Nuestro genio Máximo Santibáñez, se enfrentará al reto más difícil de su vida. Él deberá luchar con toda su inteligencia, para vencer todos los obstáculos y convertirse en el héroe de su pequeño hijo. Máximo Jr. un niño genio que supera por mucho la inteligencia de su padre.
¿Podrá Máximo Santibáñez estar a la altura de las circunstancias?
¿Logrará ganarse el corazón de su pequeño hijo?
No te la pierdas ✨
NovelToon tiene autorización de ERUMED para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO 12
Fausto se quedó paralizado, él estaba muy, pero muy celoso, definitivamente no tenía oportunidad contra este hombre. Pero él luchará hasta el final. Sin embargo, ahora lo importante era salvar la vida de Celina.
Así que corrió hacia su consultorio, contacto a su colega ruso y comenzó a coordinar todo. Después fue a la caja y pagó todo lo que se debía e incluso algunas quimioterapias pendientes que le estaban descontando de su sueldo, las pagó de una vez.
Él no sentía que estaba abusando, todo lo contrario. Quería irse con Celina y con esa deuda, no podía meter la baja. Fausto sabe qué pasarán más de un año en ese país y él no se separaría de ellos.
Mientras tanto, Máximo caminaba con su pequeño al lado. Él tenía que hablar con su madre. No podía alejarse del hospital sin su permiso. Entonces entró a la Unidad de Cuidados Intensivos y se acercó a ella.
Máximo Jr. rodó la silla, para quedar a su altura, y le dio un beso en la frente.
Su madre estaba muriendo, eso estaba claro para él. Pero se aferrará a ese milagro que tanto ha pedido. Y si su ángel estaba vestido de militar, entonces era un ángel que estaba muy cerca de Dios.
Él se recostó en su pecho y le susurró:
—Te amo mami.
Máximo sintió la mano de su madre moverse y limpiar sus lágrimas. Entonces levantó su rostro y observó que ella había abierto los ojos.
—Y yo a ti, mi pe-queño. Má-ximo quiero que me pro-me-tas...
Máximo Jr. le puso su mano en los fríos labios de su madre.
—No, tú prométeme que lucharás por nosotros. El señor Santibáñez va a pagar tu tratamiento. Hoy mismo viajaremos a Rusia.
Celina estaba incrédula, no podía creer que el destino fuese tan benevolente con ella. Después de lo que hizo.
—¿Quién? —le preguntó a su pequeño. Mientras lo miraba de manera inquisitiva.
—El señor del aeropuerto. Ya mi padrino está arreglando todo. Mami, este es el milagro que habíamos estado esperando. Por favor mami. Sé que sufres, sé que estás agotada y que a veces quieres rendirte. Pero resiste solo un poco más. ¿Sí? Te lo suplico.
Celina sintió su corazón latir con un poco más de fuerza. Tenía un último rayo de esperanza y se aferrará a él.
Entonces ella tomó un poco de aire y le sonrió a su pequeño. Mientras una lágrima corría por su mejilla y asentía con su cabeza.
—Va-mos por ese mi-la-gro entonces. —Celina no pudo evitar comenzar a llorar y a reír al mismo tiempo.
—Gracias mi Reina, te amo. Ahora descansa. ¿Puedo ir a comer con mi jefe?
Celina le sonrió, ya ella se imaginaba lo que había planeado Máximo, para que su hijo estuviese tan contento. Entonces ella asintió.
—Será nues-tro je-fe. Por-que cuando me recupere, yo tam-bién tra-ba-jaré para él.
—Claro que no. Yo me haré cargo de todo. Entonces ¿puedo ir?
Celina tomó otro poco de aire y trató de hablar más fluido.
—Con tu jefe, puedes ir hasta el fin del mundo, pero solo con él. Nada de extraños.
—Sí, mami. Ya me voy, te amo. Nos vemos en una hora. Descansa.
El pequeño salió y se sorprendió al ver a su héroe con el teléfono en la mano.
Él se impresionó al ver que se había quitado la chaqueta militar y que tenía muchos tatuajes.
Máximo se acercó y lo abrazó al verlo secarse las lágrimas.
Ellos comenzaron a caminar hacia la salida. Máximo se sentía orgulloso de caminar al lado de ese hombre. Su figura era imponente, todas las mujeres lo miraban y murmuraban a sus espaldas.
Máximo Jr. sonrió y lo señaló con el dedo, para preguntarle:
—¿Eres un Don Juan, rompecorazones?
Máximo detuvo sus pasos y miró fijamente al pequeño.
—¿Yo? Es a ti a quien miran, las tienes embobadas con ese porte de muñeco de torta. Ja, ja, ja.
—Claro que no. Siempre vengo y nunca me habían visto. Creo que les gusta tu cara de Rambo albino. Ja, ja, ja.
—Ja, ja, ja ¿Rambo albino? Pero, eso no tiene sentido.
El pequeño se cubrió la boca con la mano y levantó los hombros.
—No me importa, pero te reíste.
—¿Así?, ¿te gusta burlarte de mí? Ahora te ordenó contarme algunos chistes —le dijo Máximo y corrió hacia el pequeño, para levantarlo en sus brazos y llevarlo a su espalda.
El pequeño se aferró con sus manos al cuello de Máximo y le rodeó la cintura con sus piernas.
Máximo Jr. se dejó cargar y solo le hablaba a Máximo al oído.
Máximo solo reía de los chistes malos de su pequeño soldado.
Ellos llegaron a la salida y Máximo Jr. se sorprendió al ver un Jeep militar parado en la entrada.
Entonces vio a un hombre vestido de militar que se paró firme al ver a Máximo caminar hacia él.
El soldado, no podía creer lo que veían sus ojos. Él tenía dos años trabajando con su coronel y jamás se imaginó que tuviera un hijo y menos que fuera su mini clon.
—Descanse.
El hombre relajó su cuerpo y fijó su mirada en el pequeño, pero Máximo ya había leído el rostro de su subalterno y él no negaría al pequeño delante de nadie. Además, ser el padre sustituto de este pequeño era una maravillosa experiencia. Entonces que el mundo diga lo que quiera.
—¿Dónde iremos a comer mi Coronel? —le preguntó Máximo Jr. y Máximo entendió que el pequeño tenía hambre, eran más de las dos de la tarde y su travesía había comenzado en la mañana.
—No lo sé. ¿Alguna idea? —le preguntó Máximo y el pequeño se rascó la nuca y el soldado no pudo evitar comparar cada gesto de los dos hombres que estaban sentados en el puesto de atrás, mientras él conducía.
—¿Te alcanza para comprar dos pastichos?, si no, podemos comprar uno para los dos.
Máximo no pudo evitar sentirse conmovido por la inocencia de este pequeño travieso.
—¿Te gusta el pasticho? —le preguntó y el pequeño abrió los ojos y relamió sus labios, mientras asentía con la cabeza.
—Me encanta, pero el mejor pasticho lo prepara mi mami. Pero como se gasta mucho, prefiere comprar uno para los dos. Pero solo, una vez al mes. Cuando mi abuelo deposita.
Máximo se sintió triste, no era posible que ellos tuviesen tanto y que este pequeño y su madre tuviesen tan poco.
Definitivamente, este niño será su hijo, por lo menos, de corazón.