En el reino de Altravia, Selene, una princesa atrapada entre el deber y su corazón, se ve obligada a buscar esposo para salvar su linaje. Sin embargo, lo que comienza como un juego de alianzas políticas se complica cuando se enamora de Ascensio, un joven cazador con un secreto oscuro e inconfesable: cada noche de luna llena, una maldición lo transforma en un hombre lobo.
Mientras Selene lucha por descubrir la verdad detrás de los rostros sonrientes de sus pretendientes, Ascensio se enfrenta a su propia naturaleza monstruosa, intentando proteger a la mujer que ama. Pero en las sombras del bosque, fuerzas más oscuras conspiran para desatar una tragedia que podría cambiarlo todo.
Un romance prohibido, intrigas cortesanas y un misterio sobrenatural se entrelazan en esta historia de amor, ambición y redención, donde la luna ilumina tanto los secretos como las verdades más ocultas.
¿Lograrán Selene y Ascensio superar las barreras que los separan, o sucumbirán al peso de sus destinos cruzados?
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Capítulo 4: Pasiones y Secretos
El fuego chisporroteaba en la chimenea de una cabaña oculta entre los árboles, donde Ascensio había llevado a Selene tras unos dias, luego de la tensa confrontación en el bosque. Aunque la princesa había insistido en quedarse en el castillo, Ascensio sabía que los hombres de Darius podrían estar vigilando. Este lugar, solitario y apartado, era su único refugio.
Selene, todavía envuelta en el abrigo de Ascensio, miraba fijamente las llamas mientras la tensión llenaba el aire. Su cabello caía en cascadas desordenadas sobre sus hombros, un recordatorio de lo lejos que estaba de la opulencia de la corte.
—No puedo volver al castillo esta noche —dijo, rompiendo el silencio.
Ascensio, que estaba apoyado contra la pared con los brazos cruzados, asintió con la cabeza.
—Lo sé. Aquí estarás segura.
Pero no era solo seguridad lo que preocupaba a Selene. Algo más profundo, más primitivo, latía entre ellos. Era la primera vez que estaban completamente solos desde que su relación había comenzado a transformarse en algo más que miradas furtivas y susurros.
—Ascensio —susurró ella, alzando la mirada hacia él—, necesito que confíes en mí como yo confío en ti.
Él se tensó, su rostro endurecido por el conflicto interno.
—¿Cómo puedo pedirte que confíes en alguien como yo? Lo que viste esta noche… lo que soy…
—Lo que eres no define lo que siento por ti.
Selene se levantó lentamente, acercándose a él. Ascensio intentó retroceder, pero la pared detrás de él lo detuvo.
—No deberías estar cerca de mí, Selene. Es peligroso.
—¿Para quién? ¿Para mí o para ti? —preguntó ella, desafiándolo con su mirada.
Antes de que él pudiera responder, Selene deslizó sus manos hasta el rostro de Ascensio, obligándolo a mirarla.
—Estoy aquí porque quiero estarlo. —Su voz era un susurro firme—. Y no pienso permitir que el miedo me aparte de ti.
Los labios de Selene se encontraron con los de Ascensio en un beso que comenzó con suavidad pero que pronto se volvió intenso, como si ambos estuvieran luchando contra la inevitabilidad de su destino. Él, atrapado entre el deseo y el temor de perder el control, intentó apartarse, pero Selene lo sostuvo firmemente.
—No me rechaces, Ascensio —le rogó, sus ojos llenos de emoción—. Déjame compartir tu carga.
Algo en esas palabras rompió las barreras que él había construido. Ascensio la tomó por la cintura y la atrajo hacia él, respondiendo con una pasión cruda y desesperada. Sus labios viajaron por su cuello mientras las manos de Selene exploraban cada cicatriz y cada músculo de su cuerpo.
La cabaña se llenó de susurros y jadeos, el rugido de las llamas en la chimenea mezclándose con el ritmo acelerado de sus corazones. Era más que deseo: era una lucha por reclamar un momento de humanidad en medio de la oscuridad que los rodeaba.
Cuando finalmente quedaron en silencio, la respiración de ambos se calmó, y Selene descansó sobre el pecho de Ascensio, sintiendo el latido frenético de su corazón.
—¿Te arrepientes? —preguntó él en voz baja, acariciando su cabello.
—Nunca. —Selene levantó la mirada hacia él, sus ojos brillando con determinación—. Lo que pasó entre nosotros no es algo que deba esconderse o temerse.
Ascensio asintió, pero el peso de su maldición seguía presente en su mente. No podía olvidar las palabras de Darius: "La luna te reclamará".
—Selene, si alguna vez pierdo el control… si me convierto en algo que no reconoces, debes prometerme que huirás.
—No haré esa promesa —respondió ella con firmeza—. No importa lo que pase, no te abandonaré.
El silencio volvió a llenarse entre ellos, pero esta vez no era incómodo. Era el tipo de calma que precedía a una tormenta, una tregua breve antes de que el caos los alcanzara nuevamente.
Fuera de la cabaña, en lo profundo del bosque, Darius observaba desde las sombras. Sus ojos brillaban con una mezcla de enojo y fascinación.
—Interesante —murmuró para sí mismo—. Muy interesante.
A su lado, Lyria, la mujer de cabello blanco, cruzó los brazos.
—¿Qué planeas hacer ahora?
—Oh, querida Lyria —respondió Darius con una sonrisa fría—, solo estoy disfrutando del espectáculo. Pero no te preocupes, nuestras piezas están en posición. Pronto, el juego comenzará.
Lyria miró hacia la cabaña, su expresión neutral, pero en sus ojos había un atisbo de compasión.
—Espero que sepas lo que estás haciendo, Darius.
Él se giró hacia ella, su sonrisa ensanchándose.
—Siempre lo sé.