Luego de aquella agradable noche en la que conocieron a la pareja de ancianos ambos jóvenes comenzaron a hacer trabajos de agricultura bajo la tutela de Julien, quien con mucha paciencia se dedicó a enseñarles cada uno de sus fundamentos y sus propios secretos, los cuatro se fueron haciendo cada vez más amigos y se iban conociendo a pasos agigantados. Incluso gracias a Vincent y Nicolette es que los ancianos pudieron volver a sonreír y mirar hacia adelante aún con la inmensa pena de que su único hijo haya sido secuestrado por los ingleses.
Tres semanas pasaron, Vincent hizo algunas reformas en la casa con la ayuda de Julien para que se viera más bonita y sea más acogedora por dentro, parecían haberse olvidado por completo de la misión. Desde la capital tanto el rey como el general estaban impacientes a la espera de alguna noticia pues la compañía inglesa estaba cada vez más cerca de pisar París.
Un día, mientras Nicolette buscaba algo en los sacos que encontró una carta que tenía el sello real en ella. Como un rayo, el recuerdo de la misión volvió a ella en un instante. Al saberlo nuevamente corrió rápidamente hacia Vincent.
—¡Vincent! —la voz de la muchacha estaba muy agitada.
Vincent quien se encontraba cortando madera se detuvo de inmediato ante la urgencia de Nicolette— ¿Qué, sucede algo?
—¡La misión, teníamos una misión!
—¿La... misión?
—Vinimos por encargo del rey, ¡somos soldados! —decía con angustia mientras zarandeaba a Vincent de los hombros.
—¿La misión? ¿qué misión? —preguntaba una voz familiar.
Al ambos mirar hacia la dirección de donde venía la pregunta se toparon con Julien y Julieta, esta última tenía en sus manos algo envuelto en un saco.
Los dos muchachos se miraron sin saber cómo realmente responder. Vincent también ya había recordado la misión y se sentía bastante confundido por el como había olvidado algo tan importante.
—Monsieur Julien... madame Juliet... nosotros somos soldados del rey Antoine, soldados de Francia —soltó Nicolette sin previo aviso.
—Estamos aquí porque... —por su mente pasó el recuerdo de un día en el que estaba charlando a solas con Julien y algunas otras personas en la taberna de la pequeña ciudad. Recuerda con lujo de detalle la decepción en el tono de Julien al hablar sobre cómo Francia se había olvidado de ellos y los había dejado a la deriva y a merced inglés, además de los muchos insultos que oyó dirigidos al rey— porque su majestad no se ha olvidado de ustedes, estamos aquí porque él quiere liberar Lisieux del control inglés y así recuperar a nuestro pueblo.
De ambos ancianos salieron lágrimas en sus ojos y luego procedieron a abrazarse, no eran lágrimas de tristeza, sino que de alegría al oír tal cosa. Julieta les entregó aquello que traía.
—No le diremos a nadie, confiamos en ustedes... ustedes nos hicieron sonreír otra vez y tengo fe en que podrán hacer que todos los demás también... tomen eso, era de nuestro hijo, él decía que le daba suerte y sé que se las dará a ustedes... gracias —ambos ancianos se retiraron mientras seguían medio abrazados.
Luego de abrir el presente encontraron un crucifijo de plata con una cruz gruesa y bien detallada. Nicolette se lo dejó a Vincent, quien se lo colgó en el cuello con mucho orgullo.
—¡Bien, Nicolette! —dijo golpeando su puño con su otra palma abierta— tenemos que apurar la marcha. Sé por donde empezar, iré a la taberna y hablaré con cierta persona que creo puede dar información útil, ¿podrías despejar la casa allí dentro? Necesitaremos espacio
Nicolette asintió y se dirigió de inmediato mientras que Vincent dejó clavada el hacha que tenía en sus manos en el suelo y se dirigió a la taberna de la ciudad, al entrar notó una cantidad inusualmente baja de gente y estaba más silencioso que de costumbre, Vincent entabló contacto visual de inmediato con la chica que atendía la barra así que se acercó a ella sin más. La mujer era alta, rubia y con unos bellos ojos verdes, su blanca piel estaba toda manchada de tierra así como su vestido celeste.
—¿Se le ofrece algo, monsieur? —dijo mientras ordenaba los tazones.
—Información acerca de los ingleses.
La chica estuvo apunto de soltar una carcajada pero se tapo la boca a tiempo— dime, guapo, ¿qué te hace pensar que yo sé algo? —la chica extendió sus brazos y se apoyó en la barra mientras acercaba su rostro hacia Vincent con la intención de intimidarlo.
—Te he visto muy cómoda y sonriente entre ellos, sin embargo, actúas porque les tienes miedo... o porque quieres saber algo. Te arrebataron a alguien, ¿no es así? algo como... un hermano —sentenció Vincent con mucha seriedad acercando ahora él su rostro al de ella.
La juguetona sonrisa de la mujer cambió drásticamente, en su lugar se mostró sorprendida y algo enojada, aquello era algo que sabían unos pocos y ella misma les había pedido que no lo contaran. Ella se alejó y miró hacia el suelo fijamente sin saber realmente qué decir— ¿cómo es que....?
Vincent le extendió su mano— lo traeré devuelta, tú ayúdame con la información.
—P-pero él... él está... muer-
—Lo traeré devuelta, incluso si tengo que arebatarselo a la misma dama negra de las manos.
La mujer se volteó un momento mientras contenía un llanto... fingido. Una pequeña sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro (es él, definitivamente —pensó). Luego se volteó nuevamente con su expresión de tristeza y con los ojos a punto de soltar lágrima— está bien... lo haré, pero tiene un precio en dinero. 3000 libras.
(¿¡3000 libras!? —pensó Vincent inmediatamente) el muchacho no tenía semejante cantidad de dinero. En realidad no tenía nada así que aquello le producía una gran traba, se tapó la boca con su mano derecha y se sobajeo un poco pensando en alguna solución— no... yo no tengo ese dinero...
Al oír eso, la chica saltó en alegría por dentro, se le estaba presentando una oportunidad perfecta para reclamar la cabeza del buscado soldado. Formuló un rápido plan en su mente que probablemente no fallaría ante la ingenuidad de Vincent— te propongo algo. Mira, debajo de la iglesia todas las noches hay un evento de lucha, peleas contra diferentes tipos para ir escalando hasta llegar al campeón. El campeón está invicto y se le pagarán 5000 libras al que le gane, obviamente ganarás dinero antes pero es, como mucho, 25 libras por victoria. ¿Qué te parece?
Vincent se quedó quieto durante un momento pensando en aquello. Realmente no tenía muchas opciones y aunque aquello no le convencía demasiado, era una oportunidad que no podía dejar ir— Está bien, acepto. Dónde y cuando.
—Hoy en la noche, ve a la iglesia y al tipo que está afuera dile que vas de parte de Katrina. No faltes —Katrina le guiñó un ojo y regresó a su actividad habitual señalandole sutilmente a Vincent que se marchara.
Vincent abandonó sin más el establecimiento, estaba con la mirada en el suelo ya que intentaba descifrar cómo es que pudo olvidarse sobre la misión. Mientras estaba perdido en su pensamiento alguien le agarró fuerte del brazo y lo jaló hacia un callejón, cuando reaccionó pudo ver que aquella persona era Nicolette, estaba magullada, tenía marcado su brazo con algunos moretones y sus manos con algo de sangre, se veía bastante agitada y sus ojos denotaban preocupación.
—¿Tú, qué pas-
—¡¡Tenemos un problema!!
Vincent estuvo a punto de conjugar algunas palabras pero fue interrumpido por Nicolette quien le agarró de los hombros y le sacudió— ¡¡Jona estuvo en la casa, fue un desastre!! —Nicolette soltó a Vincent y se dió media vuelta, se abrazó a si misma y se quedó mirando al suelo— yo... yo sé que debíamos pasar desapercibidos, apegarnos al plan... recuerdo que hace unos días estábamos aquí, el señor Julien se había hecho con un lugar en el mercado para vender vegetales y Jona llegó para botarlo todo, pisotearlo y burlarse sin razón alguna. Recuerdo que yo estallé en ira, estaba determinada para hacer algo pero tú me detuviste bajo el argumento de "es por la misión". Me enojé contigo porque te creí insensible, que eras un mentiroso al antes decir que lo protegeriamos pero al final pude entender que tú estabas igual, te mordiste tanto el labio que lo rompiste, botaste mucha sangre ese día.
Vincent se acarició suavemente el labio notando esa herida en su labio inferior y el dolor que le producía— espera... ¿hace días...? pero yo no recuerdo ese día, se supone que tú tampoco deberías recordarlo...
—Sí... creo que tuviste una especie de destello porque lo olvidaste al poco tiempo, la verdad es que yo jamás olvidé lo de la misión, tú si. Lo que sí perdí fue la noción del tiempo. No dije nada antes porque... —Nicolette se volteó hacia Vincent, sus ojos estaban ligeramente hinundados con lágrimas— nunca había vivido así... —su voz se comenzó a quebrar lentamente— se sentía tan lindo sentirse como... como familia... tener un techo, una cama, comida y tener tranquilidad... todo eso lo ansiaba tanto... supongo que el momento y lugar no fueron los indicados —se limpió el rostro y se refregó los ojos para voltearse una vez más evitando la mirada de Vincent que denotaba incredulidad con una mezcla de enojo.
Vincent se quedó en silencio pero por dentro se sentía enormemente enojado por la mentira pero por otro lado logró entender el porqué del actuar de Nicolette por lo que hacer algo se le dificultaba. Su bondad fue más fuerte esta vez, ya había pasado por algo similar con Demetrio, las situaciones para él eran similares. Hace años que Demetrio declaró sentirse solo en realidad, que a pesar de tener alguien a quien podría llamar hermano, no lo podía sentir completamente como tal y en ese momento Vincent no encontró ningún tipo de solución y solo quedó como algo que ronda su cabeza de vez en cuando. Sin embargo, ahora tiene una oportunidad de oro para solucionar ese problema y quizás, en un futuro, ayudar a Demetrio.
—No te sientas culpable... todos podemos cometer errores en pos de nuestro propio bienestar. Me molesta que hayas mentido pero no el porqué —Vincent se acerca a Nicolette, pone su mano en uno de sus hombros y la voltea lentamente— si quieres oírlo... —Vincent limpia las lágrimas de Nicolette con suavidad— te perdono —expresó con una amplia sonrisa de pura sinceridad.
Nicolette no tuvo palabra alguna para expresarse apropiadamente y solo atinó a abrazarlo. Vincent correspondió y se quedaron así durante unos segundos.
Al separarse Nicolette se dispuso a hablar sobre lo que le sucedió recientemente— Bueno... luego de que saliste yo comencé a despejar todo adentro de la casa, fue entonces que Jona apareció con muchos más hombres que de costumbre y me preguntó por tí, no le dije nada y eso realmente lo hizo enfadar. Entre todos me atraparon de un momento a otro, no pude reaccionar. Luego... ese asqueroso se acercó a mí y pasó sus manos por mi cuerpo... llegó a donde no debería y entonces lo golpeé en su nariz con mi cabeza, gracias a eso pude liberarme y luchar con ellos. Me dieron algunos golpes pero pude alcanzar a escapar —se sacude el vestido— no sé porqué pero ellos te estaban buscando a ti quizás saben algo...
Vincent se mantuvo en silencio recreando esa escena en su mente a medida que Nicolette contaba— no, no. No creo que sepan algo, deben sospecharlo.
—Oh y ¿qué viniste a hacer acá, pudiste encontrar lo que querías?
—Así es, si pude. De hecho... (si voy con ella esta noche será mucho más seguro que ir solo. Tampoco es que ahora haya un lugar para que se esconda) Esta noche habrá algo debajo de la iglesia, iremos a allí. Sé que te va a encantar lo que pasará —dijo con extrema confianza.
Nicolette estaba un poco confundida pero confiaba en Vincent así que se quedaron allí hasta que anocheciera, conversaron bastante para pasar el rato, Vincent le sugirió dormir para que en la noche estuviese con energías pero Nicolette se rehusó, quería seguir hablando y compartiendo anécdotas pasadas de ella y Alyssa.
—Tengo una buena, un día con Alyssa estábamos aburridas y hambrientas. Allá en Marsella el mercado funciona de noche y hasta tarde porque el movimiento nunca cesa, entonces Alyssa me sugirió que nos disfrazaramos, robamos algo de ropa blanca y nos la pusimos encima. Buscamos a algún comerciante solitario y que tuviera comida, claro —Nicolette no pudo aguantar la risa— movimos sus cosas sin que se diese cuenta e hicimos ruidos raros que le dieran miedo, jamás abandonó su puesto pero sí pudimos robar algunas naranjas y nos divertimos al ver cómo le suplicaba a Dios todo el tiempo.
Aunque escaso de detalles, Vincent se imaginó la escena en su mente y le provocó risa también, pensó que era muy divertido.
La tarde pasó más rápido de lo que esperaban y la noche se hizo presente. La luna estaba ausente y la luz de las calles eran únicamente de algunas velas de las diferentes casas y antorchas de las patrullas inglesas, Vincent se puso de pie y Nicolette tras él, ambos se dirigieron a la iglesia para por fin cumplir con una parte de la misión.
O caer en una trampa mortal.
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