Se hizo una ceremonia en memoria de aquellos que cayeron. Vincent retiró el cuerpo del general inglés y lo enterró bastante profundo en el la tierra de la granja. Asistió a la ceremonia procurando respetar a esos que dieron la vida por la libertad.
Volvió a su casa encontrándose con un hombre fuera de ella, se hizo reconocer como "el mensajero" Vincent entró en la casa en busca de una carta dirigida al rey y se la entregó, ambos se despidieron y Vincent entró nuevamente, encontrándose con Nicolette intentando levantarse. Se apresuró a llegar hacia ella para que se recostara otra vez.
—No puedes levantarte así sin más, Nicolette. No hay que tirar el progreso por la borda...
—Pero tengo hambre...
—Tengo sopa, hace días vienes comiendo un poco de ella, creo que lo haces de manera inconsciente.
Vincent llenó un cuenco con sopa y se lo llevó junto a una cuchara. La chica comió con lentitud, pero fue capaz de comerselo todo.
—Acabo de enviarle una carta al rey, le escribí que nos quedaríamos un tiempo más y que teníamos una pista cercana del informante.
—Es falso... el informante no existe.
—¿Q-qué...?
—Un prisionero me lo contó... era el hijo de la pareja de la granja de junto. Me dijo que alguien, una mujer, le pagó para mentir acerca del informante...
—(Eso explica porqué se llevaron a ese hombre cuando se refirió a eso...) entonces... perseguimos una pista falsa...
—Me temo que sí.
Vincent decidió mantener la calma, fue difícil, pero supo controlarse. Se levantó y caminó de un lado a otro de la casa algo inquieto.
—Entonces no tenemos nada más que hacer aquí. Nos marcharemos a penas te recuperes —el joven se dirigió a la puerta de salida, pero fue detenido por Nicolette.
—Hey... es primera vez que dices mi nombre, creí que no lo sabías.
—¿Eh? Creo que es demasiado largo, por eso no te llamaba por él —salió y cerró la puerta recordando el momento en el que torturó al general inglés— él dijo que habían invadido toda Normandía buscando al informante... pero resulta que ahora solo era una mentira... ¿quién está jugando con esto...? Si ya la misión no sigue más... no, aún hay algo que queda por hacer, ¡vamos a liberar Normandía!
En París...
Una semana pasó, pero el mensajero llegó con la carta y un recado.
—Ah, Alain, ¿qué noticias traes?
—Traigo dos cartas, y disculpe la demora, pero monsieur Vincent me detuvo ya que tenía que escribir esta otra carta —Alain le entregó ambas cartas y se marchó luego de hacer una reverencia.
Antoine se marchó a su despacho y leyó la primera, la cual decía que seguirían una pista cercana para encontrar al informante. Eso lo dejó bastante tranquilo, pero al comenzar a leer la segunda carta su expresión cambió por completo, pasó de estar tranquilo a estar bastante nervioso.
«Todo era mentira.
El informante no existe, al menos aquí, todo fue creado por alguien que desconocemos, pero seguimos la pista de un fantasma. Agrego, Normandía fue enteramente conquistada por los ingleses pero no se preocupe, nosotros la vamos a liberar incluso si eso significa entregar nuestra vida para ello»
Del mero enojo arrugó la hoja fuertemente— Kgh... Invadiste Normandía desgraciado...
¿A quien se refería?
Hoy, como todo primer día de cada mes, los líderes del triángulo se reunirían bajo París. El día fue largo, Antoine solo podía pensar en que llegase pronto el momento en que vería a Enrique, soberano de Inglaterra.
El momento llegó, Antoine bajó por un pasadizo secreto que había en Notre Damme el cual lo dirigió a una especie de santuario. Había una gran mesa alargada de piedra, había comida servida en ella y poco a poco fueron llegando personas que se sentaban en la mesa, dos miembros resaltaban por sobre el resto, eran nada más y nada menos que los reyes de España e Inglaterra. Todos aquellos que no fuesen los reyes se sentaron en la gran mesa, mientras que los tres se sentaron en unos puestos más arriba, como en una corte. Se abrió paso al festín, todos comenzaron a comer y compartían entre risas algunas de cosas, casi todo estaba conformado por mercaderes, militares y uno que otro pirata.
Antoine miraba con cierto resentimiento a Enrique, esperó a que se terminara el banquete para interpelarlo.
—Señores... requiero su atención por favor —Antoine golpeó con una cuchara una copa para crear el ruido, logrando traer la atención del resto— Gracias. No olvidemos lo que hoy nos tiene aquí otra vez, la piedra. ¿Hay alguien de los presentes que tiene información de ella?
Un hombre levantó la mano, vestía con un traje adornado de cosas extravagantes, pero su sombrero le destacaba como capitán.
—¡Ah, capitán Jonas! ¿Qué encontró "el susurrante"?
El susurrante es un poderoso navío comandado por Jonas, debe su nombre a que, cuando está cerca, puedes oír como un susurro avisor que cuanto más lejos se oiga, más cerca está el barco.
—Ra, sí, un crío de mi tripulación encontró ruinas submarinas, me describió un rostro que ahí había, el mismo que está ahí —apuntó a un rostro tallado en una de las paredes del lugar, era el rostro de un hombre que tenía unas grandes alas a su alrededor y que tenía una corona de serpientes.
—Entonces, capitán, inspeccione esas ruinas. Si todo se da bien, será bien recompensado.
El capitán asintió, volviendo a su comida.
—¿Nadie más?
Todos guardaron silencio, el resto de la reunión ocurrió con normalidad salvo que Antoine evitó a Enrique en todo momento. Cuando llegó el momento de que todos se retirasen Antoine interceptó a Enrique, ambos estaban solos como para discutir acerca de lo que sea.
—Invadiste Normandía... ¡eso no era parte del trato!
—¿Ah? Pero si lo hice únicamente porque había un traidor en mis filas.
—¡No existe, es falso! Ahí no había nadie, así que retira tus tropas de inmediato.
—Tranquilo Antoine, tranquilo... no me levantes la voz así, ¿no recuerdas quienes te pusieron en el trono? exacto... no quitaré mis tropas de Normandía, es un lugar bonito. Participé en la conquista y creo que me lo quedaré. Si lo quieres devuelta... pelea por él.
Enrique procedió a retirarse casi riéndose, Antoine simplemente tuvo que tragarse el orgullo.
Se retiró, una vez más, a su lugar de reposo donde estaba su esposa, ambos durmieron en silencio, el ambiente era extraño.
Antoine soñó con el rey anterior y la confianza que este último tenía en él y, aún así, le apuñaló por la espalda y manipuló a su hija para que le cediera el trono y todas las facultades. Elodie era hija única y candidato directa a asumir el trono de Francia, sin embargo, Antoine en su astucia le aconsejó que por el hecho de ser mujer el pueblo la rechazaría y que, en cambio, lo disganara a él, su esposo, como siguiente rey. De esa sencilla forma consiguió llegar al trono y gobernar todo Francia. Aún le pesa el haber traicionado a ese hombre que tanta confianza le había depositado pero ya no podía mirar hacia atrás.
Llegada la mañana se dispuso a pasear junto a su esposa por los jardines del palacio, ambos caminaron lentamente uno al lado del otro observando y, a veces, olfateando algunas de las flores que allí habían. Era un lugar relajante, alejado de lo que era París, ni siquiera parecía que estaban en Francia, sino en un paraíso floral.
Elodie le comentaba a Antoine sus sueños respecto a Francia, como una nación que ponga el ejemplo y marque el paso para las demás, que Francia sirva como el estandarte de lo que se debe hacer para avanzar. Elodie vivía cierta fantasía pues París no gozaba de nada de eso, los pobres eran sobreexplotados, abusados y abandonados por los altos, Elodie no sabía de ello en realidad, pues Antoine prefería mantenerla así, feliz y soñadora a estar melancólica y triste.
—Hey, ¿sabes? Estamos forjando una alianza con un país de oriente.
—¿Ah, si? Suena bien... ¿cómo se llama?
—China.
—Hm, es curioso pero nunca había leído acerca de ellos... huh, supongo que hay muchas cosas que no he leído. En cualquier caso, si tú crees que serán aliados formidables... creo en tu juicio.
—Muchas gracias —Antoine le agarra el rostro suavemente y le besa la frente.
Luego de estar un buen rato caminando por los jardines, la deja nuevamente en el palacio acompañada de las criadas mientras él se va a los barracones para poder designar diferentes tareas a los grupos que estaban en paro.
—Tch, ahora que lo pienso... ellos me dijeron que liberarían Normandía... ¿cómo...? no puedo enviar un ejército hacia allá, ya son muchos los flancos que se están protegiendo y no puedo mover las fichas sin más... —da un largo suspiro- no me queda más que... ¿confiar?
Con un gran sentimiento de desconfianza, Antoine deposita su esperanza en aquellos que dijeron que liberarían Normandía con su propia mano, ¿pero es eso algo en lo que deba confiar...?
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