Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
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Un hombre insistente
La noche avanzaba con un ritmo elegante en la prestigiosa exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Zúrich. Los pasillos resonaban con susurros y pasos amortiguados mientras los invitados admiraban las obras de arte en las paredes, entre ellas las fotografías del grupo de estudiantes, incluida Sofia. Las luces cuidadosamente colocadas acentuaban los colores y las sombras de cada imagen, creando un juego visual que cautivaba a los espectadores. En una esquina, un título destacaba en letras doradas: **"Fragmentos del Alma"**. Cada fotografía era una pieza que exploraba los recovecos de las emociones humanas, y entre ellas se encontraba el trabajo de Sofía, quien había capturado momentos de soledad y esperanza en su estilo característico.
Desde un punto cercano al bar improvisado en el salón, Erick sostenía una copa de champán y observaba a la muchacha, quien se movía entre los invitados con una gracia natural. Para él, era "Abigail". Una mujer fascinante y hermosa cuya presencia irradiaba confianza, pero también algo más, algo familiar que no podía descifrar.
— Hay algo en ella que me intriga— pensaba— Su sonrisa, la manera en que inclina la cabeza cuando escucha a alguien... No lo entiendo, pero sé que no puedo dejar que esta noche termine sin acercarme de nuevo.
Erick no era un hombre acostumbrado a ser ignorado, y mucho menos a ser desafiado. Durante los últimos cuatro años, su confianza y su encanto habían sido suficientes para conseguir todo lo que deseaba. Sin embargo, esta vez sentía que estaba enfrentándose a alguien diferente, alguien que no iba a caer fácilmente en sus juegos. Y eso solo lo motivaba más.
Mientras tanto, Ian, desde un rincón opuesto de la sala, también observaba a Sofia, pero sus ojos iban y venían entre ella y Erick, al cual había ubicado en medio de la gente presente desde hacía rato. Había algo en la mirada de este que no le gustaba, un brillo que conocía demasiado bien.
— Ese tipo... no cabe duda de que está planeando algo. Conozco esa clase de mirada lo suficientemente bien como para saber que no va a dejar a Sofi tranquila— se dijo— Lo que no entiendo es por qué ella está jugando con fuego. Me dijo que quería demostrar algo, pero no sé si realmente está preparada para enfrentarse a él.
Ian apretó los puños, reprimiendo el impulso de ir hasta Erick y confrontarlo. Sin embargo, decidió mantenerse alerta. Sofia por su parte, caminaba entre los invitados, charlando y respondiendo preguntas sobre sus fotografías. Uno de sus trabajos más comentados era una imagen titulada **"Raíces Perdidas"**, que mostraba un paisaje nevado con un árbol solitario en el horizonte. Para ella, esa imagen representaba su propia sensación de aislamiento tras alejarse de su familia, pero también la fuerza de seguir creciendo a pesar de todo.
Mientras escuchaba los comentarios de un grupo de invitados, sintió una mirada fija sobre ella. Sabía exactamente de quién se trataba, pero se negó a voltear. No iba a darle a Erick la satisfacción de saber que había notado su presencia.
— Que me mire todo lo que quiera. Esta vez no soy la chica tonta que suspira por él desde lejos— pensó— Soy diferente, y voy a demostrarle que no puede jugar conmigo. Pero... ¡Maldita sea! ¿Por qué siento que mi corazón está a punto de salirse del pecho cada vez que lo siento cerca?
Decidida a no ceder a sus emociones, la joven se excusó del grupo y comenzó a caminar hacia otro sector del salón. Saludaba a las personas y respondía preguntas al azar, pero su mente estaba dividida entre mantenerse tranquila y controlar los recuerdos que amenazaban con invadirla. Erick, notando que ella se movía, dejó su copa en una mesa cercana y comenzó a seguirla discretamente.
— No puedes escapar de mí tan fácilmente, Abigail. Hay algo en ti que quiero descubrir— murmuró— No solo eso, te deseo, y no voy a detenerme hasta que termines exactamente donde yo quiero.
Ian, que había estado vigilando la escena desde la distancia, no pudo evitar tensarse al ver que Erick seguía a Sofia. Se levantó rápidamente y comenzó a avanzar hacia ellos, pero se detuvo cuando vio a su amiga girarse de repente.
Ella había sentido la presencia de Erick acercándose y, en lugar de seguir caminando, decidió enfrentarlo. Se detuvo en seco y se giró con una expresión neutral en el rostro, pero con un brillo desafiante en los ojos.
—¿Te has perdido? — le preguntó con un tono casual, como si estuviera hablando con un desconocido.
Erick sonrió, encantado por el tono de su voz.
—Tal vez sí. Pero creo que acabo de encontrar algo que me interesa más que cualquier fotografía aquí.
Sofia alzó una ceja, cruzó los brazos y ladeó la cabeza.
—¿Es esa tu mejor línea? Porque debo decirte que no es muy original.
Él soltó una carcajada suave, disfrutando del juego.
—¿Y qué línea debería usar para impresionarte, Abigail? Dime, ¿cómo puedo convencerte de que me des una oportunidad?
La muchacha lo miró directamente a los ojos, sintiendo un torbellino de emociones en su interior, pero no dejó que se reflejara en su rostro.
—Quizás deberías empezar por no asumir que estoy interesada —respondía con frialdad—. Ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que atender.
Antes de que pudiera marcharse, Erick dio un paso al frente, bloqueando su camino. La cercanía entre ambos era tan electrizante que Sofia tuvo que esforzarse para no retroceder.
—¿Siempre eres tan dura con los demás? —preguntó él, inclinándose ligeramente hacia ella.
Sofia sonrió, pero era una sonrisa calculada, casi desafiante.
—Solo con quiénes no entienden el significado de la palabra "no"— le respondió sonriendo de lado.
Con esas palabras, la muchacha giró sobre sus talones y se alejó, dejando a Erick con una mezcla de frustración y admiración. Ian, que había estado observando todo desde una distancia segura, no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Sin embargo, también notó algo en los ojos de Sofía mientras se acercaba a él: una chispa de emoción que no había visto en mucho tiempo.
— Lo disfruta. Está jugando con él, pero... ¿hasta dónde estará dispuesta a llegar?— Espero que sepas lo que haces, bonita— dijo más para sí mismo que para cualquiera y decidió seguir con su tarea.