Allison Silva una hermosa joven de quince años oriunda de Venezuela, especificamente de los Andes estado Trujillo, pero que desde muy chica se mudo a España con sus padres, pues a su papa le salio una oportunidad de oro en un laboratorio europeo, regresan luego de mas de una decada a pasar semana santa con su familia sin imaginarse que el mal se avecina para la inocente chica.
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Cap 2: Regreso
Como lo presentía la emoción no me permitió dormir.
Y creo que no fui la única, ya que mama y papa se levantaron muy temprano.
Desayunamos un poco de fruta y luego de dejar a nuestro perro con la señora Tamara quien cuidaría nuestra casa durante la ausencia, partimos al aeropuerto.
Chatee con Sol, Rosa y Lia mis primas y le envíe una foto subiendo al avión y otra dentro antes de despegar.
Mis primas también estaban emocionadas con nuestro regreso y que decir de mi abuela Maria.
Durante el vuelo el sueño me venció y dormí por largo rato, al igual que mis padres.
La azafata nos despertó para ofrecernos el almuerzo que incluía el vuelo.
La comida estaba bastante buena para ser de aeropuerto.
Después de eso, vimos varias películas y platicamos de las cosas que papa y mama hicieron de chicos, todo era muy gracioso por lo que cada tanto recibíamos miradas de otros pasajeros por nuestras risotadas.
Faltaban algunas horas para aterrizar por lo que decidí dormir otro poco.
Unas horas más tarde mi padre me despertó al intentar colocarme el cinturón, pues tenía una parte pisada.
Vamos a aterrizar princesa me dijo suavemente depositando un beso en mi frente.
Me moví y él abrocho mi cinturón, aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de Maiquetia Caracas Venezuela.
Pasamos por una larga y extenuante revisión mi padre tuvo un altercado con un guardia que quería robarnos nuestro dinero y mama se dio cuenta.
El incidente no paso a mayores, pero fue bastante incómodo y estaba muy asustada.
Ese dia no sadrian vuelos a Trujillo, por tal motivo tuvimos que pasar la noche en un hotel.
El martes santo abordamos el pequeño avión a Trujillo, una hora más tarde aterrizamos en al aeropuerto Antonio Nicolás Briceño de Carvajal.
Mi tío Simón, hermano de papa nos esperaba en su auto para llevarnos.
Ese día fuimos primero a saludar a la familia de mi padre, pasamos un momento agradable con ellos, pero noté a mama incómoda.
Mi abuela paterna me miraba feo y trataba a papa como si fuese cajero automático.
Así fue como después del almuerzo papa le pidió a mi tío que nos llevara a Sara Linda yo los mire, no se supone que iremos a Isnotu.
Mama me miro como si leyera mis pensamientos y me dijo es un pueblito antes de Isnotu, pertenece al mismo municipio me explico con una sonrisa.
Mi tío puso cara de no estar muy convencido, luego dijo que gastaría mucha gasolina y que la situación del combustible estaba caótica, aparte de cara.
Papa rodó sus ojos y le dio un billete de 50 dólares que mi tío arranco de sus manos con los ojos brillantes.
Por ese mi padre mantenía poca comunicación con su familia porque todo en ello es plata, y solo piden y piden.
Fuimos saliendo de la ciudad y a medida que avanzábamos se podía observar más vegetación.
Cada que pasamos mama me decía el nombre de cada lugar, mi emoción por ver a mis primas era indescriptible.
Un cartel de Bienvenidos a Betijoque me indicaba que estábamos cerca.
Al llegar al pueblo de mi madre un maravilloso olor se percibía en el aire, son los famosos chicharrones de cerdo una delicia, vendremos y los probarás.
Asentí con la boca hecha agua.
Es por la siguiente entrada le dijo mi madre a mi tío y este cruzo y bajo en la siguiente entrada.
Llegamos frente a una casa grande de una planta, blanca con rejas negras y ladrillos al frente, era la casa más grande del lugar.
Vi a Sol fuera, me bajé rápido y corrí a abrazarla.
Sol grité y cuando me vio también corrió a mi encuentro fundiéndonos en un abrazo.
Mamá se bajó y fue a buscar a mi abuela.
Papá junto a mi tío bajaron nuestras maletas y las metieron a la casa.
Lía y Rosa también se unieron a nuestro abrazo.
Entramos juntas y vi la escena más tierna del mundo, mamá abrazada a mi abuela mientras ambas lloraban de felicidad.
Me uní a ese abrazo, la familia de mi madre nos recibieron con tanta alegria y humildad.
Nos mostraron nuestras habitaciones para que nos bañáramos y descansáramos un poco.
La verdad el cambio de horario ya me estaba pegando, ni la emoción de hablar con mis primas contenía mi sueño.
Mis tres primas me acompañaron, me duché rápido y me puse ropa cómoda.
Saque unos dulces de la maleta y repartí con ellas, conversamos no sé cuanto la verdad es que el sueño me venció y desperté por las caricias de mi abuelo materno Víctor para que bajara a cenar.
Al bajar todos estaban en la mesa.
Cenamos entre pláticas y risas, el ambiente era completamente opuesto que en casa de la familia de mi padre.
Luego de la cena que consistía en una ricas arepas rellenas de jamón y queso y un vaso de leche fresca que el abuelo ordeño en la mañana.
Mis padres se quedaron platicando con mis tíos en la sala y todos los jóvenes fuimos al jardín trasero donde una banca de madera y un tronco cortado en pequeños tronquitos simulaban sillas.
Mi primo Javier inició con una de las historias.
Sobre una mujer que se cortó el cabello un jueves santo y lo dejo al pie de una planta de rosa, esa noche escucho a la llorona muy lejos que llamaba angustiada a sus hijos, mis primas se veían atemorizadas y yo pensaba pamplinas.
Javier prosiguió dicen que si la escuchas lejos es que está cerca y si la oyes cerca está lejos, no inventes tío bufé incrédula.
No me crees arqueo una ceja.
La verdad no, pero dinos que paso con la señora hice ademanes con mis manos.
No salió de casa por supuesto no era loca, pero al dia siguiente el cabello que secortóo estaba trenzado en la puerta de su casa.
Así cada uno continuo contando historias una más loca y descabellada que otra.
Sobre un tal Silbón o de un leñador que dicen que perdió a su hijo al caerle un árbol mientras lo talaba, fue tanto el dolor que perdió la cabeza y se quitó la vida con su hacha, cada semana santa se escucha los hachazos y los árboles caer, pero al otro día las personas van por la madera y todo sigue igual.
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Todas estas son leyendas de mi país y de mi localidad.
Lo del cabello le paso a una de las tía de mi madre cuando era muy joven ahora tiene 78 años, pero recuerda muy bien ese día.