Gia Giordani es hija del general de las Fuerzas especiales de defensa Mundial, esta es una organización paralela a varios ejércitos unidos, que se encargan de misiones encubiertas y clasificadas, existen varias sedes de estas élites, las cuales se encuentran en varios lugares del mundo.
Gia es la única mujer y la menor de cuatro hermanos, todos pertenecientes a la elite con diferentes rangos, mientras ella solo es la princesa de la casa.
La joven ha estado enamorada desde siempre del hijo del general de división de la elite, el capitán Tomás Decker aunque este no quiere nada con ella, la ve como una Barbie sin cerebro.
El capitán Decker humilla frente a todos a la joven y ella tomará la decisión de cambiar su vida, ya que por aquellas palabras piensa que todos la ven como alguien inútil y sin cerebro.
Podrá esta joven demostrarle a un mundo machista que, si puede, podrá olvidar a este hombre tan ingrato.
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Pequeña luz.
Al día siguiente la hermosa Gia Geordani estaba muy feliz y entusiasmada para ir a la fiesta de los chicos, su hermano menor le escribió diciendo que no iba a poder, pero que lo saludara de su parte, solo eso dijo mediante una nota de voz y la joven estaba muy emocionada.
Gia pasó todo el día planeando que le diría a Tomás Decker, el hombre que ama desde muy pequeña.
La joven no ha tenido momento tranquilo desde que amaneció y eso que la fiesta para Tomás era en la noche.
La joven se arregló y maquillo muchas veces no sabía por cuál decidirse, su madre decidió salir de viaje a casa de los abuelos de Gia y vendría en varias semanas, normalmente ella estaba sola o bueno al menos la mansión estaba llena pero de empleados.
—Nana, Lu… Nani … —Llama Gia mientras camina por la cocina y luego al comedor buscando a su nana.
—Aquí estoy mi niña. —Grita, la nana entrando a la sala estaba en el jardín.
—Donde estabas nana Lu, te estaba llamando. —Dice Gia haciendo pucheros, si la joven es muy consentida, todos la adoran hasta el último de sus empleados, conoce los nombres de cada uno de su guarda espaldas y como no, si siempre se escapaba para llevarles un refrigerio cuando debían estar afuera.
A Gia no le gustaba que la llamarán señorita Geordani solo lo aceptaba cuando sus padres estaban cerca.
—Mi niña, estaba en el jardín buscando las flores que te gustan y luego te haré tu postre favorito. —Se explica Lucrecia, la nana de Gia, una señora como de cincuenta y tantos años, piel bronceada, como de un metro sesenta, de ojos miel y cabello negro con algunas canas.
—De acuerdo Nana, vamos iré a preparar sandwiches para los chicos. —anuncia la jovencita.
—No deberías mi niña, no quiero que te metas en problemas. —Duce su nana.
—No lo haré nana, ¿quién es la hacker más joven, hermosa y astuta? Soy yo, ya resolví eso, jamás sabrán qué pasó. —Dice riendo la joven siempre que quería que sus padres no vieran lo que hacía, hackeaba las cámaras de la mansión y listo era muy buena y sus hermanos no dudaban en recurrir a ella cuando era necesario, nadie sabía que su pequeña hermanita era el hacker llamado dark lord solo ellos lo sabían.
—De acuerdo mi niña vamos. —La joven estaba con su Nana ayudándola a cocinar y luego de que hizo el refrigerio y los jugos fue a llevárselo a los guardaespaldas, al chófer y cualquiera que no pudiera entrar en la cocina, ellos tenían su hora de comida, pero para Gia estar a fuera era agotador y cuidarla a ella más porque siempre la dejaban hacer lo que ella quería.
—Buenas, llegué yo… —Dice y cuatro hombres que están en la entrada voltean.
—Señorita Gia, que se le ofrece. —Pregunta Harry, uno de los guardias.
—No seas payaso, Harry, y ayúdame con esta bandeja les traje la merienda —Dice y unos niegan riendo y Harry la ayuda
—No debió molestarse seño… Niña Gia. —Dice Rogelio.
—Dejen sus payasadas que no hay nadie en casa y tampoco van a ver lo que hago —Anunció la joven y todos se relajaron más.
—Pero niña, no podemos dejar el frente para ir a comer esto. —Dice Johan y ella lo mira alzando una ceja.
—Mira, pequeño, delicado, allí está eso, se llama suelo y nos podemos sentar allí… Ves fácil. —Dice Gia y se sienta a comer un sándwich sentado en el primer peldaño de las escaleras de la entrada.
Todos se ríen y hacen lo mismo, la joven no es para nada el ser frívolo que pintan ella es criada como princesa, pero no quiere ser una, tampoco tiene muy claro que estudiar, puede que medicina como su madre, aunque su padre le dice que solo sería protocolo, ya que la mayoría siempre se casaba y sus carreras quedaban guardadas, era algo machista, pero en un mundo de hombres con pocas mujeres laborando era el pensar.
El padre de Gia trabajaba con mujeres, pero no les tenía mucha fe y decía que las que estaban en la Élite eran por y para favores placenteros, ya que para ganar medallas y subir había que esforzarse mucho.
A diferencia del ejército normal no había que pasar años en un ejército para poder ascender, solo era cuestión de esfuerzo, entrenamiento y las pruebas imposibles a los que eran sometidos, ellos eran enviados al campo en pleno inicio solo para que vieran a que se enfrentaban.
Los hermanos de Gia desde pequeños les gustó eso y aunque no les hubiese gustado, ese era su destino según el general y el de Gia era ser la esposa de alguien importante, así era ese mundo que rodeaba a Gia.
—Ahora te maquillas para comer en el suelo, niña Gia—Pregunta Sebastián y ella niega riendo.
—Gafo, claro que no es solo que hoy habrá una fiesta en honor a Tomás y debo verme hermosa, solo practicaba. —Sebastián arruga su cara y hace un gesto de desagrado, él y todos viven diciéndole que ese hombre no es para ella, ya que Gia es un sol y él un arrogante de mierda dicho por ellos.
—No deberías perder el tiempo con ese idiota Gia… —Dice Harry.
—No lo llames así, por favor, él es el sueño de cualquiera, sobre todo el mío. —Sonríe como boba.
—Tú eres una pequeña luz Gia y no queremos que te apague. —Rogelio habla y los demás asienten.
—No lo hará, me hará brillar más —Afirma ella.
—Por qué tanta escarcha y brillo Gia, tú siempre te maquillas natural y te ves hermosa —Esta vez lo dices Johan.
—Es una Fiesta de disfraces y yo iré de Angelita. —Dice sonriendo.
—Para eso no necesitas disfraz, niña, solo ve y sé tú misma y estás perfecta —Dice Sebastián y ella sonríe.
—Gracias muchachos, ustedes son unos lindos, mis otros hermanos, bueno iré a darle el resto a los demás besitos. —Se va la joven a seguir con su tarea de entregar los refrigerios.
Una vez regresa desayuna lo que Nana le hizo y se lo come todo, a pesar de que comió ya un sándwich, pero ella no se atrevería a despreciar a su nana jamás.
La joven luego de comer se va a su habitación y escuchando música y peinándose el día se le va.
Me encantó
esa experiencia amarga que pasó. Darse oportunidades y mostrar de que está hecha