Alyssa y Nicolette.

— Todavía los veo... puedo sentirlos... puedo olerlos... sus dulces voces... sus cuerpecitos ahí tirados con esas pintas negras... —solloza— la peste... ¡esa maldita peste! —aprieta sus dientes y golpea el suelo— perdónenme por favor... —.

 

A su mente volvieron los recuerdos que tanto le atormentaban, esos días en Marsella donde el sol estaba ausente, un silencio sepulcral, la ausencia de brillo... nada más...

 

— Todo se vino a abajo desde entonces... recuerdo que éramos felices, corríamos por las calles con sonrisas en nuestros rostros, pero ahora... todo parece lejano como un cuento. Les contaré —. —.

 

La chica respiró profundo y procedió a contar su historia.

 

— Hace unos años, en Marsella, nosotros vivíamos felices. Nuestros padres no eran los más adinerados pero sin duda que hacían todo lo posible para que no faltara la comida y ropa... Tuve que crecer rápido, supongo, cuando tenía siete años mi primer hermano nació y tuve que cuidar de él desde entonces... luego vino Antoinette y tuve que repetir lo mismo de antes... rara vez podía jugar con otros niños, siempre tenía que estar con mis poussins[iq1] , je, así solos llamarlos. En fin, eso no era algo de lo que me haya quejado. Me gustaba ver sus sonrisas... esas tiernas risas que salían de ellos lo eran todo para mí —.

 

La muchacha respira profundo nuevamente intentando calmar las lágrimas que estaban por salir.

 

— Lo lamento... — dijo sollozando. — sigo. Para ellos yo era más madre que hermana... nunca supe por qué mère no estaba en casa. Todo el día estaba fuera... al igual que père. Ellos llegaban por la noche y apenas podían mantenerse en pie, supongo que por cansancio. Yo desistí de muchas cosas para cuidar de ellos y al final, todo fue en vano... —suspira—. Un día père volvió temprano... Y no se sentía bien, luego mère le siguió. Ninguno dijo nada... simplemente quedaron en silencio y evitaron tener contacto con nosotros. Tanto los niños como yo quedamos extrañados así que salí, no sé porqué pero necesitaba hacerlo. Cuando lo hice todo fue... confuso... había poca gente, unos estaban vestidos en túnica negras y en su rostro tenían algo, una máscara como de ave que era negra también. Tenían grandes ojos, era intimidante... cuando me acerqué a uno de ellos para preguntar simplemente se alejó de mí y me dijo que no me acercara, parecía que había pasado mucho tiempo desde que no salía de casa, supongo que esos siete años pasaron muy rápido, después de todo, nuestra casa era grande y podíamos jugar sin salir a afuera. Bueno, lo demás... nadie me daba respuestas por lo que me volví a casa, allí mis hermanos estaban muy tranquilos... por lo que fuí a ver a mis padres y no paraba de toser, sudaban mucho también... me pedían agua pero no sabía de dónde iba a sacarla... no sabía que hacer en realidad, estaba muy asustada. El resto del día fue... incómodo, apenas hablábamos entre nosotros y tenía que lidiar con las ganas de los niños de ir y ver a nuestros padres, no sabía cómo hacer que entendieran que no podían verlos. Por la noche, mientras dormían, pensé en escapar con ellos pero ¿A dónde iba a ir? Sentía que algo malo pasaría si nos quedábamos ahí y mis padres fueron prueba de ello. Había un carrito fuera de nuestra casa, era perfecto, ellos dos dentro y yo empujando. El problema era... ¿Y si me veían robándolo? ¿Si père y mère mejoraban? No pude aunque quisiera. El resto de la noche me dediqué a dormir junto a mis pequeños y a la mañana siguiente me dispuse a salir al mercado, nuestros padres no habían traído comida ese día y tuvimos que aguantarnos. Tampoco teníamos dinero por lo que tuve que robar... pude robar algunas manzanas, nada más pero debía ser suficiente, creo. Cuando llegué los dos Stephan estaba particularmente intranquilo, le pregunté una y otra vez si sucedía algo pero me esquivó la pregunta. Al final, me rendí y comimos las manzanas, los pobres tenían mucha hambre... desistí de la mía y se las di a ellos, yo podía aguantar todavía. Mientras comían Stephan, de la nada, habló: "Pėre tenía cosas negras en el brazo... sus dedos eran negros, se sentían raros" aquello hizo que mi cabeza y pecho dolieran un montón, ¿Cosas negras en el cuerpo? ¿Y si lo que tenían se podía transmitir? Subí de inmediato al cuarto de ellos solo para ver... muerte. Stephan tenía razón, tenían sus dedos negros así como otras partes del cuerpo, en sus brazos habían como burbujas, negras también. Sus rostros... llenos de sangre, salían de sus narices, boca y orejas... fue horrible, sus ojos estaban fijos, no respiraban... definitivamente se habían ido. No supe cómo reaccionar, me senté en el piso y me eché a llorar... Pero debía ser fuerte por los niños, cuando bajé me senté con ellos a explicarles que père y mère estaban paseando por un prado junto a el gran señor.  Al parecer se tragaron la historia, porque Stephan se veía mucho más tranquilo, el transcurso del día fue una agonía... empezaban a estar igual que père y mère... para entonces, me temía lo peor y no podía evitar llorar pensando en que ellos también me iban a dejar... en la noche me pidieron que les contara de ese prado donde père y mère estaban... Recuerdo perfectamente cómo se los dije:  Es un lugar donde hay muchas flores de todos colores, el verde pasto abunda y el aire juega con tu cabello, allí puedes saltar, reír y bailar cuanto quieras acompañado de un hombre grande, bondadoso y sonriente que te acompaña en tu camino. Allí, père y mère están bailando... —solloza— j-juntos. Luego... me preguntaron si ellos también podían llegar a allí, simplemente asentí. Los abracé y besé antes de que se durmieran sonrientes, pensando en el prado... No pude dormir esa noche, me dediqué a llorar, los ojos me dolían de tanto hacerlo pero pensar una y otra vez en lo mismo solo hacía que más lágrimas salieran... la noche fue larga, muy larga... Los observé y noté que sus cuerpos también estaban... estaban con esas pintas negras... Las tenían en sus rostros... también estaban sangrando, toque la mejilla de Antoinette y estaba caliente, demasiado. Al llegar la mañana ellos eran la viva imagen de père y mère, los veía reflejados en ellos... ¿Recuerdan esas burbujas negras? También las tenían, en sus ojos. Ellos aún se movían incluso, Stephan me llamaba... preguntaba por mí pero no podía responder, estaba demasiado apenada y confundida: "Alyssa, ¿dónde estás? ¿Por qué no puedo ver, me estás tapando los ojos?" E-ellos creían que jugaba con ellos... ¡p-pero no! —se pone a llorar— y-yo solamente... —su voz se quiebra— solamente... ¡Si hubiera robado ese carrito! Si me los hubiera llevado... si tan solo hubiese tenido el valor... ellos estarían aquí, conmigo... Lo último que oí de ellos antes de escapar fue... "Hermana, veo el prado...".

 

Alyssa procede a abrazar a su acompañante en busca de refugio— si pudiera... si pudiera volver a atrás yo... yo... ¡Yo!...

 

— Y hacer las cosas diferentes, lo harías, estoy segura de que sí... —dijo la chica abrazandola.

 

La pareja de ancianos que les escuchaban estaban asombrados y dolidos, el relato de la muchacha los había dejado perplejos.

 

Nicolette acariciaba la cabeza de Alyssa suavemente para intentar calmarla.

 

— L-lo lamentamos mucho, fue mala idea preguntarles su historia... —el anciano se veía realmente acomplejado pero la otra chica guardaba la calma con un semblante serio pero compasivo.

 

— Descuiden... suele pasar a menudo. Yo puedo seguir relatando la historia.

 

— No tienes que hacerlo querida —respondió la anciana —

 

— Descuide... —Nicolette se acomoda un poco y tose para aclarar su voz— Bien... poco después Alyssa huyó se su hogar, no me ha dicho exactamente donde vivía pero sí me dijo que había caminado durante horas al momento de encontrarnos. Sí, yo también soy se Marsella y soy huérfana, a ella la encontré en las calles, estaba peor que cualquiera de nosotros así que decidí ayudarla. Al principio no hablaba nada pero con el pasar del tiempo fue confiando en mí pero con los demás le costaba socializar un poco... es más, hasta era agresiva. Sobrevivimos a base de robos, ya sabe, no hay nadie que nos alimente y nadie daba trabajo por lo que debíamos robar. Así nos mantuvimos durante un año hasta que nos metimos en un lío muy grande... verá, un día asistimos a un mercado bastante grande de Marsella, allí se supone que habían cosas muy buenas y bueno, sí que lo habían. Las manzanas más rojas que existen, ropa bonita, joyas entre otros. De verdad todo muy genial así que nos decidimos a robar algunas cosas para venderlas después, nos escabullimos entre la multitud y pudimos robar algunas cosas interesantes, collares y pulseras más que nada. Pero en un momento le robas a nada más y nada menos que... ¡Al sobrino del rey Antoine! cuando nos descubrió nos echó a los guardias encima, nos persiguieron por toooodo el lugar, de verdad. Pudimos escapar pero los carteles con nuestros rostros estuvieron por todas partes en poco tiempo, ¡Hasta me dibujaron con una nariz gigante! Qué horrible... Al final tuvimos que escapar de Marsella porque incluso nuestros "amigos" intentaron vendernos. Hemos estado recorriendo durante días los caminos pidiendo alguna ayuda quien pase pero toda se niegan... menos ustedes, nos ayudaron ciegamente y sólo tengo palabras de agradecimiento para darles.

 

— Estamos felices de ayudarlos, ¿De qué sirve tener tanta comida si no la vas a compartir? Seremos viejos pero amor nos queda por montón —la pareja de ancianos sonreía y Nicolette también. Alyssa, en cambio, aún intentaba calmarse.

 

— Han sido días largos, gracias nuevamente... Encontraré la forma de recompensarles, de verdad.

 

— No te preocupes, descansen —los ancianos dejan la habitación, ambas se quedan en silencio durante un rato hasta que Alyssa logra calmarse.

 

— ¿Estás mejor Dyantha?

 

Alyssa se separó de Nicolette y miró hacia el suelo limpiándose los ojos— Sí... ya estoy mejor.

 

— Recuerda que seguiremos con nuestro plan. Llegar a París y entrar al ejército.

 

— Lo sé, lo tengo en mente aún. Pienso que lo mejor es que nos vayamos mañana.

 

— Ja, hemos fantaseado mucho con eso, ¿no crees? Hasta ya se me ha ido el porqué íbamos a unirnos.

 

— Si triunfamos podríamos tener riquezas... y con ello podremos construir ese lugar donde ayudaremos a quienes lo necesitan, sin distinción.

 

— ¡Ah, claro! Es un sueño bastante grande, ¿eh?

 

— Es el sueño más noble que puedo tener ahora mismo.

 

— Lo sé Dyantha, lo sé.

 

Ambas se abrazaron y se dispusieron a dormir. La noche transcurrió tranquila, haber hablado de su pasado le sentó bien a Alyssa pero estaba lejos de calmar su dolor.

 

Temprano por la mañana la anciana levantó a las dos para el desayuno, estas lo aceptaron amablemente y compartieron la mesa.

 

— De verdad que su hospitalidad ha sido increíble, se los pagaremos, lo juro —Nicolette besa su dedo y lo apunta hacia arriba— a propósito... ¿cómo se llaman? No sé los preguntamos hasta ahora.

 

— Yo soy Ostin y esta bella dama de aquí —toma su mano— es Arleth —ambos se miran y sonríen—.

 

— Es un agrado... nos gustaría quedarnos pero nuestro camino debe seguir, aún hay un largo tramo por recorrer.

 

— Es una pena oír eso... pero cada quién debe seguir sus aspiraciones, les deseamos toda la suerte posible —.

 

Ambas terminan de comer, agradecen y se van de la casa siguiendo su camino rumbo a Francia.

 

— Entonces falta mucho, ¿no?

 

— Si nos dedicamos a caminar, sí. Peeero, no caminaremos, piénsalo Dyantha, somos dos jovencitas hermosas y desamparadas, ¿qué estúpido no querría llevarnos? Es más, ahí viene uno —al ver a un solitario hombre que llevaba una carreta empujada por un caballo esta rompió un poco su vestido para dejar ver su pierna y subió su escote, le hicieron parar y, sacando su lado seductor, Nicolette logró hacer que el hombre las llevara las dos—

 

— (qué suertudo... ¿quién iba a pensar que un par de jovencitas se iban a tirar así por mí. Joel, eres muuuy afortunado) —por la mente del hombre cruzaron todo tipo de pensamientos y escenarios, le sonrojaba la sola idea de saber que detrás de sí llevaba a tan lindas muchachas— ¿Saben, bellezas? Detendré la carreta un poco más adelante para que tengamos un momento a solas y podamos conocernos mejor... ¿qué dicen?

 

— En realidad, señor, nos gustaría primero llegar a Francia y... —Nicolette se acercó por la espalda del hombre y le habló suavemente a su oído— podríamos ver allí qué hacemos, ¿no? —el corazón del hombre se aceleró un montón y supo contener sus impulsos, asintiendo y siguiendo el camino. Nicolette se volvió a sentar junto a Alyssa y ambas suspiraron en silencio, aliviadas.

 

El viaje siguió sin mayores sobresaltos, el hombre no siguió intentando nada, estaba convencido que de llegar a París sucedería todo lo que habría pensado.

 

Cuando entraron a París tras un extenso y agotador viaje las chicas se intentaron bajar silenciosamente pero el hombre las interceptó igualmente con una mirada llena de vicio y exhalando de manera violenta — bueno linduras, ¿vamos a divertirnos un poco? —dijo acercando a Nicolette a su cuerpo—.

 

La chica se sentía evidentemente incómoda, intentó buscar con la mirada algo que la pudiese salvar de ello. A unos metros había dos guardias, vio en ellos una oportunidad de oro— ¡Ayuda!, ¡Ayuda por favor, este hombre se quiere aprovechar de mí! —unas falsas lágrimas salieron de ella, aquello hizo su escándalo más creíble y los guardias asistieron inmediatamente. El hombre soltó a Nicolette y esta, al estar libre, agarró a Alyssa de la mano y ambas salieron corriendo mientras los guardias interrogaban al hombre.

 

Ambas corrieron por unos cuantos metros antes de esconderse y recuperar el aliento.

 

— Ah... eso estuvo cerca, ¿no? Jajaja —jadeaba Nicolette—.

 

— Algún día nos va a pasar algo realmente malo si sigues siendo así de impulsiva... ¿Qué voy a hacer contigo? —dijo Alyssa mientras intentaba mostrarse seria, pero no evitó soltar una pequeña risa también—.

 

— ¡Ya estamos en París, querida! Podemos mirar por aquí y por allá, disfrutar de cosas que en Marsella poco se ven y...

 

— Concéntrate, Nicolette, nuestro objetivo primero. Andando.

 

— Sí claro... el ejército, allá vamos...

 

Cuando iban caminando por las calles fueron interceptadas por dos soldados. Ambos lucían como mastodontes, sus enormes cuerpos opacados por esas brillantes armaduras plateadas con esas armas en sus cinturas ninguna de las chicas podía siquiera emitir un solo ruido— por orden explícita de su majestad, quedan detenidas —a continuación, fueron golpeadas en sus cabezas cayendo de golpe al suelo quedando inconscientes.

 

Fue un sueño bastante corto, al despertar, se vieron en una especie de campo de entrenamiento, era un enorme establecimiento, mucho más grande que los orfanatos en los que había estado Nico por lo que miraba sorprendida a todos lados mientras que Alyssa lucía algo inquieta a pesar de formarse una idea de lo que estaba pasando <> y de pie ante ellas estaba un instructor con una mirada bastante intimidante— ¡De pie, soldados —!

 

En un parpadeo ambas estaban de pie, apenas tuvieron tiempo de apreciar dónde estaban— ¡Están en un centro de entrenamiento, el más duro y preciso de París y Francia! ¡AQUÍ NO SE VIENE A PASEAR! —.

 

Ahora sí miraron a su alrededor, el extraño lugar en el que ambas chicas se encontraban estaba extremadamente asegurado con altas murallas que llegaban al cielo, de ladrillos oscuros con una pinta tenue y muchos guardias en ellas, sin mencionar que en las mismas en las alturas estaban cercadas con alambres— ¡Préstenme atención! Están aquí porque el país las necesita, ahora mismo están en el complejo 1-B. Las habitaciones están por allá, busquen los puestos libres y prepárense que las pruebas comienzan en 30 minutos —todo era muy confuso, pero la duda más grande que tenían era que el rey las había detenido— S-señor... este... ¿sabe usted por qué antes de golpearnos nos dijeron que el rey nos detuvo? ¿Por qué está todo tan cerrado? ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? —el hombre suspiró y se dio media vuelta, se acercó a la muchacha de negros cabellos y, mucho más calmado que antes, se dispuso a contestar— Estarán el tiempo que sea necesario, todo está así porque hace unos años dos cadetes escaparon y murieron afuera, bajas significativas —luego se dio media vuelta una vez más, siguiendo con su camino— ah y lo de su majestad... —gira ligeramente su cabeza— es su forma de decir "sé quién eres".

 

— ¿Cómo que sabe quiénes somos? ¿¡Dyantha!? —Nicolette, nerviosa, zarandea a Alyssa esperando respuesta, pero solo notaba a su amiga con una mirada seria, no era normal en ella...

 

— ¡No lo sé, Nico, no lo sé! —aparta suavemente las manos de Nicolette que la sostenían y se sacudió su ropa— vamos, hay que prepararse, dijo que en unos minutos comenzaba todo —.

 

Al entrar en los dormitorios notaron que había camas con unas sabanas tiradas encima, al adentrarse más en aquel lugar se encontraron con la sorpresa de que había más hombres que mujeres, todos las observaban fijamente, las miradas implacables de aquellos hombres pesaban como un yunque de acero sobre ellas tanto era que el solo estar ahí ya era extremadamente incomodo, unas miradas en señal de rechazo, pero se mantenían en silencio. Ambas encontraron los lugares reservados, pero estaban bastante alejados el uno del otro. No hubo más remedio que aceptarlo, la vergüenza de cambiarse ante la mirada y murmullos de todos a sus alrededores hizo que ambas se sonrojaran mientras lo hacían, sin embargo, a Nico no le gustaba oír a las personas hablar de ella y mucho menos de Alyssa sobre todo al escuchar a uno de los sujetos: —Mira esos músculos, ¿A qué hombre podría gustarle eso? —se alzó contra el tumbándole de un puñetazo en el rostro, ya encima de el a punto de darle otro golpe el instructor entró a los dormitorios casi como un salvador. Todos se pusieron de pie de inmediato ante su presencia, aquel sujeto se limpiaba la sangre de su boca avergonzado por su reciente paliza—¡Dejen sus problemas para sus descansos!, Como habrán notado algunos, hay dos nuevos cadetes. Se unen un poco tarde pero peor es nunca... para ustedes soy el instructor Édouard. Ahora, vamos a afuera, haremos repasos hasta poner a punto a los nuevos —.

 

Durante cinco largos y arduos meses hicieron repeticiones de ejercicios tanto físicos como mentales y charlas con tal de que Alyssa y Nicolette alcanzaran al resto.

 

Nicolette demostró ser bastante ágil y fuerte pudiendo realizar con relativa facilidad tanto ejercicios físicos como los combates de prueba en algunos casos demostrando cierta facilidad en combate uno contra uno. Alyssa, en cambio, era más torpe en combates, se puede decir incluso que no le gusta combatir. Es ágil también pero significativamente más frágil que su compañera y el resto de cadetes, sin embargo, tiene una increíble capacidad para memorizar y aprender técnicas de combate, estrategias o cualquier cosa que se le ponga en frente, es muy superior al resto por lo que se ha hecho una excepción con ella al mantenerla dentro del programa de caballeros.

 

Pasaron dos años, dos largos años.

 

Mayormente ese entrenamiento consistía en aprendizaje de ideas y tácticas de batalla, un poco alejado a lo que era antes que se basaba en la fuerza y resistencia propia de la persona. Entre los candidatos se corrían leyendas acerca de los fantasmas de aquellos niños fugitivos que buscaban venganza. Sus nombres siempre fueron enigma, pues se les prohibía a todos siquiera mencionar una letra.

 

Tanto Alyssa como Nicolette se les veía considerablemente alejadas del resto, ellas en cambio solo hablaban lo justo y necesario para no perder del todo contacto; sin embargo, sus palabras no eran verbales, sino que habían desarrollado una especie de código que únicamente ellas conocían, lo habían usado por primera vez en un combate grupal sobresaliendo estas por su conexión dejando asombrados a algunos de los entrenadores del recinto.

 

El programa se suponía iba a durar dos años más, pero se detuvo anticipadamente sin razón aparente por lo que todos y cada uno de los cadetes tuvieron que superar la prueba física y de conocimiento para probar que estaban preparados. Esta última fue bien para ambas, destacando en ámbitos distintos, pero ya estaban pasadas, su sueño era cada vez más cercano.

 

— ¡Dyantha!, ¿has visto lo mucho que hemos crecido? mírate, alta, imponente, de piel blanca como la nieve y ese cabello corto y rojo. Demonios, eres bellísima.

 

— ¿Quieres que te describa también? estatura media, cabello negro y largo. Y una piel que ostenta el hermoso color de la madera de roble. Oh y no olvides esos grandes ojos negros. Te caen perfecto, Nico —ambas rieron y se abrazaron— lo logramos Nico... cada vez más cerca. El nombramiento de grupos será en unas horas y no puedo esperar a ver cómo nos llamarán. Hay que portar armaduras y dijeron que había que prepararse para una sorpresa, ¿qué será?

 

— No lo sé. Pero bueno, hay que ponerse esas relucientes armaduras, apresurémonos, los caballos esperan fuera —.

 

Alyssa asintió y fue junto a Nicolette en busca de las armaduras que les habían preparado previamente. Estas eran bastante elegantes y ligeras, el hierro pulido les daba un aspecto divino. Las dos procedieron a ponérselas y salieron del complejo en dirección al establo donde los caballos esperaban. Los caballos eran blancos, también portaban algo de armadura, pero no suficiente, estaban adornados con los colores azul y amarillo.

 

Ambas subieron a sus respectivos corceles, se acomodaron sujetando las riendas y se apresuraron en cabalgar. Al salir los caballos galopaban con intensa rapidez pudiendo rápidamente avanzar su camino hacia París con una sonrisa en sus rostros, ya estaban ansiosas de cumplir con la patria.

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