¿Una extraña sensación de Déjà vu? ¿Un sentimiento de haber vivido todo eso por segunda vez?
Aquellas eran las constantes de la vida de Claire; sin embargo, debido a su salud un poco débil y el cansancio por su trabajo como policía, decidió ignorarlas.
No obstante, tras su divorcio y motivada por la difícil situación de su hijo recién nacido, quien necesita una donación de sangre para sobrevivir, la ahora detective privada se ve obligada a buscar al padre del niño, su exesposo. A pesar del dolor causado por sus múltiples infidelidades, ella deberá revelarle que tiene un hijo al que ni siquiera conoce.
Sin embargo, para llegar hasta él, deberá enfrentarse al infierno en el que se ha convertido la ciudad donde él vive, evitando ser víctima de las monstruosas criaturas que la habitan.
¿Podrá dejar de lado su resentimiento y ser lo suficientemente fuerte para salvar a su exesposo?
¿Por qué la extraña sensación de déjà vu no se va de su corazón?
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CAPÍTULO 1
Leon golpeaba con fuerza la puerta del ascensor, mientras la pantalla con el contador para llevarlo a otro lugar seguía contando.
El temor por la vida de la única mujer que había amado realmente estaba a flor de piel, tanto que incluso dejó atrás su imagen fuerte y comenzó a llorar con fuerza.
Desde que se había divorciado de Claire, sintió que la única luz que le daba esperanza en su vida de porquería se había ido.
Sin embargo, aquella noche, que pensó que sucumbiría a la muerte, la luz volvió con ella. Quería salir de ese infierno y no deseaba que fuera sin ella.
—¡Abre la puta puerta, Claire!—gritó golpeando sin éxito alguno.
Una mujer pálida, cuyo cabello castaño rojizo había perdido el brillo, se encontraba examinando algo en el ordenador de aquella lúgubre sala de control.
No obstante, la herida de mordida en su pierna estaba cobrándole la poca cordura que le quedaba.
Tenía poco tiempo para que la criatura abominable, que estaba a las afueras del pabellón E, derribara las puertas y entrara.
Si podía meterse en el sistema de seguridad del laboratorio y abrir las demás compuertas, podía hacer que otros infectados entraran y atacaran al monstruo.
No obstante, ella estaría vulnerable también. Aunque entre eso y la muerte que le esperaba por su infección, preferiría usar una de las dos únicas balas que tenía en su revolver para ponerle fin a todo antes que volverse como aquellos seres.
Había pasado mucho para reencontrarse con su exesposo después de su divorcio, debía sacarlo de allí si quería salvar a su hijo.
A fin de cuentas, él era más importante que ella. Le dolía no volver a ver a su bebé, pero la sangre de su esposo era lo más importante.
"60 segundos antes de la apertura del tren subterráneo, recomendamos tomar asiento en las sillas de seguridad"
Terminando de vulnerar el sistema de seguridad, pudo hacer que las compuertas se abrieran para cuando el contento terminara.
Así, levantándose de la silla y tomando su arma, se acercó a la puerta del ascensor y tomó el botón del micrófono para hablar con su ex.
—Toma asiento, Leon—habló la mujer—el descenso al tren subterráneo será brusco.
—¡¿Cómo me dices eso?!—preguntó molesto—¡Te quiero adentro! ¡Ahora!
—Aun en estos momentos sigues siendo autoritario—se rio con amargura—¿Sabes? Te odio...no, a quien realmente odio es a mí misma, por seguir amándote pese a todo el dolor que me hiciste pasar.
—Claire...—susurró con tristeza—no me hagas esto, ¡Aún podemos salvarte! ¡Vuelve conmigo!
—Salva a nuestro hijo y cuídalo—respondió antes de soltar el botón del intercomunicador—protege lo único bueno que salió de nosotros.
Cuando iba a intentar forzar la puerta, negándose al hecho de perderla de nuevo, la cuenta regresiva terminó y comenzó a caer con brusquedad, haciendo que se golpeara la cabeza. Luego de eso, solo vio oscuridad.
Claire, quien se encontraba en lo último del pabellón de seguridad, escuchó como el segundo sistema de seguridad se iniciaba.
Sabía que dentro de poco el sistema de autodestrucción dejaría en escombros aquel lugar; sin embargo, antes daría fin a su vida antes de que fuera alcanzada por aquellas miserables criaturas.
No podía negar el hecho de que anhelaba volver con su hijo. Era lo único bueno que había tenido su existencia. Solo un milagro podría salvarla, pero sentía que ya era muy tarde para ella.
CUATRO AÑOS ANTES...
REMEMBRANZA DE UN AMOR PROHIBIDO...
Hay un dicho que dice que, antes de una tormenta, siempre hay un momento de calma. Para la humanidad, acostumbrada a enfrentarse a desastres naturales, este dicho cobra un nuevo significado cuando se trata de enfrentar una de las mayores colisiones posibles: las consecuencias de sus propios actos.
Leon Williams conocía bien esta verdad. Con casi treinta años, una carrera prometedora en la policía y la presión de ser el hijo del alcalde, encontraba una forma peculiar de aliviar la tensión que sentía: los brazos de las mujeres.
Buscaba jóvenes, hermosas y sensuales para satisfacer sus deseos y mantener así su desempeño en alto.
Sin embargo, Leon sabía que, si no era cuidadoso, sus acciones podrían acarrear consecuencias devastadoras, no solo para él, sino también para su padre.
Una tarde, su jefe, el capitán Edwards, el cual le dejaría su cargo antes de retirarse, le pediría que lo acompañara a la academia de policía para conocer a los próximos oficiales de policía.
Si bien no era una tarea que le interesara, decidió ir para contentar a su aún superior.
Allí, observó el entrenamiento de varios cadetes en el patio, donde una mujer pelicastaña resaltaba por encima de sus compañeras femeninas.
La mujer estaba liderando un pequeño escuadrón de búsqueda y rescate en un hangar, mientras otros de sus compañeros hacían de secuestradores.
Sin embargo, desde lo lejos, observó como la mujer se movía con tanta tranquilidad mientras guiaba a su equipo.
Una vez lograron infiltrarse al hangar, la cadete dio la señal para tirar por una esquina granadas de humo. Al hacerlo, poco a poco la visión de los "secuestradores" se redujo.
No obstante, aquello era una distracción: ya que mientras aquello pasaba, dos agentes atacaban a los secuestrados más cercanos, inmovilizándolos con pistolas eléctricas.
Así, otros dos compañeros pudieron evacuar a las víctimas mientras lo demás se encargaban de reducir al resto de los criminales.
Después del ejercicio, el capitán Edwards se acercó a la joven mujer y le dio una palmada en la espalda con una sonrisa de aprobación. Si bien era un ejercicio de entrenamiento, lo había manejado en la mayor brevedad posible.
CLAIRE
LEON
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Nota: ¡Gracias por apoyo que me han dado! Jamás pensé que esta novela fuera tan bien recibida debido a que es la primera vez que escribo en este género. Por último, me he basado e inspirado en Resident evil, soy fanática de las sagas terror y zombies, pero principalmente de esta última jejejeje.
Así que, para todos los amantes de este tipo de historias, pero quieran un poco de romance, ¡bienvenidos sean!
Espero que tengas el apoyo a futuro porque hiciste un excelente trabajo escribiendo 🌹 Sigue así /CoolGuy/y seguiré leyendo 🤞🏻/Smile/