En las calles grises de Londres, Jannia, una joven y ambiciosa empresaria, se encuentra sumida en un abismo de dolor y odio después de ser víctima de un brutal abuso por parte de desconocidos. Con su mundo derrumbado, Jannia jura vengarse de aquellos que la han destruido. Sin embargo, a medida que se adentra en su búsqueda de justicia, se encuentra con un camino inesperado: el amor. ¿Podrá Jannia encontrar la paz y el amor en medio de su sed de venganza, o las sombras de su pasado la consumirán por completo?
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Capítulo 1: Despertar en la Niebla
La niebla densa se extendía como un manto de tristeza sobre el campo desolado. Jannia despertó en medio de la nada, el frío penetrante haciéndole temblar mientras trataba de orientarse en la oscuridad. Su mente estaba nublada, los recuerdos de la noche anterior eran fragmentos borrosos, y su cuerpo sentía una pesadez que no lograba comprender del todo.
La única claridad era el dolor. Un dolor punzante en su cuerpo, que parecía ser una extensión de su confusión mental. Miró alrededor y vio un paisaje cubierto por una niebla espesa y grisácea, con la silueta de una cabaña deteriorada a lo lejos. Jannia intentó moverse, pero sus músculos se sentían entumecidos y débiles.
Recorrió con la mirada su entorno, intentando recordar qué había pasado. La última imagen clara en su mente era la de estar en un ambiente de lujo, rodeada de risas y el calor de una fiesta. Luego, todo se desvanecía en una niebla de inconsciencia. Cada intento de recordar el rostro de su agresor se encontraba con un muro de oscuridad.
Tropieza hasta la cabaña, sintiendo el frío moverse a través de sus huesos. La puerta estaba colgando de un solo gozne, y al entrar, el olor a humedad y moho la recibió. La cabaña estaba abandonada, llena de polvo y telarañas. Jannia se desplomó en una silla rota, temblando de frío y desesperación. Su mente seguía girando en torno a un solo pensamiento: ¿quién había hecho esto?
Con un último esfuerzo, Jannia metió la mano en el bolsillo de sus pantalones rasgados. Afortunadamente, encontró su celular, aunque la pantalla estaba rota y la batería estaba al límite. Con el pulso acelerado y la esperanza como su único consuelo, marcó el número de su hermana, Hanna.
El sonido del timbre era una mezcla de esperanza y desesperación en medio del silencio de la cabaña. Jannia trató de mantenerse consciente mientras esperaba que alguien contestara. Finalmente, una voz familiar respondió al otro lado, llena de preocupación.
—¿Jannia? —La voz de Hanna temblaba al reconocer a su hermana.
—Hanna... —La voz de Jannia era apenas un susurro. Su mente estaba demasiado confusa para formar frases coherentes, pero el dolor y la desesperación eran evidentes. —Estoy... en un lugar... no sé dónde. Me hicieron daño...
La voz de Hanna se volvió urgente, sus preguntas se atropellaban mientras trataba de obtener información sobre la ubicación de Jannia. Aunque el celular apenas tenía batería, Hanna logró determinar que su hermana estaba en las afueras de Londres, en un campo remoto.
—No te muevas. Voy a encontrarte. Mantente despierta, Jannia. —La voz de Hanna estaba llena de una determinación feroz, una promesa de que no la dejaría sola.
El tiempo parecía dilatarse mientras Jannia permanecía en la cabaña, con el frío envolviéndola y su mente tambaleándose entre la realidad y la confusión. Sabía que no podía quedarse ahí. La voz de Hanna, aunque lejana, era una ancla que la mantenía firme en la realidad.
A lo lejos, comenzó a oír el sonido de un coche, el suave murmullo de su motor cortando la niebla. Jannia intentó levantarse, pero su cuerpo estaba demasiado debilitado. Sin embargo, su determinación la mantenía despierta. En algún lugar, Hanna estaba en camino, y eso era todo lo que necesitaba para aferrarse a la esperanza.
El coche finalmente llegó y se detuvo frente a la cabaña. Hanna salió con una expresión de pánico y alivio mezclados. La vio moverse entre la niebla, sus pasos apresurados resonando en el silencio.
—¡Jannia! —La voz de Hanna la llamó mientras se acercaba. Vio a su hermana en la oscuridad, envuelta en una manta sucia y temblorosa. Se arrodilló a su lado, sus ojos llenos de lágrimas al ver el estado en que se encontraba.
—Hanna... —Jannia apenas podía hablar, sus palabras eran un murmullo ininteligible.
—Tranquila, estoy aquí. Vamos a sacarte de aquí. —Hanna abrazó a Jannia con ternura, sintiendo el calor de su cuerpo a través de la manta. Sabía que necesitaba llevarla a un lugar seguro, lejos de aquel campo helado y oscuro.
Con gran cuidado, Hanna ayudó a Jannia a entrar en el coche. Sabía que la situación era crítica, así que no perdió tiempo. Mientras conducía, su mente estaba ocupada en el bienestar de su hermana y en cómo asegurar que recibiera la atención médica urgente que necesitaba.
En el trayecto, Hanna trató de mantener una conversación tranquila, aunque sus palabras estaban llenas de preocupación. Jannia estaba débil y apenas consciente, pero el contacto de Hanna era un ancla que la mantenía conectada a la realidad.
Finalmente, llegaron al hospital más cercano, una pequeña instalación con un ambiente frío pero eficiente. Hanna sacó a Jannia del coche con cuidado y la llevó a la recepción, donde el personal médico reaccionó de inmediato ante el estado evidente de emergencia.
—Necesitamos atención inmediata —dijo Hanna, su voz firme a pesar del temblor que sentía. —Mi hermana ha sido víctima de un ataque y necesita ayuda urgente.
Los médicos y enfermeras se apresuraron a atender a Jannia, llevándola a una sala de emergencia mientras Hanna permanecía al margen, esperando ansiosamente. Solo tenía a Jannia como familia, y en ese momento, su mundo entero giraba en torno a la salud y seguridad de su hermana.
A medida que pasaban las horas, Hanna se aferraba a la esperanza de que Jannia pudiera recuperar su fuerza y, con el tiempo, obtener respuestas sobre lo que había sucedido. Sabía que no solo tenía que enfrentar el trauma inmediato de su hermana, sino también una dolorosa realidad: la búsqueda de justicia por el daño infligido.
La incertidumbre de lo que vendría a continuación se mezclaba con una resolución inquebrantable. Hanna se comprometió a estar al lado de Jannia en cada paso del camino, luchando por descubrir la verdad y enfrentarse a quienes habían causado tanto sufrimiento. En su corazón, sabía que no había vuelta atrás; el camino hacia la recuperación y la justicia apenas comenzaba.
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