En una pequeña ciudad dominada por las tradiciones, Helena se enfrenta a un futuro incierto cuando su padre es acusado injustamente de un crimen que no cometió. Desesperada por limpiar su nombre, acude a Iván del Castillo, un juez implacable y frío, conocido por su estricta adherencia a la ley. Sin embargo, lo que comienza como una simple búsqueda de justicia, rápidamente se convierte en un intenso enfrentamiento emocional cuando Iván, marcado por un oscuro pasado, se siente atraído por la apasionada Helena.
A medida que ambos luchan con sus propios demonios y los misterios que rodean el caso, Helena e Iván descubren que la verdad no solo pondrá a prueba sus convicciones, sino también sus corazones. En un mundo donde la justicia y el amor parecen estar en conflicto, ¿podrán encontrar el equilibrio antes de que sea demasiado tarde?
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Capitulo 17
Iván caminaba por los pasillos del juzgado, sintiendo el peso de los años y las decisiones que había tomado. Sabía que el pasado siempre encontraba la forma de regresar, pero jamás imaginó que lo haría en el momento más crítico de su carrera y su vida personal. Desde que Helena había entrado en su vida, todo parecía tambalearse. Las murallas que había construido con tanto cuidado a lo largo de los años comenzaban a resquebrajarse, y lo que tanto había ocultado, ahora amenazaba con salir a la luz.
Aquella tarde, en su despacho, recibió un sobre que lo paralizó al instante. El remitente no era alguien desconocido para él; sabía exactamente de quién venía. Lo abrió con manos temblorosas, y al leer el contenido, un escalofrío recorrió su columna. El oscuro secreto que había guardado durante años estaba siendo utilizado como arma en su contra. El silencio que había comprado con sacrificios ahora se rompía, y todo aquello que lo mantenía en pie comenzaba a desmoronarse.
—No puede ser... no ahora —murmuró, con la mirada fija en la carta.
Sabía que si esa información salía a la luz, su carrera estaría acabada. Pero más allá de su reputación profesional, lo que realmente lo aterrorizaba era perder a Helena. Si ella descubría la verdad, todo lo que habían construido—esas miradas furtivas, las tensiones no resueltas, y esa conexión innegable—se destruiría. ¿Cómo explicarle que el hombre al que comenzaba a acercarse estaba vinculado a un oscuro pasado del que nunca habló?
Por otro lado, Helena sentía que algo extraño estaba ocurriendo. Iván, siempre frío y calculador, parecía más distante, como si algo lo estuviera atormentando. Cada vez que intentaba acercarse, él erigía nuevas barreras, más fuertes que las anteriores. Pero Helena no se rendiría; había luchado demasiado por su padre, y ahora, por más que le costara admitirlo, también luchaba por entender a Iván.
Una noche, mientras revisaba algunos documentos del caso, encontró un nombre que le resultó inquietantemente familiar, un nombre que conectaba directamente con el pasado de Iván. Su corazón se aceleró. Estaba segura de que había descubierto algo importante, algo que Iván había estado intentando esconder. El rompecabezas comenzaba a encajar, pero las piezas que ahora tenía en sus manos la aterrorizaban.
Los latidos del corazón de Iván retumbaban en sus oídos mientras releía el contenido de la carta. Las palabras parecían arder en el papel, cada una de ellas un recordatorio doloroso de lo que había intentado enterrar durante años. No podía creer que aquello volviera a su vida en un momento tan crucial. El pasado había regresado, no solo para destruir su reputación, sino para arrebatarle lo único que le importaba ahora: Helena.
En medio de su angustia, Iván recordó el día en que todo comenzó, cuando había hecho aquel trato con personas que ahora volvían a exigirle lo que les debía. Por más que hubiera intentado hacer lo correcto desde entonces, aquel error lo perseguía como una sombra, amenazando con consumirlo. El juez frío, implacable y moralmente correcto se desmoronaba frente a la verdad de su pasado.
Mientras tanto, Helena continuaba indagando. Sabía que Iván ocultaba algo, algo que iba más allá del caso de su padre. Había sentido la tensión en cada una de sus interacciones recientes, el modo en que él la miraba con culpabilidad cada vez que sus ojos se encontraban. Pero ahora, con esta nueva información en sus manos, sabía que la verdad estaba más cerca de lo que había imaginado.
—Tengo que averiguarlo —se dijo a sí misma, sabiendo que esa verdad podría cambiarlo todo.
Iván, desesperado, sabía que tenía que tomar una decisión. ¿Se enfrentaría a la verdad, arriesgando todo, o continuaría mintiendo para proteger su frágil mundo? Sabía que, en el fondo, la sombra del pasado solo seguiría creciendo si no hacía algo al respecto.
Helena no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo andaba mal. Las miradas esquivas de Iván, sus silencios prolongados y esa creciente tensión entre ambos la llenaban de dudas. Mientras avanzaba en su investigación, todo apuntaba a un punto que ella no quería admitir: Iván estaba involucrado en algo más grande. Pero, ¿qué?
La nueva pista que había descubierto, aquel nombre que resurgió entre los documentos, la inquietaba. Sabía que no podía ignorarlo. Esa noche, decidió confrontar a Iván.
—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Helena, deteniéndose frente a él en la oficina, su voz temblando de indignación.
Iván la miró con una mezcla de sorpresa y resignación, su máscara de frialdad finalmente comenzaba a agrietarse.
—No es tan sencillo, Helena —murmuró él, esquivando su mirada, consciente de que las verdades que había ocultado por tanto tiempo finalmente estaban saliendo a la superficie.
—¿Qué no es sencillo? ¿Ocultar la verdad o seguir mintiéndome? —Helena avanzó un paso hacia él, sin darle espacio para evadir el tema—. Si esto tiene algo que ver con mi padre, necesito saberlo ahora.
El silencio de Iván fue una confesión en sí misma. Helena sintió cómo la desesperación crecía dentro de ella, mientras las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar.
—Tu padre… —comenzó Iván, su voz vacilante—. No puedo protegerte de lo que estoy a punto de decirte.