JULIA

Julia respiró hondo. Quién sabe qué estaba pensando en ese momento.

"Está bien, vamos hermano... Pero tú invitas, ¿eh?", dijo Julia de nuevo, sonriéndole a Melvin.

Era mejor dejarlo de lado por ahora. También quería comer y llenar su estómago para que su cerebro pudiera pensar en qué hacer a continuación. Rápidamente, los dos primos se acercaron a la motocicleta de Julia y abandonaron el lugar en busca de desayuno.

Finalmente, optaron por un vendedor ambulante. Además de ser barato, la comida también era deliciosa y abundante. Así que no había razón para no comer allí.

Pidieron un desayuno que consistía en nasi goreng y satay. Mientras comían, el teléfono de Melvin sonó de repente. Resultó ser una llamada de su madre, la señora Salsa.

Melvin cogió el teléfono de su madre con desgana. Podía apostar a que su madre lo iba a regañar por no haber vuelto a casa ni haber avisado a su familia desde la noche anterior.

"Hola, mamá...", dijo Melvin con expresión neutra. También había preparado sus oídos en caso de que su madre gritara y montara en cólera regañándole.

"¡¡Mocoso malcriado...!!! ¿Dónde has estado? ¿Por qué no has llamado a mamá o a papá desde ayer? ¡Recuerda que no estás en el extranjero!", exclamó la madre al teléfono. Melvin alejó un poco el teléfono de su oído debido a la estruendosa voz de la señora Salsa.

"Oh, mamá, lo siento... Mamá, no grites...", suplicó Melvin.

Sonrió al oír a su madre regañarle aunque le dolieran los oídos. Mientras tanto, Julia, que no oía su conversación, simplemente siguió comiendo. Aunque Melvin era amable con ella, no quería entrometerse en las conversaciones o asuntos de otras personas.

"Huf... Está bien, está bien, mamá lo siente. Estaba preocupada por ti. No viniste a la reunión familiar ni diste señales de vida en casa", dijo la señora Salsa, volviendo a bajar la voz. Melvin se rio entre dientes. Eso era lo que le gustaba de su madre, que se preocupaba tanto por sus hijos.

"Está bien, mamá, anoche Melvin pasó tiempo con su hermosa hermana pequeña. Y también se quedó en casa del tío Sanjaya. Estaba tan ocupado con su hermosa hermana menor que se olvidó de mamá... jejeje...", dijo Melvin de nuevo mientras pellizcaba las mejillas de Julia.

Julia hizo una mueca de dolor. Al escuchar las palabras de Melvin, la señora Salsa, que estaba al otro lado de la línea, suspiró aliviada.

"Huf... Me alegro de oír eso, hijo. Ah, sí, no lo olvides, hoy es fiesta, trae a Julia a casa. Mamá tiene muchas ganas de verla, hace tiempo que no la ve crecer", dijo la señora Salsa, que supo inmediatamente que la hermosa mujer a la que se refería era Julia.

Como la señora Salsa sabía que Melvin no era muy cercano a su gemelo llorón, prefería a Julia porque podía gastar bromas y al mismo tiempo protegerla.

"Vale, mi querida mamá... sí...", después de decir eso.

Melvin y la señora Salsa terminaron su llamada. Tras finalizar la llamada, Melvin se dirigió a Julia.

"Después de comer, vamos a casa de mi hermano, ¿de acuerdo? Mamá quiere verte, te echa de menos. Así que durante mi estancia en el extranjero, ¿no has ido a casa de mi tío...?". preguntó Melvin resumiendo su pensamiento.

Julia, al recibir esa pregunta, sólo pudo bajar la cabeza. Era cierto, tras la marcha de Melvin al extranjero, ya no había vuelto a casa de su tío, como si no existieran. ¿Cómo iba a ir a casa de la tía Salsa cuando estaba ocupada buscando la atención de sus padres?

"Sí, hermano. Desde que te fuiste al extranjero, Julia no se ha separado de sus padres. Porque Julia estaba ocupada buscando su atención. Pero ahora Julia cuidará de sí misma", le dijo Julia a Melvin. Melvin sonrió levemente y acarició la cabeza de su hermana pequeña.

"Bien. Ahora date prisa y termina de comer para que podamos irnos", dijo Melvin de nuevo.

Julia se alegró, y terminaron de comer. Una cosa que Julia sabía de la señora Salsa era que era bondadosa y considerada. También quería mucho a sus hijos.

Después de terminar de comer y pagar la comida, Julia y Melvin se dirigieron inmediatamente a la residencia de la familia Antonio Kusuma en la moto de Julia. Y tras sólo 45 minutos de viaje, llegaron a la residencia, que no era menos lujosa que la de la familia Sanjaya.

Los guardias de seguridad les abrieron la puerta principal, y Melvin metió inmediatamente la moto en el patio. Julia estaba asombrada por la arquitectura de la residencia de su tío. Parecía sencilla, pero era muy lujosa.

"Hermano... resulta que, como hace tiempo que no vengo, ha habido muchos cambios en la casa de mi tío", dijo Julia con asombro. Melvin sonrió al oír las palabras de su prima.

"Vale, vamos a entrar...", dijo Melvin mientras tomaba de la mano a su hermana pequeña.

Entraron en la lujosa casa. Al llegar al salón, donde la familia estaba reunida, Julia se sintió cohibida. Como una novia a la que su pareja lleva a conocer a sus padres. Jajaja... De alguna manera, la señora Salsa levantó la vista y vio a Melvin y a la hija de su marido. Se sorprendió y soltó inmediatamente el teléfono, se levantó y corrió a recibirlos.

"Eh, cariño... ¡Dios mío! ¿Por qué tan callados...? Avisadme, ya no oigo vuestros pasos. ¿Estáis levitando?", dijo la señora Salsa bromeando con sus hijos mientras los observaba.

Mientras Julia sonreía al ver lo graciosa que era su tía, Melvin sólo pudo fruncir los labios. La señora Salsa rodeó inmediatamente a Julia con sus brazos y la atrajo hacia sí. Por supuesto, Julia no se resistió, y le devolvió el abrazo a la señora Antonio.

"Cariño, Dios mío... ¿Por qué no te he visto hasta hoy...? Has crecido mucho, pero también estás delgada y sin carne. Vamos, vamos a sentarnos...", dijo la señora Salsa mientras abrazaba a Julia y la llevaba a sentarse con ellos en el sofá. Mientras tanto, Melvin fue dejado de lado por su madre, lo que le molestó.

"Oh, así que mamá es así... Ya se ha olvidado de su hijo por la hija", murmuró Melvin cruzando los brazos sobre el pecho. La señora Salsa entrecerró los ojos al oír las palabras de su hijo.

"Bueno, ¿por qué...? Además, ya sois todos mayores. Es hora de que encontréis pareja y la traigáis a casa para que conozca a mamá y seamos pareja. Pero ninguno de vosotros quiere. Recordad que os estáis haciendo mayores, de lo contrario acabaréis siendo viejos solterones", dijo la señora Salsa a sus hijos, lo que provocó que el señor Antonio negara con la cabeza.

Al señor Antonio no le importaba lo que pasara en su familia, mientras su mujer y sus hijos siguieran llevándose bien. Se levantó y se acercó a su sobrina y le acarició suavemente el pelo.