Oliver es un joven aventurero que quiere recuperar el alma de su hermana mayor, pero el mundo le recarcará lo difícil que será su deseo para alguien como él. ¿Podrá cumplir con su cometido? Acompáñalo junto a su grupo de compañeros: Evelyn, Richard, Ginna y Victoria, quienes a pesar de tener distintos motivos, comparten un mismo destino, el continente oscuro. Para ello, deberán unirse a la Unión de Asalto antes de su excursión hacia el continente oscuro.
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Solo eso
Un joven de cabello corto y blanco caminaba por un sendero en medio de un bosque. Llevaba un suéter de manga larga azul oscuro, y sobre su espalda colgaba una espada en cuyo mango se podían ver talladas unas calaveras. Miraba a ambos lados del camino, como si buscara algo.
De repente, sus ojos se iluminaron al encontrar lo que buscaba.
—Esto realmente podría gustarle a Emma —murmuró para sí mismo.
El joven se arrodilló junto a un tronco cubierto de flores. Con delicadeza, recogió una de las flores, procediendo a guardarla.
—¡Tomando misiones por cuenta propia, eh? —una voz resonó a su espalda.
—Esa voz... ¿Richard? Además, no estaba en una misio—balbuceó, sorprendido.
Una espada pasó rápido por encima de su cabeza. Instintivamente, puso una mano en el suelo para recuperar el equilibrio.
—¡Óyeme! ¿Qué te pasa? —dijo, un poco alterado, girándose hacia quien lo había atacado.
—Siempre debes mantenerte alerta, Oliver —le respondió un joven de cabello negro. Llevaba una armadura pesada pero poco abundante, y cargaba un gran escudo y una enorme espada.
—Sí, sí, lo sé, Richard —contestó Oliver, todavía un poco nervioso.
Frente a él, Richard bajó su espada.
—¿Qué hacías si no estabas en una misión? —preguntó con curiosidad.
—Estaba buscando esto —Oliver sacó de una pequeña mochila en su pierna derecha una flor blanca con puntos rosados en su interior.
—Para Emma, ¿eh? —dijo Richard con una sonrisa —. Por cierto, estamos pensando en venir al bosque para completar una de las misiones del gremio. ¿Vienes con nosotros?
—Claro, solo voy a entregarle esto a Emma y los alcanzo —respondió Oliver con una sonrisa.
—Está bien, te esperamos en la entrada —dijo Richard, dándole una palmada en el hombro antes de marcharse.
Oliver se detuvo frente a una casa un poco antigua pero grande, y al abrir la puerta se encontró con una gran sala. Un horno dominaba una de las paredes, rodeado de ollas y jarras con cucharas colgadas a su lado. En el centro de la sala había una sola mesa con dos sillas. Oliver avanzó y giró hacia un costado, notando un pasillo con dos puertas: una al inicio y la otra al final.
Se dirigió a la primera y la abrió cuidadosamente. Al entrar, un cuarto medio vacío reveló una cama sobre la cual un gran círculo mágico cubría a una joven. Apenas se podía ver su rostro debido a las densas cantidades de maná que emanaban del círculo. Oliver sonrió y dijo en voz baja:
—Buenos días, hermana.
Se acercó a la mesa junto a la cama y colocó una flor en un pequeño jarrón con agua que ya estaba allí. Luego, se levantó y miró nuevamente la cama antes de salir del cuarto, cerrando la puerta detrás de él.
Al salir de la casa, Oliver cerró la puerta con delicadeza y miró hacia abajo, claramente angustiado. Se quedó mirando al suelo, perdido en sus pensamientos y sin saber realmente qué hacer.
De repente, sintió un golpe en la frente que lo obligó a levantar la mirada. Una chica de cabello corto, vestida con una armadura completa y una falda, estaba frente a él.
—¿Evelyn? —preguntó, sorprendido.
—Así es, esa soy yo —respondió ella con una sonrisa mientras se inclinaba un poco hacia él.
—¿Qué haces aquí? ¿No nos íbamos a encontrar en la entrada del bosque? —preguntó Oliver, claramente desconcertado al verla allí.
—Sí, pero te estabas demorando mucho, así que vine a echar un vistazo —respondió Evelyn con una pequeña sonrisa.
—Ya veo. Entonces, andando —contestó Oliver
Ambos caminaban por las calles empedradas de Anbelor.
—Por cierto, ¿qué misión aceptaron hoy? —preguntó Oliver, con curiosidad.
—Estamos buscando una oruga celeste en el centro de la fase 1 del bosque —respondió evelyn.
—¿Esas cosas no son venenosas? —dijo Oliver, frunciendo el ceño.
—Sí, pero no te preocupes. Si te envenenan, usaré mis grandes habilidades para ayudar a mi delirado compañero —contestó Evelyn, con una sonrisa traviesa.
Un mechón del cabello de Oliver se exaltó,
¿D-delirado…?
—¡Jajajaja, es broma! Pero cualquier cosa, estaré ahí para ti. Después de todo, soy la mejor del grupo, ¿no?
—dijo Evelyn con un guiño.
—Sí —respondió Oliver, devolviéndole una sonrisa un poco en incómoda.
—Ah, ya llegaron —pronuncio una voz que venía desde adelante.
Ahí estaban Richard, Victoria y Ginna, frente a la entrada del bosque. Ginna, una chica de cabello corto y cara delgada, llevaba una armadura delicada y brillante que destacaba su alta calidad. Al verles, Ginna alzó la mano para saludarlos.
Victoria, sentada en una de las tablas, sonrió ligeramente. Llevaba una armadura en el pecho y una capa que caía desde su estómago hasta un poco más abajo de las rodillas.
—Andando, entonces —dijo Richard mientras se bajaba del lugar donde estaba.
—Por cierto, Victoria, dame el mapa para iniciar el trayecto.
—¿Mm?
—El mapa, dijiste que lo traerías.
—¿Qué?
Un pequeño flashback se hacía presente en la última reunión.
—¿Quién será el encargado de traer el mapa en la próxima incursión?
—Yo, yo me encargo.
—¿Estás segura?
—Tranquilo, yo me encargo.
Ah, un shock iluminó el recuerdo de Victoria. Con una risa nerviosa y una expresión de vergüenza, se golpeó ligeramente la cabeza y sacó la lengua.
—Lo olvidé.
—¿Qué hiciste qué? Mmm... entonces usa una de tus flechas para marcar la entrada, así la encontraremos más fácil.
—¡Ehhh, qué fastidio!
Richard le dió un cabezazo a victoria, dejándola extendida en el suelo para que reflexionara un poco.
Todos comenzaron su camino hacia el bosque mientras Victoria, con lágrimas en los ojos, enterraba una flecha cerca de la entrada.
Vemos al grupo buscando entre todo lo que ven: troncos, debajo de rocas… pero nada, ni una sola oruga.
—Tal parece que se las llevaron todas —expresó Ginna con una mirada hacia un arbusto.
—Ahhh, no nos dejaron ni una —dijo Victoria, claramente abatida.
—Deberíamos dejarlo así, no vale la pena gastar más tiempo buscando algo que tal vez no esté —opinó Ginna.
Evelyn le respondió a Ginna: —Sí, igual la paga no era tan buena.
*¡BUUUUM!*
Una gran explosión resonó, Ginna y los demás voltearon rápidamente para ver qué había ocurrido. Una figura se dibujaba en medio del humo de la explosión. Todos quedaron sorprendidos al reconocerla.