Endeudada y sin dinero, engañada y traicionada, manipulada y desechada...yo solo quería que todo acabara, y si de verdad existía un infierno, pedirle a Dios el poder ver de nuevo, al único hombre que he amado realmente. Sin embargo, jamás pensé que mi alma sería arrebatada por una maquiavélica IA, quien con ayuda de un sistema, me obligará a entrar a la historia de terror, que yo misma escribí, con un único objetivo: convertirme en la esposa principal del villano y ayudarlo a traer el fin del mundo. ¿Será posible sobrevivir a mi propia creación?
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CAPÍTULO 1
"...yo solo quería amar y ser amada..."
El ruido de los grillos estaba en su máximo esplendor. El calor era igual de fuerte que en pleno medio día, aunque el reloj marcara la 1 de la mañana.
Sin embargo, para aquella chica de contextura gruesa y piel pálida, absorta en el mundo de su imaginación, eso no era un impedimento para seguir escribiendo en su computador.
..."LA ESCRITORA FRACASADA"...
Escribió en el primer capítulo, a modo de título, antes de darle clic en publicar. Aquel, según ella, sería quizá su único intento de hacer algo antes de poner fin a todo.
—Listo—susurró antes de enviar—ahora si, es el fin.
Sintiendo un escalofrío, producido por el frío que empezaba a luchar y ganarle al calor, hasta ese momento agobiante, algo normal para estar en pleno invierno, apagó el computador.
Levantándose con pesadez, tomando un poco del agua que aún estaba fresca en su botella, procedió a ingresar a su habitación.
Le daba igual todo, incluso las pequeñas cucarachas que danzaban en el sucio piso de su apartamento. Llevaba más de un mes sin hacer el aseo, producto de la tristeza y depresión que atormentaba su alma y había aumentado tras la reciente muerte de su abuelo.
—¿Podré al menos verlo, una última vez?—preguntó en un susurro.
Encerrándose en su habitación, encendió a todo dar su aire acondicionado y se acostó en su cama, con el corazón pesado.
Derramando varias lágrimas amargas, sabiendo que lo que estaba a punto de hacer era un pecado, al menos esperaba que, si al final Dios la llevaba al infierno, le permitiera por última vez, ver al hombre que más amo en su patética vida.
—Abuelo—susurró con dolor.
Tomando con su mano derecha un cuchillo de cocina, se hizo dos cortes verticales en ambas muñecas, provocando que su corazón se acelerara ante la pérdida de sangre.
El ardor de las cortadas y la sensación de la sangre correr por sus muñecas, hizo que todo poco a poco comenzará a oscurecerse y su corazón dejara de latir sin marcha atrás.
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Sintiendo como su cuerpo se hundía en lo más hondo de una piscina, y cómo su garganta ardía ni peor que lo había hecho su quemadura más fuerte en su vida, pudo finalmente tocar el fondo.
Abriendo sus ojos con brusquedad, tomó una bocanada grande de aire, antes de levantarse de golpe.
—¿Dónde... dónde estoy?—preguntó nerviosa a más no poder.
No entendía dónde estaba, no sabía la razón por la que su corazón latía tan rápido o porque estaba en aquel lugar tan oscuro, frío y desolado.
"¿Es esto el infierno?", pensó sintiendo un fuerte malestar en el pecho.
Observando con el seño fruncido como a lo lejos se podía vislumbrar lo que parecía ser una puerta plateada, lo único que desprendía a luz en ese lugar, procedió a caminar hasta ella.
—¿Hay alguien aquí?—preguntó ingresando a la extraña habitación.
La luz la encegueció un poco, causándole un leve dolor de cabeza, que finalmente desapareció cuando sus ojos acostumbraron al resplandor.
Sin palabras, observó que se encontraba en una singular biblioteca, con un techo de cristal. La luz del sol hacía que fácilmente se confundiera con un invernadero.
Las plantas y los árboles que decoraban las estanterías, le daban a los libros una apariencia de fantasía. Cada paso que daba, podía notar que había vegetación en cada rincón de la biblioteca.
—¡Qué genial!—la voz de una niña hizo que se detuviera.
Agudizando su vista, se dio cuenta que, sentada en un enorme escritorio de roble, se encontraba lo que creía era una niña. No fue sino hasta que la niña se levantó y caminó hasta ella, dando pequeños saltitos, que pudo ver mejor quién era.
—¿Tuny?—preguntó desconcertada.
La niña era similar al logo de la aplicación móvil que ella solía usar para que los lectores pudieran leer sus novelas. Era increíble el parecido físico que tenía con aquel dibujo, el cabello azul agarrado en dos coletas en ambos lados, poseia gafas enormes y circulares, y pecas en su rostro.
—¡Acertaste! ¡Soy yo!— sonrió mientras aplaudía—eres el primer usuario que me reconoce apenas ingresa al Limbo. Creo que he encontrado a la escritora adecuada para mi próxima novela.
De inmediato negó con la cabeza, era imposible que aquella niña fuera real. Aquello seguro era un mal sueño.
—¡Oh, querida!— dijo Tuny — yo soy real, tanto como el hecho de que tu alma está en el Limbo.
Sin explicar nada más, agarrándola con delicadeza, Tuny ayudó a que la chica se sentara frente al escritorio, antes de ella sentarse en su silla.
—¡A ver!—expresó con curiosidad—¿Cómo era tu nombre real?
Tuny extendió sus manos haciendo que una extraña pantalla flotante apareciera en medio de ambas. Sin entender cómo podía estar flotando sin algún mecanismo que se estuviera apoyando, y sin ver bien lo que se mostraba, solo pudo notar cuando apareció su nombre.
—¡Lo encontré!—expresó chasqueando los dedos—eres la usuaria número 39,475 que usa mi aplicación, según el sistema eres Yelena Romanov. ¡Ahora entiendo la razón por la que me dieron tu alma!
—¿Te dieron mi alma?—cuestionó confundida a más no poder—¿Acaso eres Dios?
—¡Oh, no! si lo fuera ya te hubiera mandado al infierno por la tontería que hiciste—dijo mientras habría un archivo—de hecho justo estaba leyendo tu última publicación, sí que fuiste una verdadera tonta.
—¿Disculpa?—ahora se sentía ofendida—¿quién eres para juzgarme? ¿Acaso me conoces?
—Si, eres una escritora fracasada que se dejó manipular por quién creía que era su novio, la cuál quedó sin dinero y endeudada—continuo después de ignorar su pregunta—deprimida y sin trabajo, intentaste luchar pese a que la vida le dio otro golpe con la muerte de su querido abuelo. Son muy pocos escritores los que pueden reflejar de manera exacta su realidad en un libro, el primer capítulo que publicaste antes de decidir quitarte la vida le estaba yendo bastante bien, tenías casi mil lecturas en menos de 8 horas.
Que todo ese dolor, traumas, sufrimiento, arrepentimiento y remordimiento que tiene lo vuelva en coraje, valentía y poder de hacer lo que tenga que hacer para estar bien