Ofelia no ha tenido suerte en esta vida desde su llegada. A su corta vida no ha sabido más que de sin sabores.
Luego de años de abuso y violencia, encuentra una segunda oportunidad en el amor, de la persona que menos hubiera imaginado.
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capitulo 2
Cómo te llamas niña?- me preguntó la señora.
- Ofelia, señora- respondí tímidamente sin querer hacer mucho contacto visual.
- Pues bienvenida Ofelia, soy Mary, la ama de llaves. Manejo todo lo que tiene que ver con el funcionamiento de la casa y el personal. Este es tu uniforme, ya has visto la casa, te diré cuáles son tus tareas asignadas y manos a la obra.
El uniforme me quedaba gigante, dado que era para una persona grande y yo solo tenía 10 años en aquel momento, a los dos días Mary me consiguió uno a medida para mí, y realmente por los siguientes 6 años, esa fue la única ropa que tuve.
Mis tareas asignadas en ese entonces fueron sencillas: recoger la vasija que quedaba dando vueltas en la casa por la noche, acomodar los alimentos en la despensa, ayudar en el huerto, limpiar la lavandería luego de que se terminara el horario de su uso, tender toda la ropa que iba en la fila de cordeles en el jardín detrás de mi habitación.
Con el correr del tiempo que fui creciendo y aprendiendo, empecé a hacer otras cosas, como cocinar o incluso hacer la comida casera desde cero. Muchas veces se almorzaron los domingos pastas hechas por mí y nadie más.
Aún recuerdo la primer noche en esa casa, estaba juntando toda la vajilla que quedó dando vueltas, mayormente vasos y tazas de te o café, era un lugar bastante concurrido, siempre había mucha gente ya sea por visita o reuniones de negocios, entonces no era una tarea menor, ya que se recogía realmente mucha vajilla. Esa noche estaba por el pasillo, venía de la biblioteca, pasaba por el despacho del señor de la casa, mi padre, tome dos pocillos con sus respectivos platos que había sobre el escritorio y salí, al cerrar la puerta un puño cerrado me dio derecho en el lado izquierdo de la cara, lo que me hizo caer al piso y golpear contra un mueble que estaba ahí en el lugar. Al dirigir mi vista hacia arriba veo que estaba el señor allí mismo, mirándome con odio.
- Que demonios hacías es mi despacho? Por qué entraste? Que estabas haciendo allí? responde pedazo de mierda.
- Solo fui a recoger la vajilla señor, se lo juro, solo eso.- respondí con miedo y al mínimo movimiento de él me tape la cara, para notar en ese movimiento que me sangraba la nariz.
Él ni se inmutó y simplemente se dirigió a su despacho a revisar que no haya tomado nada, al salir me tomo del pelo y me dijo que tenía prohibido el ingreso a no ser que él me llamara o diera permiso, y así como apareció se fue, y yo me dirigí a la cocina con la cara roja y chorreando sangre, esperando que todos estén durmiendo, me daba vergüenza que alguien me vea así.
Ese solo fue uno de los tantos golpes que recibí luego. Con el correr del tiempo fui recabando información, como se llamaba, a qué se dedicaba. Su nombre era Vicenzo Leggio, claramente era italiano, por lo que escuche se dedicaba a la venta de caballos y algún negocio con autos, o algo así. Para mi sorpresa él tenía hijos y una esposa. Su esposa era muy linda, era de una piel muy blanca y unos lindos ojos azul cielo, de pelo negro. Jamás me dirigió la palabra más que para hacerme saber lo mucho que mi presencia la irritaba. Sus hijos eran dos, un niño y una niña, eran más chicos que yo, ella tenía 3 y él 5. No es que fuera el padre del año, pero no los trataba mal, así que claramente el problema de paternidad era solo conmigo.
Con el pasar de los años, y siendo que mi presencia era casi invisible, empecé a ser yo la encargada de llevar el café a sus reuniones, es allí donde me termine de dar cuenta que él no solo se dedicaba a los negocios que pensé, sino que también estaba asociado o formaba parte de la mafia. Aún seguía sin entender por qué me había buscado, ya que mi presencia claramente lo molestaba.
El maltrato y el abuso físico, se hicieron mis compañeros el resto de los 6 años. Nadie me hablaba más de lo necesario, no es que fueran malos conmigo, solo no querían problemas y lo entendía.
La casa era enorme, así que siempre intentaba estar en los lugares más alejados a él o a su señora, ella no me había pegado jamás, pero tampoco quería aventurarme a que quiera empezar a hacerlo. Él sin embargo aprovechaba cada oportunidad, y no es que pegaba despacio, realmente pegaba con odio y furia, me pegaba como si estuviera golpeando a alguien de su mismo tamaño, más de una vez me desmaye por los golpes, tuve contusiones, quebraduras, quemaduras, moretones.
No es que simplemente me quedé de brazos cruzados recibiendo los golpes, una vez quise irme, intenté escapar y fue la peor idea que tuve.
Él me siguió, yo corría por el campo sin saber exacto a qué dirección, solo quería alejarme de la casa y luego vería. El ruido del pasto y las ramas rompiéndose detrás mío, fue lo que me avisó que me seguían, para mi gran susto era él. Me grito que me detenga, no lo hice, y luego sentí el disparo, me disparó en la pierna. No era una bala, era un perdigón, sin embargo logro lastimarme, y caí. Él se acercó y me tomo de los pelos arrastrándome al tronco de un árbol que estaba ahí tirado, y cuando estuve cerca puso una de mis manos encima y me golpeó con la culata de la escopeta. El dolor fue insoportable, me destrozó la mano, podía ver el hueso salir, no conforme con eso siguió golpeándome, me propinó varios golpes en la cara a la vez que me insultaba y amenazaba por haber intentado escapar. Lo que recuerdo después fue haber estado encerrada en lo que parecía un sótano, o cuarto o no sé, solo sé que era oscuro, no había ventana, no sabía cuando era de día y cuando de noche, y él solo venía cada dos o tres días a dejarme un plato de comida y un poco de agua, la pase tan mal que luego de eso la idea de abandonar ese lugar simplemente se borró.
El que me preocupa es el profesor Tiziano, creo que no me quedan dudas de que el es el cómplice y espía de Graviano dentro de la casa