, ella me siguió. Ella me ayudó a prepararme para la noche que pasaría con el duque. Me perfumó, me soltó el cabello y me vistió con tela fina y luego me tapó con un abrigo para que pudiera ir a la habitación del Duque.
Caminé por los pasillos acompañada de Katelyn y un soldado, quien tenía el cabello castaño y era muy alto. Cuando llegué frente a la puerta de la habitación del duque, ambos se despidieron y me dejaron ahí.
Estaba nerviosa pero, toqué suavemente.
—¿Quién es?
No sabía que responder, ¿Debería llamarlo esposo?
—Emilia Bernade, su esposa… —Dije lo último en voz baja.
—Regresa a tu habitación. —Su respuesta me dejó en silencio por unos segundos. No sabía como sentirme, solamente podía escuchar mi corazón retumbarme en los oídos.
—Pero la noche de bodas… —El duque interrumpió mis palabras.
—Regresa y no vuelvas a acercarte a mi habitación.
Sentí mis mejillas calentarse, mi pecho arder y así también mis ojos, luego lágrimas frías resbalaron por mi rostro. No sabía porque pero, ese rechazo me había hecho sentir tan humillada y avergonzada. Permanecí unos cuantos minutos frente a la puerta, llorando en silencio pero, el duque no abrió en ningún momento. Ni siquiera para examinar si me había ido o no.
Al día siguiente los rayos solares me despertaron, me dolía la cabeza por haber llorado la anterior noche y Katelyn comentó que tenía unas enormes ojeras.
—¿Cómo se atrevió a rechazarla? —Mientras estábamos en la bañera, Katelyn no paraba de quejarse de lo sucedido. Ella estaba molesta. —Usted es hermosa, pura y amable, nadie rechazaría una mujer tan bella como usted, a menos que sea un… ¡Oh dioses! ¿Será?
Me reí por la imaginación que tenía Katelyn. De hecho, verla quejándose me animaba un poco, así no pensaba tanto en ese mal momento.
—¿Y ahora? Ese duque es realmente cruel como dicen… ojalá no tenga amantes… —Katelyn susurró lo último pero, alcancé a oírlo. Después de lo de anoche, ya tenía una idea del rumbo que tomaría ese matrimonio. Realmente, lo único que debería hacer era ignorarlo y pasar de él.
—¿No puedo tener también?
—¿El qué? —Cuestionó confusa.
—Amantes… sí el puede tenerlos, también debería, así sería justo. —Sonreí y Katelyn soltó una risilla pícara.
—Juzgan mucho en la sociedad a las mujeres que deciden tener amantes. —Subí los hombros y Katelyn sonrió. —¿Quiere que le busque uno?
—No, por el momento no. —Le contesté, siendo sincera no me creía capaz de tener amantes, por alguna razón sentía que hacer eso me haría no ser yo, era extraño…
Inhalé el agradable olor de los perfumes de baño, relajé mi cuerpo mientras Katelyn limpiaba con la esponja las zonas restantes.
En el desayuno me enteré que Katelyn se volvió mi dama de compañía y tendría otras sirvientas que hagan los demás deberes. Me alegró eso, pues Katelyn pasaría más tiempo conmigo. También, el soldado de la otra noche me fue asignado como mi caballero. Su nombre era Ian.
Con la ayuda de Ian, Katelyn y yo pudimos dar un recorrido a casi toda la mansión del duque, menos los establos y la zona de caza.
La mansión del duque era dos veces más grande que la vivienda del marqués Bernade. Pero conociendo el estatus social y económico del duque, entendía la diferencia. Y por esa razón fui vendida al duque, todo se trataba de las riquezas. Mi padre jamás sacrificaría a mi hermana conociendo los rumores que se dicen del duque; ella era físicamente más bella que yo, y el duque merecía algo más precioso.
Me senté en una banqueta de madera en mitad del jardín. Ese jardín era hermoso, estaba repleto de girasoles y esas flores eran mis preferidas. Mientras admiraba a las flores, Ian y Katelyn charlaban, esos dos se llevaron bastante bien en tan poco tiempo. Suspiré.
—¿Ian? Ven un momento.
El mozo se acercó rápidamente, erguido y en buena postura.
—¿No hay una biblioteca aquí? —Él lo meditó un momento.
—En el único lugar que hay libros, es en el despacho del duque, ¿Quiere algún libro mi señora?
Negué rápidamente con la cabeza.
—No, mejor olvídalo.
Ian volvió a su conversación con Katelyn y yo me quedé viendo las flores con el ánimo por los suelos, me sentía aburrida de no hacer nada.
Y así pasó todo el día, eso causó que mi estrés fuera peor, el dolor de cabeza aumentó al mil.
Estando en la habitación con la bata de dormir, miré la inmensidad del cielo a través de la ventana, las estrellas alumbrando y las nubes tapando el rostro de la luna.
¿Cometí asesinato en la otra vida?, no entendía porque estaba pagando por tanto. Cerré mis ojos con pesadez y me dormí luego de permanecer unos minutos así.
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él