Dos secretos destruyen un matrimonio, en secreto ellos vuelven, el secreto para robar el marido fracasa y un secreto para liberarse y ser feliz. Una mezcla de secretos para desenredar un ovilo de lana.
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Golpe de suerte
Después de haber terminado el baile, los recién casados saludan a sus invitados para despedirse. Laura no ve a su prima Sara. Sigue saludando a los invitados más cercanos pensando que así la vería, pero no, Sara se había ido.
Por su parte Enrique, buscaba a Rodrigo, lo buscó como último invitado a quien quería ver, necesitaba hablar con él en privado. El estado de alerta no pasó desapercibido por Rodrigo, el pobre hombre pensó que podría correr peligro e inicia su camino al retiro de la fiesta. Justo en la puerta principal hay guardaespaldas y parecen buscarlo, así que tuvo la magnífica idea de entablar una conversación con alguien.
- Buenas noches. No quisiera molestar. – Rodrigo da el primer paso algo dudoso, temía ser rechazado y que los guardaespaldas lo apresen en ese instante.
- Buenas noches, joven. – Contesta el señor - No, no es molestia. Siempre es un gusto tener a alguien con quién conversar.
- Me presento. Soy el amigo íntimo de la novia, bueno de la flamante señora De Aragón; mi nombre es Rodrigo Sáenz.
- Mucho gusto, Rodrigo. Aurelio Casas, empresario ¿A qué te dedicas?
- Bueno soy tapicero, mi maestro fue Antonio Surco.
- ¡Interesante! ¿También tapizas muebles antiguos? Da la casualidad de que estoy buscando uno. En el ático tengo guardado unos muebles tipo Luis XV, la tela se ha dañado.
- Sí, sí puedo tapizar su sillón Luis XV.
- Te voy a dar mi tarjeta. – Sacando su billetera del bolsillo y le extiende una tarjeta de presentación – Mañana me llamas, coordinamos algunas cosas y te mando recoger para que lo veas.
Justo en este momento pasan por delante del guardaespaldas, este hombre al escuchar el intercambio de palabras y ver el intercambio de tarjeta no sospechó ni en el más mínimo detalle que allí tuviera a la persona a quien debía detener.
- Me parece bien.
- No se olvide de llamarme mañana por la mañana, porque por la tarde no podré atenderlo.
Esta frase fue la más sonora a oídos del guardia. El detalle está en que los guardaespaldas recibieron las instrucciones de que Rodrigo está solo.
- ¿Mañana a las nueve le parece bien?
- Si, me parece un horario muy razonable.
Así es como pactaron y lo sellan con un fuerte apretón de manos. Rodrigo se fue a su casa, se quita el traje y tiene colgado dentro del porta traje. Debe devolverlo al día siguiente, pues es un traje alquilado y el alquiler se lo pagó el señor Ulises Olguín, papá de Laura.
A la mañana temprano, Rodrigo se prepara para estar listo para cuando lo recojan sin olvidar que primero debía hacer la llamada y se hizo, el guardaespaldas iba en camino por él. Alguien llama a la puerta.
- ¿Ya llegó el guardaespaldas? – recoge su bolso con papel y lápiz y otras cosas que todo tapicero necesita para cerrar un contrato de trabajo.
Al abrir la puerta, no era el guardaespaldas del empresario Casas, sino que era Enrique.
- Señor De Aragón, buenos días ¿Qué lo trae por aquí? – Quiso ser amigable, pero traga grueso.
- Guarda tus buenos días ¿Con qué derecho te atreviste a asistir a mi boda? – le trata con desprecio.
- Laura me invitó. Somos viejos amigos, usted lo sabe. – Dice con total sinceridad.
- Escucha bien, bastardo de quinta. Tú no eres bienvenido a mi casa, tú no eres más que un sirviente y punto, deja de mencionar a mi esposa que tú coartada no funciona. – lo amenaza.
- No se preocupe, ayer fue la última vez que pude ver a mi amiga, ya nos hemos despedido. – está cabizbajo.
- Mas te vale, ahora que Laura es mi esposa, te debes alejar lo más posible de ella, si me llego a enterar de que tú te has acercado a mi esposa quemaré todo tu taller y tu casa ¿Quedó claro? – está furioso y muy amenazante.
- No se preocupe, como le dije, ella y yo ya nos hemos despedido.
- Eres un tapicero analfabeto.
- Yo no quería incomodar con mi presencia. Sólo saludarla por su boda y despedirme de ella.
- Escucha bien, tú no eres bienvenido y debes mantenerte en tu lugar, tú eres de la clase baja.
Un auto se estaciona y sale el guardaespaldas del señor Aurelio Casas.
- ¿Señor Rodrigo Sáenz? - interrumpe el hombre.
- Buenos días, soy yo.
- El señor Casas lo está esperando.
Enrique reconoce al guardaespaldas, y este también lo reconoce.
- Señor presidente De Aragón, buenos días.
- Buenos días ¿No me diga que viene por el tapicero?
- Sí, el señor Casas lo espera ¿Usted también tiene su pedido con el joven Sáenz?
- Este… bueno… yo… - no sabía que decir – ya terminé de arreglar con él.
Enrique no se atreve a decir la verdad, el jefe de ese hombre es su amigo y si el guardaespaldas se entera de lo que hubo en realidad hace un instante, podría dañar su reputación.
- Bien, señor Sáenz por favor suba al auto. El señor lo está esperando.
Rodrigo sube al auto y es atendiendo como un cliente importante para el señor Casas. Enrique se quedó sin palabras, el tapicero de quinta, como dice él, tiene por cliente a su amigo y maestro de los negocios. Sus planes de quemar su taller se esfumaron, pero no se quedó de brazos cruzados y llamó a su amigo.
- ¡Aló! ¿Enrique? Buenos días.
- Buenos días, Aurelio ¿Cómo estás?
- Muy bien. Déjame decirte que tienes una esposa muy hermosa.
- Gracias. - sonríe ampliamente.
- Dime ¿Cuál es tu consulta?
- Me encontré con tu guardaespaldas y vino a recoger a un tipo. – su voz sonaba a descontento y Aurelio lo nota.
- ¡Ah, sí! Le pedí a mi guardaespaldas que vaya por el tapicero. Hasta que por fin encontré uno. No me lo vas a creer, fue un caído del cielo. Ahora puedo ver arreglados mis sillones Luis XV.
- Sería bueno que lo investigues, no vaya a ser que tenga malos hábitos.
- Por supuesto, está mañana recibí la información que pedí sobre él y su maestro, estoy conforme; está es la razón por la que acepté la llamada de Rodrigo y arreglé que mi guardaespaldas vaya por él. Estoy ansioso de ver reparados mis sillones, tantos años guardados en el ático, porque no encontraba tapicero capaz de arreglarlo.
- Yo que tú, buscaría expertos en el extranjero si en España no encuentro.
- Pero lo encontré. Ahora voy a ver qué me dice y le diré que se lo lleve para que trabaje en la comodidad de su taller.
- Solo ten cuidado.
- Gracias.
Rodrigo tuvo un golpe de suerte sobre la amenaza de Enrique, con un cliente tan poderoso como Aurelio, el tapicero puede sentirse protegido, Enrique no sería capaz de quemar las pertenencias de su amigo ¿Verdad?