La noche había sido ruda, los problemas anidaban su cabeza tanto como los punzantes recuerdos del pasado, había estado en una taberna cercana pero no pudo siquiera tomar un trago; aquellos tiempos no dejaban de rondar su cabeza y cuando trataba de huir solo lograba hacer que estos fueran aún más intensos.
Caminó por unos largos y angostos caminos de rocas en unos barrios de París, el tiempo que había estado allí tanto por la celebración como por la guerra hacia que su mente trabajara el doble, sus manos, las miraba con recelo al mismo tiempo que movía sus dedos, clavaba su mirada aún perdida en una pared golpeándola con una patada bien dada, de ese modo logró trizar un poco en la dura pared de concreto. A su lado venía un hombre cuyo cuerpo se tambaleaba de un lado a otro, sus ropas estaban sucias y malgastado frente a ello unos hilos se cortaron dentro de Demetrio justo cuando aquel hombre vómito sobre su chaleco desencadenando una molestia que gastó dándole un golpe en su mandíbula dejándolo en el suelo, entonces supo lo que debía hacer para calmar su cabeza, se sacó su ropa sucia y la tiró en el suelo…
Los suelos de madera estaban sucios con manchas que se extendían por mucho, una mesa en el centro con una botella de alcohol semi vacía y un vaso a medio servir frente a este la puerta y alrededor un grupo de cuatro hombres trayendo consigo ropas negras en totalidad y una joven de rubios cabellos con poca ropa revelando su cuerpo de adolecente, ellos disfrutaban del servicio que esta les daba hasta oír el golpeteo de la puerta lo que ellos ignoraron por completo. Toc, toc, sonó una vez más ahora más fuerte hasta que uno se levantó a abrirla, girando el pomo de inmediato su cuerpo salió expulsado contra la mesa cayendo al suelo. ¿Qué pasó?, Justo desde la puerta entraba Demetrio, sutil y casual como si nada hubiera pasado, caminó unos pasos desordenado su cabello, algo aburrido bostezó frente a la mirada atónita de los tres hombres. —¿Quién sigue?—preguntó, nadie quería creerlo pero uno tomó la botella del suelo para asestar un golpe, agitó su brazo contra el chico quien tomó la muñeca del hombre torciéndola y golpeando su mandíbula con su puño izquierdo, este cayó del golpe pero aún sostenido de su muñeca fue pateado con fuerza lejos de él. Otro más se abalanzó contra el logrando tumbarlo al suelo.
Forcejando en el suelo tratando de quitárselo de encima le dio un cabezazo logrando sacarlo de encima suyo, rodando se levantó otra vez, algo más desordenado el chico estaba listo para más acción, se sacudió un poco el polvo y dijo: —Vamos, vamos, ¿Quién sigue?—. El otro corrió hacia la chica intentando agarrarla pero no pudo pues un vaso se había estrellado en su cara cortando su mejilla distrayéndolo unos segundos que Demetrio aprovecho para meterle una patada con la planta del pie en medio de su pecho, en su caja torácica, sin aire fue expulsado más allá, —Vete de aquí chica, estos sujetos son malos y no quieres meterte con ellos—. —¿Es todo?—algunos aún no se recuperaban pero al que le dio el cabezazo se había levantado logrando golpear el rostro del chico, ¡Auch!, Eso dolió, Ahora vas a saber lo que es bueno. Saltó contra el y al suelo cayeron ambos, golpeando su rostro, un golpe en su mejilla, otro en la otra; uno en la nariz rompiéndola haciendo que sangrara, un derechazo directo en su ojo y un izquierdaso en la tráquea, a penas se levantó una patada contra su cabeza y quedó inconsciente.
—¿Nadie más?, ¡Se supone que ustedes son rudos!... ¡Solo son unas escorias, unas basuras que atormentan a los malnacidos, a los solitarios!, ¿Dónde está dios ahora?, No existe así como no existió para mí y los otros chicos que torturaron—dijo furioso, con sus nudillos cubiertos en sangre igual que su ropa, sus ojos estaban inyectados en sangre y su respiración se hacía más agitada a medida que hablaba. —Vamos, quiero que se levanten—.
Fue caminando contra el que tiró hacia la mesa, lo tomó de cuello notando que estaba inconsciente y golpeó su mejilla con una cachetada para despertarlo pero como no lo hizo lo tiró contra la pared. Ninguno de los sujetos estaba despierto, todos tirados en el suelo, algunos sangraban y otros aún más, pero no estaba satisfecho, ¿Cómo podría estarlo?, Quería más, el quería aún más, un paso tras otro hasta llegar a uno, de su cuello lo sujetó con ira, lo apretó más fuerte para estrangularlo cuando oyó unos pasos a sus espaldas dejándolo caer u pensando que era uno de los sujetos, volteó con un pie adelante lanzando un golpe rápido pero fue desviado y cayó al suelo por su misma fuerza.
—¿Qué estás haciendo, chico?—dijo una voz mayor mientras se levantaba del suelo, no podía siquiera mirar frente a el, cuando Demetrio una vez más arremetía en si contra ahora con una patada certera que impactó en el cuerpo del otro tipo, pero lo golpeó en verdad habían sido los brazos del hombre frente a el quien los puso ahí con la intención de detener el golpe, ¡Joven soldado!, Cálmate de inmediato, no peleare contigo. Demetrio no reaccionaba solo seguía golpeando ahora con sus puños tapados uno tras otro, No me dejas opción dijo frente a el quien resultaba ser Patrick, el general del ejército francés, de un golpe directo a su boca lo sacudió totalmente hacia atrás cayendo la sangre de su labio roto. Seguía sin reaccionar pero había notado que el chico estaba iracundo, no estaba pensando y solo se estaba dejando llevar por sus instintos de pelea, rápidamente se movió logrando ahora sí conectar una patada baja en sus piernas, al golpearlo Patrick cayó al suelo, listo ya Demetrio arremetió con otra patada logrando darle en su rostro, la sangre salpicó en el suelo a su lado, sin dudarlo el hombre mayor golpeó su estómago bajo con un puño limpio, el dolor hizo que el joven se encogiera algo que el general no dejó pasar dándole un derechazo en su cara, justo en la nariz manchando su cara de sangre, acto seguido el general golpeó otra vez su cara con una cachetada.
—Reacciona chico, la pelea terminó—dijo Patrick tras golpearlo pero el no había terminado aún, rápidamente como un destello el joven de cabellos rojos se deslizó por su lado ciego intentando conectar un codazo en su espalda fue retenido por el general: —No soy general porque el cargo me queda bonito, lo soy porque soy mejor que todos los soldados—, otra vez golpeó su rostro a mano abierta conectándolo a su mentón, soltando su codo conectó otra patada en el pecho del chico, mientras caía al suelo en el aire Patrick muy rápido antes de que cayera azotó su cuello con un golpe que terminó por hacerlo caer de golpe contra la madera.
Las horas habían pasado y ambos estaban en una pequeña casa, algo acogedora. Una sala con un sillón frente a este una mesa de noche con una taza de la cual energía vapor, Demetrio estaba ya limpio y con ropa nueva, un pantalón holgado y negros, pues descalzos y un camisón blanco. A su lado estaba Patrick vestido igual que el chico solo que el si traía unas botas de cuero marrones, el estaba bebiendo lo que estaba en su taza, —Adelante, se llama café. Es amargo pero si quieres puedo traerte azúcar—le dijo el general con amabilidad.
—Estoy bien, gracias—respondió cortante el chico, solo se limitó a mirar la taza y sus manos, sus nudillos estaban hinchados y rojos.
—Hiciste un gran desastre allí. ¿En qué estabas pensando cuando hiciste eso?—.
—Esos sujetos… no lo entendería pero ellos, ellos realmente eran malos sujetos y alguien tenía que darles una lección—.
—Se quienes eran, unos desgraciados que querían abusar de una chica, fue ella la que me dijo que un chico estaba golpeando a esos hombres y pensé en ver pero digamos que no salió bien—.
—Lo siento, no era mi intención golpearlo… es solo que de verdad no fue un buen día o una buena semana. No es excusa por lo que hice… entenderé si quiere sancionarme por lo sucedido—.
—No te lamentes, si yo supiera lo que tú sobre esos sujetos yo habría hecho lo mismo o incluso algo peor, ahora relájate no tengo intención de ir a acusarte y desperdiciar un talento como el tuyo—le dijo tras beber un poco de su taza, —Vamos, toma un poco de café, es amargo pero no es veneno—.
Tomó un trago y de inmediato puso una cara de asco, —Esto sabe horrible, ¿Cómo puede gustarle esto?—le preguntó dejando la taza sobre la mesa otra vez.
—Es un secreto—Dejó su taza sobre la mesa, se acercó a su oído y le susurró: —Le pongo tres de azúcar—. Rió un poco y le dijo de nuevo: —No quiero sepultarte, cuando te vi en la fiesta y pensaste esa pregunta hipotética que hice supe de inmediato casi como una corazonada que debía hablar de nuevo contigo y míranos, el destino nos puso frente a frente. Te propongo un trato, Yo te entrenaré, te haré mi pupilo personal. ¿Qué te parece?—.
—Yo… yo no sé que decir, es una oportunidad increíble, el general de escuadrones quiere entrenarme… espere un segundo.. ¿Qué quiere a cambio?—.
—Hmm, no eres tonto. No quiero nada en particular, solo creo que sí te dejo a tu suerte desperdiciaría un talento muy grande, solo un tonto o un payaso no podría verlo—.
—Gracias, no voy a decepcionarlo. Voy a dar todo mi esfuerzo en ser un buen aprendiz—.
—Se que no lo harás, pero debes esforzarte porque voy a hacerte sangrar, vas a llorar y voy a hacerte sufrir como jamás lo haz hecho—con mirada seria y seño fruncido, su temple de acero infundía respeto en Demetrio quien no podía decir nada frente a eso, solo asintió varias veces, con bajo tono casi inseguro como niño preguntó: —¿Puede darme azúcar?—…
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