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El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

Status: En proceso
Genre:La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Apoyo mutuo / Amor eterno / Demonios / Reencarnación
Popularitas:801
Nilai: 5
nombre de autor: Xueniao

Tras haber ganado la guerra entre los tres reinos y revivido al loto blanco, Liú Huó, rey del inframundo , se verá envuelto en una nueva travesía lleno de obstáculos en sus camino.

Nuevos enanemigos amenazara la paz de la corona en busca de venganza y poder. Pero esta ves será la prueba del Loto Blanco, quien tendrá que tomar el poder que por sangre siempre le correspondió y, poner fin a las calamidades de atormentan la tranquilidad y el equilibrio entre los imperios.

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Una nueva alianza. 2/2

Imperio Heiyu.

Miré sorpresivamente a la persona frente a mí. Dentro de todo aquel salón lleno de seres, mi vista se fijó en los ojos de aquel hombre que se paró imponente frente a Liu Huó y a mí. Por un segundo sentí mi cuerpo temblar ante la idea de tomar un lugar que no sentía correcto, pero la calidez y la fuerza de las manos que sostenían mi cintura me daban todo el valor que necesitaba para mantener mi mirada fija y mi frente en alto junto a la respuesta que todos esperaban escuchar. —Alteza, los cielos necesitan que tome su lugar, un lugar que solo le corresponde a usted.

Respiré profundamente ante el término del discurso del canciller Hùe Lián. Miré a Liu Huó y él solo sonrió cálidamente, como si cualquier decisión que tomara estuviera bien. Volví la mirada al frente, descifrando la mirada de cada uno de los presentes. Por más que no lo sintiera como ellos decían, sabía que, si quería ayudar a Liu Huó, era indispensable obtener el poder suficiente para que nadie se atreviese a cuestionarnos, y la única forma era tomando el trono y siendo nombrado Emperador Jade. —Yo... yo aun no entiendo muchas cosas y no creo estar preparado para dirigir un imperio, mucho menos ser una figura tan importante...

La mirada de muchos se llenó de decepción. Uno de los hombres se levantó rápidamente de su asiento y caminó, parándose al lado del canciller celestial y, con una mirada sombría, habló. —Alteza, siento mi impertinencia, pero todos aquí sacrificamos mucho par...

Sabía lo que diría, entendía su punto, por esa misma razón no pude dejarle terminar. Además, las manos rígidas de Liu Huó en mi cintura eran un claro indicio de lo que sucedería si dejaba que terminara su oración. —¡Pero aun así!...

Miré fijamente al hombre frente a mí, que molesto quedó en silencio al escucharme alzar la voz. —Aun así, estoy dispuesto a hacer lo necesario para ayudar.

Sentí las manos de Liu Huó relajarse por unos segundos, y luego un suave temblor se hizo presente en ellas. Sabía que estaba pensando, sabía que, si fuera por él, jamás estaría en una situación que pusiera en riesgo mi vida. Pero después de mil años en un limbo, después de fallar como heredero de mi reino y como hijo de mis padres, hoy no puedo tener el atrevimiento de fallarle a la única persona que cruzó el infierno por mí.

Puse mis manos sobre las suyas, acariciando suavemente con mis dedos en un acto para calmar cualquier angustia que intentara atormentarle. Miré seriamente a todos a mi alrededor y sobre todo al canciller celestial. —Espero que por favor me instruya arduamente durante un periodo para poder dar lo mejor de mí el día que tenga que presentarme frente a los dioses en el imperio celestial. Canciller Hùe, estoy en sus manos.

El canciller Hùe Lián sonrió levemente e hizo una marcada reverencia antes de hablar con propiedad. —Este servidor dará su mejor esfuerzo para no decepcionarle, Alteza.

El hombre al lado del canciller me miró sombríamente por unos segundos antes de volver en silencio a su asiento. Nadie más en la sala dijo alguna palabra durante los siguientes segundos. Fue Liu Huó quien rompió el silencio, ordenando a todos dirigirse a sus respectivos deberes. Claro que no sin antes de formalizar un tratado de alianza. Pues era de esperar que él no confiara al cien por ciento en el canciller celestial, mucho menos después de la gran guerra que había terminado hace recién dos años. —Canciller, dado que se encargará de su alteza durante un tiempo, me gustaría saber cuál será su excusa para su ausencia en el plano celestial. No queremos que las cosas se adelanten y mucho menos que se vuelvan aún más en nuestra contra.

El canciller miró seriamente a Liu Huó y habló con tranquilidad. —Rey Liu, entiendo completamente sus dudas y estoy totalmente de acuerdo con cooperar en todo lo necesario para que esta alianza sea llevada de la mejor manera y convenga a ambos reinos. Por lo tanto, pido a su favor que me tenga confianza. Aún soy un oficial celestial y jamás osaría traicionar a mi imperio. Solo busco lo mejor para ambos, y lo mejor es que el verdadero Emperador se siente en el trono.

Vi por el rabillo cómo Liu Huó elevaba las comisuras de sus labios en una casi imperceptible sonrisa y asentía ante las palabras del canciller Hùe. Cargó nuevamente su mentón en mi hombro y habló con calma. —Claro, no osaría meterme en los asuntos del plano celestial, canciller. Pero todo lo que incluya a su alteza Xuě Tiān es totalmente de mi interés, y si su motivo es llevar este tratado en paz, le recomiendo no ocultarme ninguna información que lo incluya.

El canciller le miró seriamente y asintió, formando una sonrisa algo retadora en sus labios. —Claro, intentaré por todos los medios no omitir ninguna clase de información, para que su majestad infernal no tenga de qué preocuparse. Ahora, si me permite, necesito volver a los cielos cuanto antes para evitar cualquier tipo de malentendido. Aún no podemos dejar que nadie fuera de esta reunión sepa de la unión.

Liu Huó asintió y alzó una mano, lanzando un pequeño pétalo hacia el canciller. —Con esto podrá entrar y salir del imperio celestial sin necesidad de abrir una matriz y sin necesidad de ser notado por nadie. Claro que yo sabré cada vez que entre a DíYú, incluso si entra a los límites con Baiyú.

El canciller miró fijamente el pequeño pétalo de jade en sus manos y asintió con la cabeza en señal de agradecimiento y comprensión. —Bien, me pondré en contacto apenas logre obtener información sobre Dewey y su grupo de guerra. Mientras tanto...

El canciller me miró fijamente. —Estaré viniendo los próximos días a ver a su alteza para ponerle al día sobre su origen. Mientras tanto, espero que su majestad infernal pueda orientar a su alteza ante el importante papel que desempeñará de ahora en más y así mismo darle el entrenamiento adecuado en tácticas de batalla y artes marciales.

Miré a Liu Huó, que estaba seriamente en silencio. Este no despegó la mirada del canciller y solo bufó, masajeando su sien con una mano cuando este terminó de hablar. Reí por lo bajo ante su actitud infantil y asentí levemente al canciller en señal de que así sería. Este solo asintió, mirando contrariado la situación, y abandonó la sala en silencio. —¡A-Huó!

Él me miró sin quitar su mano de la cara, solo abriendo sus dedos y despejando un ojo. Sonrió y afianzó el agarre de mi cintura, pegándome a él. —Por favor, no me digas nada ahora. Ya es bastante difícil dejarte ser partícipe en esto...

Sonreí levemente y me di vuelta, rodeando su cintura con mis piernas. Agarré su cabeza con mis manos, apoyándola contra mi pecho y acariciando con suavidad sus cabellos. —Estaré bien. Después de todo... nací siendo un heredero al trono cuando fui mortal. Toda mi vida fue preparada para gobernar, incluso cuando se me preparaba para morir a temprana edad.

Sentí cómo sus manos apretaban con fuerza mi cintura y su cabeza se refregaba en mi pecho en busca de más contacto. —No digas eso. Bórralo de tu memoria, nunca más. No dejaré que nadie ponga un dedo en ti nunca más...

Sonreí y me mantuve acariciando su cabeza hasta que lentamente sentí cómo su cuerpo se iba relajando. —Deberías ir con Tae gongzu para ver los avances de la medicina. Estaba ansioso por hablar contigo...

A-Huó levantó la cabeza, mirándome, y besó con suavidad mi frente, negando infantilmente. —Solo un poco más, déjame tenerte así... solo un poco más.

—Mm, está bien. Luego iremos juntos con él.

A-Huó volvió a esconder su cabeza entre mi cuello, dejando pequeños besos traviesos. Reposó su cabeza en mi hombro y acarició lentamente su mejilla entre la tranquilidad y el silencio dentro del salón. —Solo un poco más y todo terminará. Me aseguraré de que nadie pueda lastimarte nunca, Xuě Tiān. Solo espera un poco más y confía en mí. Te haré el ser más grande de cada plano existente, el único merecedor del trono de jade...

Lo miré sin alejarlo de mi hombro y no pude evitar sonreír con sus palabras. Apoyé mi cabeza sobre la suya y dejé un pequeño beso en su frente. —Está bien, sé que lo harás. Pero a mí... solo me importa ser amado por ti, Huó-er...

Una gruesa risa resonó entre las paredes del gran salón. A-Huó besó mi hombro y me miró llevando una de sus manos a mi mejilla y luego guiándola a mi nuca para acercarme a sus labios y besarme con lentitud y ternura. Mis ojos se cerraron en un acto natural, y mis brazos se enroscaron en el cuello de este, haciendo del beso uno más profundo, pero igual de desbordante en amor y ternura, porque cada vez que Liu Huó me besaba, sentía que podía abrazar su alma.

Le miré fijamente luego de recuperar la respiración, su fina sonrisa y sus ojos llenos de sentimientos agitaban mi corazón de una forma inexplicable. Sonreí, tomé su mano llevándola a mi mejilla y cerré los ojos, transmitiéndole la paz que él implantaba en mí. —Contigo a mi lado, nada puede ir mal, Huó-er. Contigo a mi lado... Nada me asusta.

A-Huó me miró fijamente a los ojos y volvió a mí, dejando un pequeño beso en mis labios como respuesta. No hacían falta palabras después de ver sus ojos. Liu Huó era un espejo tan claro como el agua; cuando miraba sus ojos, siempre podía ver la respuesta a mis dudas, incluso a esas dudas que no podía pronunciar en voz alta. —Vamos, A-Huó, tienes que ver a Tae gongzu y yo tengo que prepararme para lo que sea que me toque hacer mañana...

Liu Huó posó nuevamente sus manos en mi cintura, agarrándome desprevenido. Antes de que siquiera pudiera intentar levantarme, me sostuvo entre sus brazos, bajó sus manos hasta por debajo de mis glúteos y me levantó aún más sobre él. Me miró fijamente, sonriendo, y besó mi mejilla. —Bien, vamos. De esta forma, siento más ganas de ir a donde sea...

Reí sonoramente mientras me aferraba a su cuello. En una maniobra que no logré fijar, ya me había cambiado de posición, sosteniendo mis piernas con una mano y mi espalda con la otra. —Su alteza está tan roja que pareciese que llevase un velo nupcial.

A-Huó rio sonoramente, mientras yo simplemente quedé estupefacto ante sus palabras. Sonreí y besé su mejilla con ternura mientras susurraba en su oído muy suavemente. —Cuando todo esto termine, tal vez así sea... Cielo y tierra siendo uno, el equilibrio perfecto del Tao...

A-Huó no dijo nada. Simplemente afianzó el agarre con fuerza y asintió con la cabeza, formando una sonrisa en sus labios.

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