Si Fueras Mío

Yohei   

Estoy volviendo a la residencia, después de haber terminado mis clases, cuando veo una cara conocida cerca de la entrada. Uno de los lacayos de mi madre, posiblemente el que intentó sobornar a Reece o quizás otro. No me extrañaría que hubiera varios de ellos monitoreándome.

Me detengo y él se acerca el resto del camino, luego hace una ligera reverencia con la cabeza. 

-Estás un poco lejos de casa Endo-san- digo, después de devolver su saludo. 

-Lamento tener que interrumpir sus actividades diarias joven señor, pero debe volver de inmediato a Japón- dice, en lugar de responder a mi comentario sarcástico. 

-¿Por qué?- pregunto, imaginando muchas excusas que pudiera haber creado mi madre para que vuelva e involucrarme en un matrimonio arreglado.

-Es su abuelo, Asahi-sama está en estado grave- responde él.

-No- niego inmediatamente, porque no hay modo en que la persona más fuerte que conozco esté enferma, mucho menos en estado grave. -¿Qué le sucedió?- pregunto con voz temblorosa. 

-Todavía no se sabe con certeza, pero se solicita su regreso de inmediato- repite. 

-Por supuesto- digo, demasiado preocupado como para negarme. No cuando se trata de la persona a la que considero más cercana y querida de mi familia. –Necesitaré recoger mi pasaporte… ¿puedes conseguir un vuelvo lo antes posible?

-Yo lo hice por usted joven, simplemente tiene que apresurarse para que lleguemos a tiempo.

-Sí, gracias. Me apresuraré a bajar- respondo. 

-Voy con usted- dice y no le prestó atención, porque ya estoy recorriendo el espacio que me separa del cuarto piso y de mi habitación. No es hasta cuando estoy allí que recuerdo a Reece, busco mi celular para llamarlo, pero por más que lo busco, no puedo encontrarlo. 

-¿Sucede algo? Le recuerdo que debemos apresurarnos.

-Lo sé- digo, renunciando a encontrarlo y escribiendo un escueto mensaje para él. 

Cuando llegue a Japón, puedo conseguir su número y llamarlo. 

-Vamos- digo, deseando no tener que irme, pero saber cómo está mi abuelo es importante en este momento. 

De todos modos, volveré en cuanto mi abuelo esté bien. 

El viaje es largo, mucho más de lo que fue cuando lo hice para ir a Estados Unidos o al menos así lo parece. Duermo a ratos, pero no descanso en realidad, ya que la preocupación por mi abuelo es demasiada y aunque intento no pensarlo, la posibilidad de perderlo está allí. 

Cuando finalmente nos bajamos del avión, siento como si fuera un par de años más viejo. 

Gracias a que no llevábamos maletas y sólo equipaje de mano, nuestra salida es rápida. 

-Espere aquí un momento joven, iré por el chofer- dice Endo-san, pero antes de irse me tiende un café- lo acabo de comprar, creo que lo necesita. 

-Gracias- digo, tomándolo y bebiendo, sabiendo que necesito estar bien, para cuando me reúna con mi familia en el hospital. 

Pasan algunos minutos, hasta que uno de los autos de la familia estacione frente a mí. Subo y reconozco al chofer como el que me delató con mi madre, algo que me trae muy malos recuerdos. 

-Llévame a donde está mi abuelo, rápido- le ordeno y él inmediatamente se pone en marcha. 

Bostezo, sintiendo sueño después del largo viaje y deseo que el café haga su efecto pronto. 

Una vez que compruebe a mi abuelo, tengo que intentar no quedarme solo con mi madre. Pienso, aunque sé que es difícil, puedo inventar alguna excusa para quedarme en la casa de mi abuelo. Desearía que mi abuela todavía estuviera viva, pero lamentablemente no es así… Bostezo nuevamente y la vista hacia el exterior del auto se torna borrosa. 

-¿Qué…?- empiezo a preguntar, mirando a Endo-san. 

-Lo siento joven, son ordenes- escucho antes de que pierda la conciencia. 

*******

Despierto sin poder mover mi cuerpo, ni poder abrir mis ojos, lo que me hace entrar en pánico, pero con el paso del tiempo, voy recuperando mi movilidad poco a poco, hasta que logro abrir mis ojos primero y luego sentarme. Me encuentro en un cuarto lujoso, acostado en una gran cama. 

-¿Dónde estoy?- me pregunto, luego de recordar las palabras de Endo-san, sabiendo que seguramente todo esto es obra de mi madre. 

Una vez que logro levantarme, reviso la puerta y esta sorprendente se abre, pero hay una segunda puerta echa de barras de hierro, como la que encontrarías en una cárcel. 

Tiene que ser una broma. Pienso, pero en realidad sé que mi madre está lo suficientemente desesperada por las apariencias, como para llegar tan lejos. Desearía que no fuera así, pero la creo capaz de todo, incluso de encerrar a su hijo. 

Pero lo que no puedo creer, es que haya utilizado a mi abuelo para hacerme volver.

Además de todo, ni siquiera tiene una razón real para encerrarme, ya que todo lo que hice con Reece lo hice en privado y él no me delataría. 

Reviso la habitación y hay todo lo que pudiera desear. Comida en abundancia, ropa, un baño de lujo e incluso una televisión y cosas de entretención. Lo que no hay, es una manera de comunicarse con el exterior.  

Pongo una de las sillas, mirando hacia las barras de metal y espero que mi madre aparezca, porque aunque el resto de mi familia también podría ser sospechosa, sé que se trata de ella. 

Demora alrededor de dos horas, pero cuando aparece, estoy allí, esperándola. 

-Hola, madre- digo, hablando en español, ya que sé que en los últimos años, detesta que lo haga y ella no lo hace a no ser que esté furiosa, porque le recuerda su ascendencia latina, una que intenta dejar atrás, aunque nunca lo vaya a lograr.

Ella inmediatamente hace una mueca.