Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
LA CARTA
...LILIAM:...
Un cartero había llegado a la entrada de la hacienda.
Lo recibí dudosa, hacía tiempo que no llegaban cartas, no desde que entramos en banca rota. La hacienda estaba quebrada desde hace un año, cuando mi padre había sido estafado por un supuesto socio que prometió maximizar las ganancias y hacerla más productiva, pero robó todos los ahorros y también toda la mercancía, desapareciendo de inmediato.
Lo poco que quedó se vendió para las necesidades básicas pero se esfumaron rápidamente. Ahora nuestra hacienda acumulaba polvo y deterioro, nuestro terreno solo producía maleza y plagas. Además de que no teníamos para comer, todas las desgracias se fueron juntando ya que las amistades de mi padre dejaron de frecuentar y no nos ayudaron y los pretendientes de mis hermanas también dejaron de visitar la hacienda.
— ¿ De dónde es la carta ? — Pregunté al joven de la carreta, lo noté observando mi cuerpo con desagrado.
No me afectaba ya que estaba acostumbrada a esas malas miradas, yo no le agradaba a los chicos, me gustaba estar en la hacienda, sembrando y cabalgando, ayudando a mi padre. Yo no vestía como señorita, parecía más bien un campesino con mi sombrero, mis pantalones de cuero mi camisa de botones y las botas de cuero marrón que me gustaba.
— Viene directo de la oficina de correos de Urla — Dijo mientras me daba otra mirada.
— Pero... ¿ Quién la manda ? — Exigí.
— No lo sé, vea el sello, eso le dará una idea... Con permiso... Señora — Hizo una reverencia y me enojó.
El cartero esperó su propina con su mano tendida hacia mí, yo no tenía ni una moneda de cobre, de todas formas no le iba dar nada por insultarme de esa forma.
— ¡ No voy a darle nada por faltarme el respeto, yo no soy señora !
El hombre suelta un gruñido y sube molesto a la carreta.
— Ni pareces una dama... No sé diferencia si eres mujer o hombre.
— ¡ Cállate, tu no te diferencias de un grillo disecado...! — No termino la frase, tomo una piedra y se la lanzo.
El cartero la esquiva y pone en movimiento la carreta para huir.
— ¡ Estás loca ! — Grita.
Vuelvo adentro enojada mientras observo el sello de la carta y me desconcierto.
— Es una carta de la realeza.
Entro rápidamente en la casa, me quedo en la sala.
— ¿ Qué fue ese grito? — Pregunta Clara en el mueble, deteniendo la atención del libro en sus manos.
— Nada, un cartero grosero — Gruño.
Mi hermana menor puso los ojos en blanco y volvió sus ojos al libro. Le apasionaba tanto la lectura que parecía obsesionada con ella. Tan solo tenía quince años, era rubia y de piel blanca, sus ojos azules y figura esbelta la hacían ser una belleza.
— Eso si es una novedad — Dijo Sandra mientras entraba en la sala.
Mi otra hermana menor, era mayor que Clara. Ella también era muy favorecida, tenía dieciocho años, era pelirroja y de piel blanca, con los ojos verdes y un cuerpo favorecido con curvas y senos firmes. Llevaba un vestido gris, al contrario de Clara y de mí, a Sandra le gustaba pintar y era muy obsesiva con los hábitos de higiene y etiqueta, incluso siendo pobre se preocupaba en lucir espléndida.
La más desastrosa de todas era yo.
— Si, a mí también me sorprendió... Aquí dice que es para papá y lo más sorprendente es que es una carta escrita por el rey.
Ambas se tensa.
— ¿ El rey ? ¿ Qué querrá con mi padre ? — Jadea Sandra.
— ¿ Qué tiene que ver mi padre con el rey ? — Pregunta Sandra.
— No lo sé, hay que preguntarle — Dije mientras apretaba el sobre — ¡ Papá, ven acá! — Grité de forma escandalosa.
— Liliam no grites — Se quejó Sandra.
Escuché los pasos de mi padre, llegó a la sala rápidamente.
— ¿ Qué es todo ese escándalo?
— Papá, llegó una carta para ti — Avisé y se la entregué.
La tomó desconcertado — ¿ Una carta? Por fin alguien se acordó de nosotros.
— Y no te imaginas quién, el mismísimo Rey Evans Asgarria — Dije y mi padre se tornó extrañamente pálido, todas nos quedamos extrañadas cuando se tuvo que apoyar en una columna.
Su piel oscura se aclaró un poco con el susto. No comprendíamos nada.
— ¿ Qué sucede papá? — Pregunté cuando se sentó en una silla.
Me tendió la carta — Abre la carta y léela por mí... Dejé mis gafas en el estudio.
Su tono de preocupación me indicaba que ya se esperaba la carta. Abrí el sobre y saqué la carta. Empecé a leer en voz alta y cada palabra me desconcertaba más y más, hablaba sobre una deuda que mi padre tenía, el había solicitado un préstamo hace más de veinte años al pasado rey y mi padre al parecer no había cancelado aquella deuda. Ahora el actual rey se la estaba cobrando, amenazando con venir a personalmente a acabar con él.
— Esto no puede ser cierto — Dije mientras arrugo la carta — ¿ Tu no tienes esa deuda verdad ?
El silencio de mi padre me dice lo contrario. Se queda observando apenado.
— ¿ Es verdad padre ? — Murmura Clara, a dejado el libro en el sofá y se a levantado.
— Papá — Exige Sandra.
Mi padre se frota la sien y luego asiente con la cabeza.
— Fue hace tanto tiempo, el Rey Elliot Asgarria aceptó mi petición, yo estaba viviendo en la calle y... No tenía trabajo... Fui al palacio y le suplique al rey su ayuda... Muchos estaban en la misma situación que yo y acudieron a él. Fue muy generoso con el préstamo, con eso pude comprar estás tierras y levantar la hacienda — Empieza a temblar llorando — Me anotó en una lista y firme como costa de que debía...Le iba pagar... Pero después vino la guerra y... murió... Yo nunca pude reunir el préstamo.
Nos observamos preocupadas.
— ¿ Cuánto le debes ? — Pregunté.
— Cien monedas de oro.
— ¿ Qué ? — Jadeamos las tres al mismo tiempo.
— Pero esto es mío, no tengo porque pagarle a Evans, todo lo hice con mi esfuerzo, me tomó mucho tiempo hacer de este lugar el mejor productor de legumbres.
— Ahora estamos en la quiebra de nuevo, no tenemos nada... — Me cruzo de brazos — Papá, pediste un préstamo y en veinte años no lo cancelaste... Eso no es honesto.
— Eso no es nada comparado con la fortuna que tiene el rey, él no necesita ese oro... Es un ambicioso, quiere destruirnos más de lo que ya lo estamos.
— ¿ Creiste que esa deuda sería olvidada ? La gente de la realeza no deja escapar nada, ni siquiera una moneda de cobre — Sandra pisa con su zapatilla la carta echa bola en el suelo.
Me agacho frente a mi padre y apoyo mis manos de sus rodillas.
— Papá, no quiero echarte la culpa pero tú mismo estás cavando tu propia tumba... Primero al pedir ese préstamo, segundo al no cancelar esa deuda que tiene más años que nosotras tres y tercero al confiar en ese socio que nos arruinó — Se me salen las lágrimas y a él también.
Toma mi mano — Lo siento, les fallé... Ustedes no tienen la culpa de esto.
— Sugiero que huir es lo más inteligente, si nos quedamos nos ejecutarán... Nos dieron dos semanas para cancelar la deuda, obviamente no podremos hacerlo — Suplico, mi padre niega con la cabeza.
— No, no me iré... No quiero dormir bajo un puente... Ese rey no me quitará lo poco que tengo... No pienso huir — Me suelta las manos — Ese rey no se atreverá a venir aquí.
— Si lo hará, tiene suficiente poder y no amenaza en vano — Comenta Sandra con enojo.
— Lo siento, no me iré... Y ustedes tampoco.