Un Reino Por El Que Pelear

Un Reino Por El Que Pelear

Prólogo: "Y mi plan para estar por sobre todo y todos, se cumplirá"

¡HOLA BUENAS!, gracias por leer esta historia. Primero que todo, esta sigue en constante desarrollo por lo que los capítulos podrían cambiar de un momento a otro así como otras cosas, por ello, si te gustó y quieres más capítulos, sólo te pido paciencia ya que se me ha hecho algo difícil mantenerme en una sola línea, pero la obra será buena, buscaré mejorar en cada uno de mis errores. Ahora, sin más dilación, sigue con tu lectura. :D

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Francia se encontraba enormemente golpeada por los estragos de la guerra pues no solo Inglaterra estaba conquistando territorios aledaños a a París corriendo un peligro inminente de conquista total por parte de "Los cruzados", el país también enfrentaba una cruda situación económica Dada la guerra pues estaban completamente inhabilitados para comerciar y el descontento de la población se hacía notar cada vez más con las calles encendidas en llamas cada noche.

En una de las múltiples batallas llevadas a cabo para detener la avanzada cruzada se encontraba un llamativo soldado al que sus compañeros le llamaban "el bastardo del rey" pues su similitud con la máxima autoridad era increíble, quizás una extraña coincidencia.

Este soldado estaba tomando un descanso junto a su gran amigo Pablo; un español que encontró el amor por la patria en territorio francés. Ambos estaban sentados mirando una fogata conversando cosas tan triviales como el clima, o el insufrible olor a hierro que había siempre en el campo de batalla cercano a Toulouse, sin embargo, conservaban un buen humor. Humor que se perdió en el instante que Pablo le comentó a Antoine sobre su apariencia.

—Hey, ¿y si un día vas y le dices al rey que eres su hijo perdido? "¡Sacgebleu!" —comentó con un tono humorístico.

—¿Sigues sin saberlo decir? Te he dicho que es "sa-croe-bloe" no "sa-goe-blu". Y no, no haré algo así, jamás ¿y si me expulsan o ejecutan? Mi vida es miserable pero no lo suficiente como para terminar con ella todavía —dijo con un tono bastante serio mientras picaba la madera encendida con una pequeña vara.

Pablo golpeó suavemente su espalda como queriendo consolar a su amigo.

—Oye, Pablo, hay algo que debo decirte. Es muy importante...

Su conversación se vió interrumpida por los otros soldados que habían recogido sus armas y corrían hacia algún lugar, se notaban tensos y nerviosos, ninguno respondió a las preguntas de Antoine y Pablo que no sabían qué sucedía, se enteraron de la situación mediante un grito lejano: «¡¡Cruzados a la vista».

Ambos se levantaron de manera inmediata agarrando una espada y un escudo de madera que tenía grabado el símbolo de una rosa blanca envuelta en ramas espinosas. Al correr junto a los demás se encontraron con la sorpresiva cantidad de 20 tropas inglesas que se acercaban a paso seguro hacia la ciudad. El abrumador silencio permitía oír las respiraciones agitadas de los franceses y los duros pasos metálicos de los ingleses pues estaban a punto de enfrentarse a nada más y nada menos que la unidad conocida como "Los caballeros", eran hombres altos que cargaban con pesadas armaduras y espadas que fácilmente podrían ser del tamaño de una persona promedio, sus escudos metálicos en forma de rectángulo tenía pintado la cruz roja con blanco en sus esquinas.

Los caballeros eran unidades temidas por múltiples ejércitos dado que eran decisivos en las batallas, la enorme fuerza y aguante que cada miembro posee llega a ser algo casi imposible de creer, no existen demasiados por lo que se les ve en grupos pequeños que, a pesar de ello, son más que suficientes.

La batalla para los franceses será dura, pero están dispuestos a darlo todo por su amada patria. Los franceses gritaron al unisono y cargaron hacia los caballeros ingleses dejando de lado todo tipo de miedo. Solo existía una cosa en sus mentes: matar a toda costa.

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Los charcos de sangre dejados por la pequeña batalla estaban por toda la tierra, algunos charcos eran más oscuros que otros pero todos tenían el mismo disgustante olor que provocaba mareos en muchos y placer en otros, cuerpos con algunos miembros desmembrados eran los orígenes de aquellos charcos y Antoine se encontraba caminando allí junto a Pablo haciendo el trabajo sucio, verificaban que los rivales estuvieran realmente muertos atravesando sus cuellos con la espada. Habían ganado, contra todo pronóstico, habían vencido una de las divisiones de los temibles caballeros pagando un alto coste. La sangrienta batalla había visto su término en el alba cuando el último de los caballeros se rindió y acabó con su cabeza separada de su cuerpo.

—Me duele el brazo, uno de ellos me golpeó con el mango de su arma y me dejó muy adolorido ahí... —comentó Antoine levantando su manga para desvelar un enorme moretón cercano al hombro.

—¡Sanará! una pequeña herida no es nada comparado con tu vida, hay que ser agradecidos con Dios que guío nuestras armas directo a la victoria —dijo Pablo enérgicamente a pesar de su cansancio— antes me ibas a decir algo, ¿qué era?

Antoine clavó su espada en el último caballero que quedaba por ver y se paró frente a Pablo firmemente y puso su puño cerrado en su pecho, cerca del corazón.

—¡Seré rey de Francia! —exclamó con seguridad—

Su grito fue escuchado por los otros soldados también. Algunos rieron pensando en la ingenuidad de Antoine y otros meramente lo ignoraron mientras que Pablo no tuvo reacción alguna, veía y escuchaba la seguridad con la que Antoine había dicho eso casi creyendo que así sería.

—¿Tú, rey de Francia? No, no. Eso es imposible, el rey ya tiene su heredera y eso no podrás cambiarlo por nada del mundo ¿c-como pretendes conseguir algo así? —se rascó la mejilla intentando convencerse de algo.

Antoine esbozó una sonrisa ya que había conseguido la reacción de Pablo que él esperaba, aquel hombre era la persona en la que más podía confiar y el haber conseguido que dudara es un completo logro pues creía que recibiría alguna burla o negativa de su parte. En su mente repasó su plan de manera minuciosa para poder contarlo de una manera apropiada.

—Me haré con el favor del rey de alguna manera, tendré su confianza absoluta sea como sea. Luego, me encargaré del heredero de alguna forma, lo sacaré del camino y de aquella manera mi nombre estará por encima que cualquier otro familiar de su majestad. Finalmente, cuando mi coronación sea pre-anunciada, mataré al rey y todo lo demás será automático. Tendré a la gente de mi lado, trabajaré para ellos, para que hagan ver a cualquiera que soy una persona digna de portar la corona y seguir con el linaje Lancaster, extendere las tierras francesas y les daré una gloria nunca antes vista, seremos lo mejor que ha pisado esta tierra, los romanos no serán nada en comparación a nosotros. Y te necesito a ti —le extiende la mano a Pablo— porque tú serás una persona influyente en el ejército, tu abogarás por mi para bien, así escalare hasta ser un guardia real y todo lo demás lo pondré en marcha.

Pablo estaba atónito, iba en contra de sus valores lo que su amigo le sugería, era una completa locura y él lo sabía. Pero por alguna razón, se convenció a si mismo para poder creer que hará algún bien si sigue aquel disparatado plan.

—¿Entiendes el riesgo de esto? pondré mi vida en tus manos, Antoine. Confío en ti como nunca —correspondió el apretón de manos.

La luna llena fue testigo del peligroso pacto realizado por estos dos, Antoine se sentía con mucha confianza ya que el primer paso estaba dado.

—(Y entonces, estaré por sobre todo y todos, se hará mi voluntad tal como un deseo).

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Ya no creo en el amor

Ya no creo en el amor

está interesante 👍

2021-03-20

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