La Gavia una emblemática hacienda llena de historia cerca de la capital del país, la cual solo puede ser heredada por un Sámano. A veces pensamos que es solo casualidad que sucedan los mismos infortunios para el heredero, terminando solo y consagrado a favor de mantenerla en pie. Es la segunda parte de La gavia, aquí conoceremos el destino de Matías Sámano. Sobre todo las decisiones y el cambio de Cecilia. También la traición y el engaño de parte del esposo de Cecilia, creando una enemistad con otra familia importante de la comunidad. En la guerra y el amor todo es posible, es ahí donde nace el amor entre Matías y Paulina. Sin saber el porqué de la rivalidad entre sus familias. Poco a poco quedará al descubierto la causa del conflicto entre ellos.
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Capítulo 9
Alejandro se estaba preparando para su cumpleaños, decidió ir al pueblo a buscar una chamarra nueva de piel para ese día. Su madre había trabajado incansablemente para dar una gran celebración en su honor. Él recorría las tiendas donde los lugareños creaban las chamarras y botas de piel, compró varias cosas. Después de todo se quedaría definitivamente a vivir en su hogar, necesitaba usar ropa adecuada.
Se sorprendió al ver que había cambiado mucho todo en la plaza principal, ahora se veía más pintoresco, salió de la tienda y fue a recorrer todo al rededor. Caminaba y saludaba a las personas que lo conocían. De pronto ahí estaba ella, la mujer que había visto cuando regresaban a su hogar, él no podía apartar sus ojos de ella.
De pronto pudo observar que una señora la detuvo para reclamarle, poco a poco fue testigo como un grupo de mujeres también se acercaban para la misma causa.
—Deberían largarse de aquí! Controla a tu hermana!.—gritaban las mujeres mientras notaba Alejandro que iban atacarla
Natalia quería alejarse de todas, pero no observó que tenía el final de la banqueta frente a ella, así que fue inevitable caerse. Alejandro sin dudarlo se acercó para ayudarla, ahuyentando a las mujeres enardecidas.
—Permítame ayudarla.—dijo Alejandro mientras le extendía la mano para ayudarla, ella aceptó mientras no podía dejar de llorar.
—Gracias.—respondió Natalia mientras intentaba ponerse de pie, pero se había lastimado el tobillo.
Alejandro no dudó en juntar sus pertenencias, y cargarla para llevarla al doctor.
—No es necesario puedo andar.—respondió Natalia
—Eso no es verdad, no voy a permitir que te lastimes más. Me llamo Alejandro.—se presentaba
—Soy Natalia Juárez muchas gracias.—respondió
Alejandro la cargo hasta la camioneta, la llevó a la clínica. El médico que la revisó les informó que era un esguince y en unos días con suficiente reposo estaría bien. Después Alejandro la llevó hasta su casa, al llegar Paulina abrió la puerta mientras Alejandro la cargaba para dejarla en el sillón
—Lo siento no salude solo entre, me llamo Alejandro, Natalia tuvo un accidente. Necesita mucho reposo.—
—Soy Paulina, gracias nosotros la cuidaremos.—Alejandro le sonrió
—Natalia recupérate por favor, espero me permitas visitarte en estos días.— decía Alejandro mientras no dejaba de observarla sus ojos lo tenían encantado.
—Claro que sí, esta es tu casa. Eres muy amable, antes de que te vayas permítenos pagarte los gastos médicos.—respondió
—No es necesario, fue un placer ayudarte. Hasta luego.—respondió mientras la miraba por última vez y salía de aquella casa
Paulina lo acompañó a la puerta, Sofía observaba a su tía con una sonrisa.
—¿qué?—
—Es muy guapo el chico que te trajo, no crees.—
—Si lo es, pero me ayudó porque es un caballero. Fue respetuoso todo el tiempo, así que no te imagines cosas. Mejor ayúdame a verificar que se rescató de la bolsa con los víveres que había comprado para la comida.—
—Yo me encargo de eso tía.—respondió Paulina
Natalia se sentía extraña, sin embargo Alejandro era un hombre noble aunque también era muy joven, pero ella siempre estaría agradecida con la ayuda que él le brindó. En todo el camino Alejandro sonreía, sin duda era toda una mujer. Natalia se veía joven para la edad que le había dicho al médico. Pero eso no lo detendría para verla de nuevo, minutos más tarde llegó a su casa y entró para subir a su recámara, hoy era el cumpleaños de Chantal la amiga de Matías, y mañana sería su fiesta.
—¿Dónde andabas hijo?—
—Mamá pensé que no estabas, fui a comprar una chamarra y unas botas para la fiesta de mi cumpleaños.—
—No te parece que te tardaste demasiado, Matías ya está poniéndose guapo para la fiesta de la hermosa Chantal. Así que ve a vestirte adecuadamente para que se vayan.—
—¿Gabriel va a ir?—
—No, tu hermano se fue con tu padre y Mariana a la capital. Regresan mañana, anda ve a prepararte. Avísale a Matías para que te espere.—
—Si mamá.—respondió y se acercó a darle un beso
—Te amo hijo.—expresaba
—También yo mamá, ahora me retiro.—
Cecilia lo notaba distraído y con cierto brillo en la mirada, sin duda su hijo buscaba una novia o tal vez ya tenía una en la mira. Matías se colocaba el reloj mientras Alejandro entró a pedirle ayuda con su corbata
—Pero qué atractivo hermano, sin duda esta noche consigues una novia.—
—Exagerado, listo para ver de nuevo a tu casi algo.—
—Si, no fue mi caso algo, créeme lo que fue, no será. No lo dudes también quiero encontrar una mujer para casarme, que sea inteligente, fuerte y trabajadora. A la vez que sea dulce, cariñosa y que me ame por lo que soy. No por lo que tengo, Chantal quiere una vida cómoda ya que es parte de su superficialidad. Yo no podría vivir con una mujer así, para eso me hubiera casado con Nuria.—respondió Matias mientras terminaba de hacerle la corbata a su hermano
Alejandro estaba tentado a compartir con su hermano
el flechazo que sintió al volver a ver a Natalia. Ahora sabía su nombre y así pudo sentir que tenía la oportunidad de conocerla. Pero a la vez Matías veía distraído a su hermano, ya no había duda se trataba de una mujer.
Más tarde llegaron a la fiesta de Chantal, ella al ver a Matías no pudo evitar ir de inmediato a abrazarlo y darle un beso. Se había vuelto más guapo que cuando habían sido novios según ella.
—No sabes cuánto te extrañe.—expresó mientras no dejaba de abrazarlo
—Gracias, te ves muy bien.—respondió colocando cierta barrera entre ellos
Chantal estaba decidida a que Matías le correspondiera, ya una vez tuvo la oportunidad y sabía que esta vez no sería la excepción.
Matías se sentía tan fuera de lugar, su hermano lo pudo notar. Sin que se percataran Matías salió a tomar aire fresco, caminaba alrededor de la hacienda de los Villaseñor observando todo pero no había duda no era tan maravillosa como la gavia, le atormentaba saber si podría con la responsabilidad al igual que su madre de mantenerla en pie.
Sin esperarlo llegó a la puerta de servicio, notó a una joven que llamaba a la puerta para entregar unas cajas a pesar de que estaba oscureciendo, pudo contemplar su belleza. Ella le sonrió.
—Lo siento muchacha la señora dice que te lleves tu pedido, que ya no te van a comprar.—decía la encargada en la casa de los Villaseñor
—Pero porque no me avisó antes, ahora que voy hacer con toda la mercancía.—decía Paulina preocupada
—De verdad Paulina lo siento.—en ese momento Irma la madre de Chantal salió para dejarle en claro que no querían nada
—Es verdad ya no haré negocios contigo, eso puedes agradecerlo a la prostituta de tu madre. Dile a esa ramera que se aleje de mi esposo, no dudo que ustedes también estén heredando sus malas costumbres. Lárgate antes de que pida que te saquen.—decía furiosa
—No le permito que me ofenda, y menos a mi familia. Nosotras solo trabajamos para salir adelante.—respondió Paulina molesta apunto de llorar.
—No es necesario que la ofenda, y si debería haberle prevenido que ya no le compraría. Mira ve a esta dirección que te voy anotar y dile que vas de mi parte soy Matías Sámano, él comprará toda tu mercancía. Créeme.—decía Matías mientras lo enviaba con el hermano de que por años fue su nana, él tenía un supermercado, sabía que no le negaría la ayuda.
—De verdad, muchas gracias. Paulina se emocionó.—era la primera vez que recibía ayuda de los Sámano, tal vez aquel apuesto hombre no sabía que ella era una Rivera y que era su enemiga como lo decía su madre.